sábado 23, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La paciente impaciente

Por Eugenia Gutiérrez de Vásquez * - Exclusivo para Comercio y Justicia
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Por Eugenia Gutiérrez de Vásquez *

Desde la vigencia del principio de autonomía, la relación médico-paciente se ha humanizado. En efecto, el paternalismo de la función médica que marcaba una asimetría en esa comunicación, en las últimas décadas se modificó hacia una posición más equilibrada. Como consecuencia de estos cambios el paciente se ha vuelto impaciente. Opina, decide, pregunta; en fin, ha perdido la paciencia. Los juicios en este campo proliferan, unos con motivo, otros en busca de beneficios.
En general, los reclamos de pacientes por mala praxis cuando llegan a mediación se trabajan aplicando las técnicas de la Escuela de Harvard (se separa a la persona del problema, nos concentramos en los intereses, se prepara un ambiente para generar opciones y se insiste en que aparezcan criterios objetivos).
El caso que presentamos requirió la aplicación de técnicas que surgen de otras escuelas (transformativa), las que a la postre permitieron destrabar el conflicto dejando a las partes satisfechas con el acuerdo al que arribaron.

El caso: Patricia ingresó a la sala con su abogada y ambas se ubicaron en un extremo de la mesa. La médica se sentó en el otro extremo junto a su abogado de la compañía de seguro médico. Patricia le “clavó” la mirada con un gesto que irradiaba desprecio. Rápidamente nos dimos cuenta de su estado emocional, lo que determinó elegir el modo de saludarlos y brindar la bienvenida a mediación. Mientras enunciamos el discurso de apertura, Patricia mantuvo su mirada tensa hacia la doctora, quien con gesto agobiado bajaba la suya.
Luego del discurso de apertura, la requirente comenzó su relato diciendo: “Esta mujer no puede estar atendiendo a la gente porque es una mala profesional, cometió mala praxis, me abandonó con una infección por la que casi me muero”. Preguntamos qué había sucedido, a lo que respondió que fue al consultorio por un dolor en el costado del pie derecho, que la médica la operó y la herida no se curaba. Concurrió nuevamente a los dos días, la doctora la higienizó y al cuarto día seguía el dolor. Patricia afirmó que como la médica no la quiso atender se fue a otro galeno, quien le dijo que si la infección se mantenía corría el riesgo de perder el pie.
Preguntamos a la médica acerca de lo ocurrido y expresó que la paciente llegó a consulta por una molestia en su pie derecho originada por una espina que quedó incrustada, lo que motivó una pequeña intervención ambulatoria para retirar el cuerpo extraño. Le indicó a la paciente volver a las 48 horas. En la siguiente consulta -continuó la médica- se hizo la curación correspondiente. Expresó que, efectivamente, a los pocos días Patricia se presentó nuevamente y como no consiguió turno la recibió antes que a los otros pacientes. La revisó y todo estaba normal, por lo que le pidió que esperara a que atendiera las cuatro personas que estaban antes de ella, ya que luego le realizaría una nueva curación. Cuando la llamó, la paciente se había retirado. Pasados unos meses recibió la notificación del juicio por mala praxis médica.

En reunión privada, la abogada de Patricia explicó a su clienta la conveniencia de lograr un acuerdo, dado que la situación en el juicio no era sencilla por la falta de una prueba contundente de mala praxis. Nos dimos cuenta que los relatos en mediación ayudaron a la abogada a comprender que la posición asumida en el juicio no se compadecía con lo que realmente necesitaba su clienta. Por ello preguntamos a Patricia si podía explicar qué era lo que realmente le había molestado y enfadado tanto. Ella respondió que se enojó “muchísimo” porque sintió que la médica la había obligado a esperar en el consultorio y ese sentimiento de algo impuesto la desesperó. Por ello tomó la decisión de retirarse y sacó turno con otro profesional, quien en definitiva hizo lo que su médica hubiese hecho: una nueva curación de la herida después de lo cual su estado evolucionó favorablemente.
Seguimos preguntando sobre lo ocurrido en aquella sala de espera y, con la colaboración de su abogada, Patricia logró comprender que en realidad ella había ido muy nerviosa a la consulta. Asustada y sin turno quería que la médica la atendiera rápidamente.
No se sintió contenida lo suficiente y por eso se fue enojada. Preguntamos cuál sería el monto de dinero que la dejaría satisfecha. Se trasladó dicho monto a la médica, y su abogado solicitó nueva audiencia para pedir instrucciones al respecto.
En la segunda reunión las partes acordaron el monto y forma de pago. Además la doctora pidió disculpas a Patricia por los malos momentos que le originó la espera en el consultorio, lo cual fue aceptado por Patricia. El acuerdo se firmó.
El trabajo realizado en el proceso de mediación brindó el contexto adecuado para humanizar la relación médico-paciente permitiendo dignificar tanto el lugar del médico como del paciente.

* Abogada, mediadora

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