Por Mónica Macha (*)
Por séptima vez y con la firma de 71 legisladores, se presentó el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo promovido por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y gratuito.
La diferencia con este momento y los anteriores intentos es quizás el terreno ganado por el debate en la agenda pública. Gracias a toda la historia de lucha que ciento de miles de mujeres supieron construir, hoy se logró instalar el tema ya no solamente como una iniciativa sino como un grave problema que nos aqueja y debemos resolver.
El problema es de salud pública y la solución debe ser política pública.
Durante mucho tiempo se vivió una verdadera campaña de desinformación sobre el tema y desde algunos sectores se enfatizaba el argumento de que la sociedad no estaba preparada para debatirlo, pero hoy vivimos un momento distinto.
Toda esa lucha de los movimientos feministas logró sembrar interés, empatía y mayor reflexión en la sociedad.
Con el proyecto presentado y el debate instalado, llegó el momento de discutir seriamente y de manera responsable sobre el derecho de las mujeres a acceder a un aborto legal, seguro y gratuito.
Si entendemos que en esta discusión no tienen lugar ni las creencias ni las apreciaciones personales ni tampoco la hipocresía, nos quedará como materia de análisis la realidad.
Y la realidad muestra que las mujeres abortamos, que por estar penalizado no hay menos abortos y que la ilegalidad lo único que asegura es que las condiciones en que se practican esos abortos sean siempre riesgosas.
La mujer que llega a una situación de aborto clandestino ya de por sí está en una condición de indefensión y cierto grado de peligrosidad. Si, además se criminaliza esa situación, lo único que se logra es que las condiciones sean más injustas y que más mujeres mueran.
Quienes realmente quieran defender la vida, no pueden mirar para otro lado frente a esa realidad. Si queremos defender, cuidar y abrazar la vida debemos pelear para que desde el Estado se garantice la educación sexual para decidir, los anticonceptivos para no abortar, y el aborto legal para no morir.
Estar a favor o en contra de este proyecto no es estar a favor o en contra del aborto, aprobar esta ley no se traduce en más mujeres abortando. Lo que se logra acompañando este proyecto es que las mujeres que decidan abortar puedan hacerlo en condiciones más seguras y en un escenario donde su vida no esté en riesgo.
Pero, además, de aprobar este proyecto lo que estaríamos logrando es llevar adelante la tarea más digna que tiene la política, que es llevar justicia social allí donde sólo hay desigualdad.
Como firmante del proyecto y militante feminista, me siento honrada de poder participar, desde mi lugar de Diputada Nacional, de este momento histórico.
Confío plenamente en que seremos capaces de dar este debate con la mayor de las responsabilidades y sin desviar nunca la mirada de nuestro pueblo que es al que nos debemos los militantes políticos.
(*) Diputada nacional del Frente para la Victoria