Por Roberto Fermín Bertossi *
Oficialmente, 3,8% fue el índice de inflación que arrojó el mes de febrero pasado, configurando una inflación interanual cuyo guarismo alcanzó 51,3%, ratificando así la profundización de la crisis argentina.
A partir de las penurias sociales causadas por esa crisis, nuevamente emerge la predisposición del cooperativismo para contribuir a paliar sus consecuencias.
En efecto, ya a partir de la primera revolución industrial, el cooperativismo encarna un modo humano, fraterno y digno de afrontar crisis semejantes.
Desde sus comienzos, el cooperativismo cimentó sus actividades entre atemperar y liberar de hambrunas y desocupación hasta la satisfacción de necesidades básicas esenciales, lo cual caracterizó su compromiso e interés por la comunidad, constituyendo precisamente este último, el séptimo principio cooperativo vigente.
Según la Organización Internacional de Cooperativas en la Industria y los Servicios (Cicopa), en el mundo se verifica la reaparición del cooperativismo, principalmente en los campos de la provisión de alimentos para el consumo, de los servicios sociales como de la reintegración laboral.
Nosotros impulsamos un cooperativismo para la crisis en tanto y en cuanto puede resultar una respuesta eficaz a nuevas necesidades y carencias emergentes de los argentinos, respuesta solidaria enraizada en los valores y principios internacionalmente reconocidos a las cooperativas por la Declaración de Identidad Cooperativa y la Recomendación 193 del 2002 dispuesta por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la Promoción del Cooperativismo.
Entre los estándares mundiales señalados por esa organización para el cooperativismo, relucen como rasgo distintivo sus prácticas solidarias, las cuales suponen una misión de interés general como propósito primario, realizando la misma directamente mediante usos o consumos de bienes y servicios cooperativizados.
Aquí la acepción “interés general” implica que ellas pueden integrar, involucrar y beneficiar a grupos socialmente vulnerables, vg., desocupados, changarines urbanos y rurales, habitantes de la calle; sus grupos familiares y de pertenencia.
Ante la crisis argentina actual, promover y fomentar “cooperativas para la crisis” debiera institucionalizarse en categoría de política pública, al estar abocadas primaria y directamente –sin intermediarios ni fines de lucro-, a la satisfacción de consumos y servicios esenciales.
Precisamente en Córdoba, su Constitución proclama que la comunidad cordobesa se funda en la solidaridad (art. 35). Consecuentemente se pronuncia seguidamente afirmando que el Estado provincial fomenta y promueve la organización y desarrollo de cooperativas y mutuales, asegurándoles una adecuada asistencia, difusión y fiscalización que garantice su carácter y finalidades (Art. 36).
Entonces, para el mejor logro constitucional como el de toda noble y cabal política pública en tal sentido, ante esta crisis que nos abruma, tendríamos que sumar y mancomunar aportes convergentes de instituciones, de empresas (RSE), de sindicatos y de ONG, para que relacional y colaborativamente, gestionen respuestas articuladas y eficaces en términos de impactos concretos, socialmente satisfactorios.
Adicionalmente una política pública de esta índole y gravitación, podría optimizar creativamente los vínculos entre múltiples y diversos sectores de la sociedad (activos y pasivos) por medio de su involucramiento en cooperativas.
Activar cooperativismos para la crisis, tiene como objetivo preponderante acompañar y promover a personas que se encuentren en un estado de vulnerabilidad mediante un abordaje integral de su problemática, con el propósito de contribuir a asegurarles el goce de sus derechos y una mejora en su calidad de vida.
Preconclusivamente, este cooperativismo para la crisis se nutre e informa con aproximaciones interdisciplinarias e intersectoriales de base comunitaria y asociativa, históricamente verificadas.
Finalmente, imbuidos del espíritu y perspectiva de la reforma universitaria: “Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”; con este “cooperativismo para la crisis” estaremos más cerca de ir cumplimentando garantías constitucionales en la medida que efectivamente se favorezcan y faciliten el goce efectivo de derechos y el acceso a las instituciones; resumiendo, menos vergüenzas y mas libertades para ir aliviando y, en lo posible, resolviendo efectos adversos de la crisis actual.
(*) Experto Coneau/Cooperativismo