Tres emprendedores cordobeses son los fundadores de Crabs, una iniciativa que busca solucionar la problemática de los desechos agroindustriales. Con los de esa oleaginosa se puede obtener una placa de aglomerado con características iguales o superiores a la madera, pero con el diferencial de que se trata de un material reciclado, sustentable y amigable con el ambiente. El producto puede ser utilizado en la construcción, el diseño de interiores o en objetos y mobiliario en general
Por Natalia Riva – [email protected]
La problemática de la generación de residuos -y de su destino final- ocurre no sólo en las grandes ciudades sino que también es visible en el campo y en el sector agroindustrial.
Por ejemplo, en Córdoba se concentra casi la totalidad de la producción nacional del maní, siendo Argentina el segundo exportador mundial. La cosecha en el último período alcanzó una producción de 1.100.000 toneladas, pero 30% corresponde a la cáscara, es decir que 330 mil toneladas se desechan por año, ya que el maní se vende pelado.
Una iniciativa cordobesa, Crabs, nace como una solución a esta problemática a partir de la idea de tres amigos -Marcos Heyd, Ignacio Dematteis y Alejandro Sarsfield- quienes quisieron unir sus experiencias en el campo del emprendedurismo, la arquitectura y el marketing empresarial en pos de una idea y un objetivo en común.
Su objetivo es generar materiales innovadores utilizando como materia prima todos aquellos residuos orgánicos del sector agroindustrial. Pretenden “abrir el catálogo de materiales que pueden ser utilizados en la construcción, el diseño de interiores u objetos y mobiliario en general”.
El producto
Actualmente, a partir de un acuerdo con el Conicet -acompañados por la arquitecta Mariana Gatani- los jóvenes emprendedores están desarrollando placas de aglomerado de partículas de cáscara de maní de 60 cm x 60 cm, obteniendo un producto revolucionario en el mercado de la construcción y diseño. Este nuevo material tiene buenas aptitudes técnicas, ya que cumple con las normativas mecánicas, biocidas, térmicas, acústicas y ambientales, según cuentan los emprendedores a Comercio y Justicia.
“El producto se llama Placas COR (siglas de “construcción orgánica reciclada”), que impacta de forma positiva frente al cambio climático porque la cáscara de maní es el insumo principal que utilizamos, siendo para las maniseras su mayor residuo. Nosotros lo tomamos como un elemento clave de nuestra producción generando un producto reciclado, sustentable y amigable con el ambiente”, puntualiza Dematteis.
“En este proceso productivo, la cáscara es un áridolignocelulósico de origen vegetal que, al moldearlo con resina como ligante, luego de prensar y estacionar, nos permite obtener una placa de aglomerado con características iguales o superiores a los de madera”, destaca el emprendedor.
En busca de financiamiento
Actualmente, como empresa están buscando financiamiento por medio de diversos fondos de inversión para cumplir su objetivo: “La intención es invertir dichos fondos en la línea productiva y de esta manera llevar las placas de 0,60 x 0,60 metros a una medida estándar de comercialización de 1,22 x 2,44 metros, y así poder incorporarnos como una nueva alternativa en el mercado de la madera para la construcción y sus derivados”, proyecta Dematteis.
En el mercado, Placas COR compite con los aglomerados y los paneles OSB de madera. “Si bien tienen muy buena aceptación en el mercado, nuestro producto es superior ya que ante igualdad de aptitudes técnicas, su origen sustentable y su bajo costo le otorgan una ventaja ambiental y económica considerable”, agrega el emprendedor.
Con respecto al potencial que tiene el producto en el mercado, los jóvenes se muestran muy optimistas: “El sector de la producción maderera se estima para 2018 en 14 mil millones de dólares, que proviene de una proyección de los valores de 2016, y teniendo en cuenta el crecimiento que se pretende para este año. Si bien es un crecimiento lento y medido, los números son favorables y alientan a seguir apostando en esta industria”.
La intención de los emprendedores es tener una planta productiva radicada en el sureste de la provincia de Córdoba, ya que allí se encuentra el grueso de la industria manisera. A su vez, según explican, la logística también es un factor importante en el proceso productivo y la infraestructura vial de la zona es acorde al proyecto de distribución a todo el país. “A partir de nuestro acuerdo con Conicet, actualmente estamos trabajando junto a la empresa Maglione, en la localidad de Las Junturas, ubicada a poco más de 115 km de la ciudad de Córdoba”, cuentan.
Crabs forma parte de la incubadora de proyectos sociales Drimcom. Acerca de su estadía en ese espacio, aseguran que es un lugar donde “las ideas se potencian y en la que contamos con la asesoría y la experiencia de grandes emprendedores que nos permite crecer como personas y como empresa”.
Claves, según los emprendedores
“Al comenzar surgen varios inconvenientes y trabas que te van sacando de foco pero no hay que darse por vencido tan fácil y buscarle la vuelta para destrabar y seguir adelante”.
“Es muy importante dejarse asesorar por aquellas personas que están más capacitadas que nosotros y tienen la intención de ayudarte a crecer”.
“Un error grande es no ser estratega a la hora de lanzarse al mercado ya que no es el mismo proyecto cuando lo estamos creando que cuando ya esté funcionando”.