Un informe de Ecolatina indicó que el costo de vida llegará a 32% en el acumulado de 2019,
un porcentaje alto pero inferior al del año pasado
Un nuevo informe de la consultora Ecolatina advirtió sobre la dispersión de precios, como uno de los efectos “perjudiciales” de la inflación elevada que se viene registrando en el país desde el año pasado.
Así mismo, la entidad especialista en análisis económicos anticipó que para el acumulado de 2019 se espera un incremento en el costo de vida de 32%, porcentaje alto pero inferior al de 2018.
“En 2019, y aun sin mediar una nueva escalada cambiaria, la tendencia a la baja de la inflación se interrumpió: conforme al IPC Nacional que elabora el Indec, la inflación pasó de 2,6% mensual en diciembre de 2018 a 2,9% en enero de este año, a la par que se ubicaría en torno a 3,2% en febrero según el REM que publica el BCRA (según los datos ya cerrados del IPC GBA Ecolatina, el resultado de febrero fue de 3,7% mensual)”, indicó el documento difundido ayer.
Según los economistas, tal aceleración se registró como consecuencia de la progresividad en el traslado a precios de los saltos del dólar de 2018, de la actualización de salarios por paritarias con “cláusula gatillo”, del ajuste en las tarifas de servicios públicos, y del incremento en el precio mayorista de la carne.
En este sentido, se puede prever que “aunque la inflación seguirá elevada en todo 2019, irá cediendo a medida que los efectos de la crisis cambiaria de 2018 se diluya”, precisó Ecolatina y agregó que “a modo de ejemplo, mientras que la suba precios acumularía alrededor de 16,5% en el primer semestre según el REM que publica el Banco Central, rondaría 14% en la segunda parte del año. De esta forma, totalizaría 32% en el año, marcando una desaceleración significativa respecto a 2018 (casi 48%)”.
Es en este contexto que surge la preocupación por la dispersión de precios que se observa en el segmento minorista.
“El resultado de nuestros relevamientos indica que los precios en los supermercados aumentaron por encima de los mayoristas hasta mediados del año pasado. Sin embargo, desde junio del año pasado, motivado por los sucesivos saltos cambiarios, los segundos elevaron significativamente su ritmo de aumentos. A contramano, los supermercados, producto de la caída de las ventas, no pudieron trasladar estos incrementos con tanta facilidad al consumidor minorista. Como resultado, se revirtió el encarecimiento relativo que estaban exhibiendo respecto al canal mayorista”, indicó la consultora, a la vez que detalló que “la elevada nominalidad argentina no solo causa comportamientos diversos en cuanto a la remarcación de precios: también genera una mayor dispersión. La volatilidad dificulta al comprador recordar y comparar precios, dejándolo sin valores de referencia. De esta forma, producto de menor información para la toma de decisiones, tiende a convalidar precios más elevados”.
Al realizar un relevamiento sobre los valores de los productos en zona norte y zona sur del Gran Buenos Aires (GBA), la entidad pudo observar que los bienes de primera necesidad (frutas, carnes, bebidas no alcohólicas, lácteos) registraron una menor dispersión de valores que los bienes menos indispensables (como productos no alimenticios). “Dadas las diferencias socio-económicas entre ambas zonas, se podría inferir que los bienes más básicos poseen una menor dispersión en sus precios, producto de una demanda menos sensible al precio. A contramano, los bienes menos necesarios son más consumidos solo si son más baratos, de modo que su precio es menor donde la demanda es más débil”, señaló el informe.
Así, los especialistas adelantaron que “si en los próximos meses la elevada inflación tiene detrás un significativo aumento en el precio de los alimentos (impulsados por la carne), se reforzaría esta dinámica y se profundizaría el deterioro de la situación de los sectores de menores ingresos (gastan una mayor porción del ingreso en esos bienes)”. No obstante, si la situación afectara más a los productos con mayor elasticidad-precio, el efecto “no sólo se sentirá menos en los barrios bajos por razones de consumo, sino también por motivos geográficos”.