domingo 24, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El esfuerzo de llegar a los primeros meses de 2019

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Por José Simonella *

La semana pasada se produjo el punto de inflexión en la estrategia del presidente Mauricio Macri frente a la crisis y a la dura realidad que debemos enfrentar en Argentina. Cambió el discurso de “lo peor ya paso” por el de reconocer los problemas que se deben enfrentar y las dificultades del segundo semestre de 2018, para dejar una expectativa auspiciosa para 2019, de la mano de una mejor cosecha, del turismo, del litio y de Vaca Muerta, entre otros. En su paso por Córdoba, dejó claro también su decisión de integrarse al mundo “de forma inteligente y gradual”.
Sin lugar, a dudas es un buen comienzo reconocer la situación. Ahora debería seguir un plan integral, diseñado para solucionar los problemas estructurales, disminuir las restricciones que impiden crecer y definir los incentivos que permitan a la empresa desarrollarse, ganar competitividad y generar empleo formal y de calidad. Hasta que todo ello dé resultado, deberá prever los paliativos para evitar que más compatriotas ingresen en la pobreza, como así también ayudar a las empresas, en una primera etapa, a pasar la crisis, y en una segunda, a alcanzar la competitividad que necesitan para competir en el mercado internacional.
Como se ve, nada sencillo frente a la coyuntura, pero necesario.

Es probable que el primer o segundo trimestre de 2019 encuentre el nivel de actividad en recuperación y que el año electoral permita que los consumidores mejoren su capacidad de consumo. La complicación será -para muchas familias y empresas- pasar lo que queda de 2018, y -para el Gobierno- comenzar a realizar las reformas necesarias para sacar a Argentina de los problemas estructurales que le impiden crecer de manera sostenida, entre los que se destacan: el déficit fiscal, la inflación, las rigideces laborales y el déficit de balanza de pagos.
En el corto plazo, la caída de la demanda será irreversible. Diferentes actores económicos dejan de consumir o postergan esa decisión. Los consumidores, con sus ya erosionados ingresos, deberán continuar enfrentado alzas de precios en bienes, servicio y tarifas. El sector público deberá reducir el déficit primario de manera significativa, en función del acuerdo con el FMI, y casi con exclusividad con baja de gasto, como consecuencia de la alta presión tributaria que hoy enfrentan los contribuyentes. Muchos ahorristas e inversores vieron licuados sus ahorros como consecuencia de la suba del dólar, la fuerte caída de las acciones y la paridad de títulos público. Mientras que los niveles de tasa de interés, impulsadas por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para desalentar la compra de dólares, complica de manera importante la cadena de pagos y desalienta el consumo y la inversión.

Por ello, las empresas que en su gran mayoría satisfacen al mercado interno ven restringidas sus ventas. Para contar con una mejora en la demanda deberán esperar, entre otras cosas, que la reapertura de paritarias permita recuperar poder de compra; que la cosecha de trigo comience a reactivar las industrias, comercios y localidades vinculadas al sector, para luego continuar con una buena cosecha gruesa; que Brasil comience a crecer; que el turismo revierta la salida de dólares de los últimos años; que las exportaciones mejoren de la mano de un mejor tipo de cambio; que las inversiones vinculadas a minería, litio y Vaca Muerta generen mayor actividad y mejoras en la balanza comercial.

Siempre considerando que el mundo no se complique, lo que dependerá del desarrollo de la guerra comercial que alienta Trump y de que la “Fed” no suba las tasas más de lo previsto.
Apenas esas mejoras se insinúen, conjuntamente con la reducción del déficit, las expectativas se revertirán y los activos financieros comenzarán a recupera valor. En el caso de las acciones argentinas, por la fuerte baja que experimentaron desde mayo y dependiendo del impacto que en cada empresa tenga el ajuste por inflación, la recuperación puede ser importante. Frente a ese escenario de mejora de expectativas y de tasas internacionales, también el riesgo país debería disminuir y el precio de los títulos públicos aumentar.
Finalmente, y con el optimismo que brinda un dólar tranquilo a partir de julio, el próximo desafío del BCRA será reducir la tasa de interés hasta alcanzar un nivel sostenible que no complique la actividad de la economía real. Mientras, le quedará al Gobierno el desafío de procurar los fondos para cubrir las necesidades de financiamientos para 2019.

* Economista y Asesor Financiero.

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