Luego de meses de debates históricos, el proyecto se trata con largos discursos de los legisladores. Los representantes de Córdoba destacaron las gestiones que se llevaron a cabo
para buscar consensos y que prosperara la iniciativa.
Tal como se preveía durante los últimos días, la legislación que legaliza el aborto tiene un debate extenso en la Cámara Alta. Hasta ese momento, la iniciativa no pasa el filtro de los senadores que se oponen la liberación de la interrrupción del embarazo. Con esa tendencia, el proyecto podrá volver a presentarse recién en marzo, cuando inicie el período parlamentario 2019, y deberá pasar por las instancias de rigor.
Democracia
Mientras los manifestantes a favor y en contra del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) se concentraban en las inmediaciones del Congreso Nacional antes de que comenzara el histórico tratamiento de la iniciativa, el presidente Mauricio Macri publicó un texto en las redes sociales en el cual afirmó que la jornada sería “un triunfo de la democracia”, al margen del resultado.
Después de meses de tensión entre los “provida” y los “proaborto”, el mandatario hizo un llamado a la reflexión al pronunciarse sobre el asunto. “La importancia de esta votación va mucho más allá del tema específico que intenta dirimir. Nos plantea como sociedad un escenario pacífico para promover y realizar cambios. Pero, además, nos obliga como individuos a comprometernos a aceptar que hay otros que piensan distinto”, planteó.
Asimismo, expresó que tal como demostraron las exposiciones, los debates y las movilizaciones, las divisiones en las creencias a veces pueden ser irreconciliables, pero destacó que, sin embargo, las diferencias que se generaron desde que Diputados le dio media sanción al articulado “hicieron reflexionar a muchos argentinos sobre un tema en el que no tenían posición e iluminaron otros asuntos fundamentales”.
Agregó Macri: “Los cambios profundos e incesantes que tendremos que hacer a lo largo de este siglo serán un desafío espectacular a nuestra tolerancia. Nadie obtendrá todo el tiempo exactamente lo que busque. Siempre viviremos en un lugar incómodo donde algo no será del todo como querríamos que fuera”.
El tono conciliador del mensaje presidencial no apaciguó los ánimos de los senadores y dentro del recinto se vivieron momentos ríspidos por el tenor de los argumentos de algunos legisladores.
El senador jujeño Mario Fiad fue el primero en hablar, en su carácter de presidente de la Comisión de Salud.
Al igual que el grueso de la comunidad jurídica argentina, el radical sostuvo que la norma que obtuvo media sanción en la Cámara Baja es inconstitucional y que contradice los principios del Código Civil. “Reconocer el derecho a la vida como derecho fundamental es la base de nuestro ordenamiento jurídico y en los debates no quedaron dudas sobre el momento del origen de la vida: es el momento de la concepción”, alegó. Además, le apuntó a uno de los puntos críticos del articulado, la objeción de conciencia, estimando que la vulnera y precariza.
En esa dirección, se preguntó qué habrá qué hacer con los objetores de conciencia, sugiriendo que la estabilidad laboral de esos profesionales estaba en juego.
Asimismo, cuestionó las sanciones penales que prevé la legislación para los médicos que se nieguen a interrumpir embarazos.
El segundo discurso fue el del peronista Pedro Guastavino, titular de la Comisión de Justicia y Asuntos Penales, quien respaldó la iniciativa y comparó la trascendencia de la discusión por el aborto con la del divorcio vincular y la del matrimonio igualitario. “La Argentina será un poco mejor si aprueba esta ley”, dijo.
“No hay aquí un bando a favor de la vida y otro a favor de la muerte. Lo que se discute aquí es terminar con el aborto clandestino y las muertes que se producen. Aun sin ley, ellas, las mujeres, algunas mujeres, seguirán entregándose a un pseudocirujano o a un curandero, arriesgando su vida. Ésa es la realidad que nos interpela. ¿Qué hacemos nosotros?”, arguyó el entrerriano.
Cordobeses
A su turno, el cordobés Carlos Caserio (PJ) destacó las modificaciones que impulsó junto a Laura Rodríguez Machado (PRO) y Ernesto Martínez (Frente Cívico) sobre el texto que original, con el fin de lograr más apoyos, intento que no prosperó.
Hablando por los tres, manifestó: “Estamos por el sí, queremos que la ley salga; es una gran necesidad para la Argentina de hoy”. Luego, puso ejemplos internacionales y citó el caso de Italia, un país católico donde el aborto es legal hace cuatro décadas.
Ernesto Martínez, por su parte, criticón los ataques que recibió por asumir una postura favorable a la despenalización. “Actuamos de buena fe, pero nos equivocamos, no advertimos que estábamos ante un sectarismo insaciable, por supuesto desde la Iglesia Católica y la Evangélica”, expresó.
Oficialistas
Julio Cobos votó en contra. Recordó que cada senador se inclina por privilegiar algún derecho sobre otro y resaltó que la mayor tensión se produce al acordar la facultad de decidir “sobre la continuidad o no de una vida”.
La grieta dentro del oficialismo quedó en evidencia cuando hizo uso de la palabra el presidente del PRO nacional, Humberto Schiavoni, quien opinó que en marzo “el Gobierno tomó nota de un reclamo social” y que la criminalización del aborto fracasó.
Plan alternativo
Los desencuentros y cruces empezaron al inicio de la sesión, cuando fracasaron las gestiones para avanzar con un plan alternativo: dejar de lado la legalización y evaluar la despenalización de la práctica.
Los senadores Omar Perotti (PJ-Santa Fe) y Lucila Crexell (Movimiento Popular Neuquino) pusieron en marcha la estrategia y pidieron que se hiciera reserva para el tratamiento de las propuestas al respecto que habían presentado el lunes por la noche.
La despenalización surgió como plan de emergencia ante una derrota segura, como una manera de avanzar en el camino hacia la legalización.
Durante el mediodía, el justicialista salteño Roldolfo Urtubey, opuesto a la legalización, se sumó al intento pero a media tarde cesaron las tratativas. El fracaso se veía venir. El jefe del Bloque Justicialista, Miguel Pichetto, ya había delantado que el llamado “8A” no era el escenario adecuado para analizar otros proyectos.