Romina, Constanza y Amanda desarrollaron una serie de juguetes que incorpora elementos particulares a tradicionales, con el fin de ser inclusivos y adaptables a la diversidad. “Interpelamos a un mercado que excluye la diferencia”, destacan
Bosque de Letras es un emprendimiento cordobés que crea juguetes didácticos inclusivos. Cuando las tres emprendedoras decidieron embarcarse en este desafío, lo hicieron con la intención de completar “un vacío conceptual y ético” en lo que respecta a la venta de ese tipo de productos.
“Muchos profesionales y padres nos preguntaban por juguetes con determinadas características -formas de agarre o tamaño- para sus hijos o pacientes con alguna dificultad específica. Les resultaba imposible encontrarlos. No buscaban otros juguetes sino los mismos que están en el mercado, pero con algunas variables que permitieran que estos niños puedan jugar con el resto”, cuenta a Comercio y Justicia Romina Rinaudo, quien junto a Amanda Iturra y Constanza Modarelli dieron vida a esta iniciativa.
“La idea nunca fue hacer objetos diferentes sino ampliar la concepción de los que ya existen mediante la incorporación de elementos particulares, que los vuelven inclusivos y adaptables a la diversidad. Tratamos de generar mundos en común dentro de la infancia y a la vez interpelar a un mercado que en ocasiones excluye a la diferencia”, puntualiza las emprendedoras.
Según cuentan sus creadoras, Bosque de Letras tiene dos personajes: una nena llamada Lola, y un nene de nombre Niko. “Los juegos tienen la particularidad de que en cada encastre se puede elegir cuál de los dos encastrar, para que permita también trabajar con cuestiones de género, identificación, lazos familiares, etcétera”, resalta Romina.
En este momento, la marca cuenta con tres líneas didácticas: “Mis manos”: Braille, encastre y números; “Lola y Niko”: encastre, personajes y espacios, con agarres específicos para la motricidad fina; y el dominó de formas y colores, con tamaños y tonalidades adecuados para trabajar la motricidad fina y disminución visual.
Además, para completar la experiencia del juego, al packaging se incorporan actividades para que todos los niños conozcan y se acerquen a otros sistemas, como el lenguaje de señas.
Con respecto a las proyecciones del emprendimiento, a corto plazo, las emprendedoras buscan generar un “producto original en el que cada una de las integrantes pueda desarrollar su creatividad y plasmarla en un producto funcional y atractivo para los niños y profesionales”.
“A mediano plazo también esperamos recolectar la mayor cantidad de información posible para poder evolucionar en el proceso como profesionales y, por ende, visualizar posibles mejoras en este programa de formulación de opciones pedagógicas inclusivas”, agregan las emprendedoras. Más adelante, cuando la iniciativa ya esté consolidada, la intención del equipo es la de reinvertir en nuevas líneas para hacer crecer la marca y expandirla.
El mercado
Las emprendedoras cuentan que, actualmente, en el mercado no hay una diversificación de productos didácticos: “Son pocos y no se advierte renovación de acuerdo con condiciones de cambio de época en la que no hay que integrar sino que incluir”.
“Nuestra solución propone brindar un fácil acceso a instituciones y padres al momento de buscar juguetes que estimulen el aprendizaje de todos los niños, entre ellos los que viven con disminución visual y motriz, como primera medida”, agrega Rinaudo
En este sentido, destaca que el diferencial de Bosque de Letras es generar juguetes que consideren la diversidad funcional de los niños para que, cada uno con sus diferentes posibilidades, puedan jugar juntos. A su vez, la marca tiene un proyecto social de inclusión que se articula con la Fundación Chicos por el Arte, que propone concientización y a su vez talleres de adaptación de juguetes para transformarlos en juegos inclusivos.
Venta y producción
La venta de los productos de Bosque de Letras está enfocada en las jugueterías didácticas, profesionales, instituciones educativas, gubernamentales, fundaciones que trabajan con niños, colegios con nuevas pedagogías, y padres.
Por el momento, la venta se realiza de forma directa con vendedores y también se incorporará un canal de e-commerce. “Como no hay muchas marcas de juguetes inclusivos, tiene potencial no sólo en la ciudad de Córdoba, que es en donde comenzamos, sino también en el interior de la provincia. Por otra parte, ya estamos generando alianzas con personas interesadas en Buenos Aires”, comenta la emprendedora.
Si bien la idea y el diseño lo realizan las emprendedoras, la producción de los juguetes didácticos está tercerizada: “La impresión, pegado y corte en este momento se terceriza, con miras a adquirir en un futuro próximo la maquinaria necesaria. Los juegos que incorporan Brailles tienen terminaciones realizadas por nosotras”, señala.
Fundación GEN E
crecer con el apoyo de una incubadora de empresa de triple impactoBosque de Letras es uno de los emprendimientos que fue incubado en la Fundación Gen E, una entidad que apoya emprendedores de triple impacto. “Nos interesó sobre todo que consideren el triple impacto que se origina en las tres áreas que componen este tipo de emprendedorismo: conciencia ecológica, social y económica. Gracias a esta fundación pudimos desarrollar un plan de negocio razonable, bien elaborado; es decir, seguimos todos los pasos necesarios para poder hacerlo de una manera responsable. Nos apoyaron profesionales de diversas áreas que brindaron un acompañamiento en todo momento. A su vez, el grupo humano que lo conforma está muy comprometido con el proyecto”, destacan la emprendedoras.
Ellas consideran que, a pesar de la ayuda de este tipo de entidades, los emprendedores en Argentina tienen que lidiar con otros factores que en muchas ocasiones dificultan el crecimiento del emprendimiento: “Creemos que la inflación en este momento es una dificultad porque los costos se incrementan e impactan en los productos, tasas de impuestos, accesos a financiamientos. Por otro lado, si bien hay un crecimiento de pymes en el país, muy pocas logran sobrevivir en el tiempo. Posiblemente debido a la falta de políticas que apoyen su proceso inicial”, destacan.
En el ámbito interno, consideran que uno de los errores más grandes es “no ser consciente de la importancia de la validación de los productos o servicios”.