sábado 23, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Asimetrías indignas

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Por Luis Carranza Torres * y Carlos Krauth **

Hernández Gómez, en su Tratado de Derecho Constitucional, expresa que los derechos humanos resultan “condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización”. En consecuencia, el crucial concepto abraza, enmarca, contiene, todas aquellas libertades, facultades, garantías o reivindicaciones relativas a “bienes primarios” (al decir de John Rawls) respecto de un ser humano.
Es el mínimo y común sustrato de derechos de todos y cada uno de los integrantes de la especie humana, sin que importe la raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, tal como se expresa en el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.

Hoy, como nunca, ese rasgo de universalidad propio del rubro es puesto en entredicho. Resurgen las persecuciones religiosas, como a los cristianos en Medio Oriente. Y en tiempos en que nuestra sociedad está luchando por que se haga efectivo, en los hechos, el reconocimiento a los derechos de la mujer, hay noticias respecto a su agravios que vienen de países, en apariencia lejanos, y que no dejan de sorprender e indignar.
Efectivamente, la semana pasada nos anoticiamos del caso de Nusrat Jahan Rafi, una joven de 19 años oriunda de Bangladesh, quien fue quemada viva por un grupo de sus compañeros de colegio como represalia por haber denunciado a su director por acoso sexual.
Por otra parte, Bangladesh no queda tan lejos de nosotros como a primera vista pudiera pensarse. Estamos en un país donde los homicidios por género no dejan de ser noticia.
Según información oficial, la joven fue citada por el director a su despacho, donde procedió a someterla a tocamientos. Nusrat salió corriendo y fue a la policía, donde denunció el hecho. Con base en su denuncia el director fue detenido, lo que generó que alumnos de la entidad educativa -primero- y miembros de la sociedad -luego- comenzaran a protestar en busca de la liberación del detenido.
Lo más terrible se produjo cuando, bajo engaño, Nusrat fue llevada a la azotea del colegio, donde un grupo de alumnos le exigieron que retirara la denuncia y, ante su negativa, fue rociada con kerosene y quemada. Falleció poco después en un nosocomio del lugar. La joven antes de morir sostuvo: “El maestro me tocó, lucharé contra este crimen hasta mi último aliento”. A la vez, pudo reconocer a alguno de sus agresores. Una mártir de nuestros días.
El asesinato de la joven ha puesto en la palestra la discusión la naturalización de los actos machistas que se producen cotidianamente en aquella sociedad, generándose un gran debate sobre la desprotección que padecen las mujeres. Según datos oficiales, en 2018 hubo 201 casos de violación, pero se sospecha justificadamente que esa cifra es mayor.

Meenakshi Ganguly, directora para Asia del Sur de la organización Human Rights Watch, sostuvo respecto al caso la necesidad de proteger a las víctimas de agresión sexual en dicho país y responsabilizó a sus autoridades por la reiteración de estos hechos.
Este caso, como tantos otros, nos mueve a reflexionar sobre la asimetría que hay en cuanto al reconocimiento de los derechos humanos en general y de las mujeres en particular en las distintas regiones de nuestro planeta. Y la necesidad de insistir en que los mismos sean hechos efectivos, más allá de las creencias religiosas y culturales de cada sociedad.
Es que los derechos humanos son universales y abarcan a todos los seres humanos por igual. Esto quiere decir que no son relativos a una cultura o un grupo social particular, por lo que nadie puede ni debe quedar fuera de su paragua protector.
Urge que la comunidad internacional siente una posición clara respecto de tales aberraciones. O corremos el riesgo de involucionar en lo tan duramente obtenido respecto a la concientización de un ser humano con un piso de resguardo y dignidad en las áreas más centrales de su existencia.

(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas
(**) Abogado. Magíster en Derecho y Argumentación Jurídica

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