sábado 23, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Hay que votar más

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Por Luis Carranza Torres  y Carlos Krauth 

Las elecciones directas en la Universidad Nacional de Córdoba, por segunda vez dejaron bastante para analizar. Todas ellas muestran un claro saldo a favor de esa modalidad de elección.
Miles de docentes, estudiantes y egresados se volcaron a las urnas para elegir autoridades decanales en siete facultades, miembros del Consejo Superior y para renovar de tal manera a los integrantes de la Asamblea Universitaria.
Muchos de los votantes estaban alejados de la vida universitaria. En unidades académicas como Derecho y Psicología debieron extender el horario de votación, por la concurrencia masiva.
Los problemas de la democracia se curan con más democracia. Es una frase que encierra una gran verdad. Las cosas que le faltan a nuestra sociedad no son consecuencia del exceso de libertad sino de la falta de ella.
Todavía persisten bolsones anquilosados, sobre todo en organizaciones intermedias que no han registrado el cambio de era que operó el 10 de diciembre de 1983. Parece mentira, pero no puede resultar más cierto.
La importancia del voto directo en organizaciones intermedias no es menor ni se detienen sus beneficios en dichos ámbitos. Son altamente beneficiosos para generar a escala social nuevos liderazgos que la política no produce.

Claro que el voto impone también deberes, de informarse para decidir y de seguir la actuación de los electos para controlar. Eso, de parte de los electores. En distinto sentido, respecto de quienes llevan adelante los procesos electorales, hay que atener la conducta propagandística a ciertos márgenes tanto de razonabilidad como de respeto.
Un reconocido abogado del foro cordobés expresaba algo de esto por las redes, con estas palabras: “Creo que así como existe el acoso sexual o laboral, debería existir también el ‘acoso eleccionario’ que es el que sufrimos todos aquellos que por alguna razón pertenecemos a un grupo mayoritario o minoritario que periódicamente celebra elecciones”. Y continúa: “y ahí comienza el acoso… mensajes de WhatsApp, de texto, llamadas varias a tu celular, rostros simpáticos que por lo general y fuera del período eleccionario ignoran tu mirada y así no te dejan en paz… pasado el cierre de los comicios vuelve a la normalidad el habitual estado de indiferencia e ignorancia hacia el requerido votante…”.

Ni hablar del día del acto eleccionario en el que candidatos y “militantes” se agolpan en las puertas de los lugares de votación tratando de ganar algún voto extra de última hora. Dejar votar libre de presiones al elector es parte fundamental del respeto por su derecho al voto.
Así como se encuentra regulada la publicidad en medios masivos tradicionales, con períodos de veda y otras normas, cada vez se observa más necesario tener una regulación para los nuevos medios. Recibir cinco o seis WhatsApp de la misma lista en menos de un día; ser llamado dos y tres veces para ver si va o no a ir a votar, son cuestiones que deben ser analizas y reguladas.
El potencial votante tiene también el derecho a “ser dejado en paz” si no es su deseo participar de la campaña. En el derecho anglosajón se denomina right to be alone. Ser dejado solo. Nosotros preferimos hablar de un “derecho a la intimidad cívica”.
Más y mejores elecciones son el único camino para solucionar los déficits en materia de democracia que nuestra sociedad todavía, lamentablemente, presenta.

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