viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Una marcha que incidirá de lleno en los números

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A la primera polémica por la cantidad de participantes seguirá el impacto relativo en los porcentajes de las negociaciones paritarias nacionales. Y si resulta exitosa, puede golpear las cuentas estatales y privadas

Por Javier De Pascuale – [email protected]

La marcha nacional convocada por la Federación de Camioneros en rechazo de las paritarias trabadas en el sector, presentada ante la opinión pública como una convocatoria de rechazo a la política económica del Gobierno nacional, determinará el destino inmediato de las negociaciones paritarias nacionales ya en marcha o por abrirse e impactará de lleno en la continuidad o no de algunas de las políticas cuestionadas, no sólo por los Camioneros o por el mundo del trabajo sino por gran parte de la oposición política a la administración que encabeza Mauricio Macri.
Todo dependerá, por supuesto, del número de convocados, de la cantidad de participantes de la marcha, que aunque viene siendo castigada duramente por los medios de comunicación concentrados -en particular a través de una profusa campaña para difundir la deserción de otros sindicatos a la marcha- promete, no obstante, una altísima concurrencia.
Por supuesto -y esto es algo clásico en cada movilización-, habrá polémica en torno del número real de convocados o de participantes de la marcha encabezada por Camioneros, a la cual adhiere una vasta variedad de organizaciones gremiales, sociales y políticas.

La fuerza a cargo del operativo de seguridad difunde un número, en general menor que el que puede considerarse real. Y los organizadores establecen el propio, muy por encima de aquél -a veces “inflado”-. Se trata de la primera disputa por el número, según la cual se busca establecer su éxito o su fracaso.
Por supuesto, la repercursión mediática, las presencias, ausencias y el tono de los discursos, así como la presencia o no de incidentes en el transcurso de la movilización y hasta en su desconcentración son otros factores que terminan de configurar el saldo positivo o negativo que obtienen los convocantes en estos casos.
De modo que hay una primera disputa por el número, que es la que determinará luego una segunda disputa, por otro número: el de las paritarias nacionales, hoy encerradas en el callejón sin salida del 15% alentado por el Gobierno nacional, sin cláusula gatillo a activarse por escalada inflacionaria, tal como propuso el gobierno de la provincia de Buenos Aires a los gremios docentes del distrito. Si Moyano y sus socios de ocasión logran mostrar mañana a todo el país una avenida 9 de Julio colmada de manifestantes y colorida con toda la escenografía propia de esos escenarios; y si la marcha misma se desarrolla pacíficamente, es posible además que la foto apure además los cambios que están reclamando distintas organizaciones gremiales en el secretariado de la CGT nacional.
Lo que es seguro es que una marcha exitosa obligará al Gobierno nacional a profundizar el “gradualismo” y a atender con una sintonía más fina al desarrollo de algunas de sus políticas, así como a “soltar el bozal” que impuso a los gobernadores mediante el pacto fiscal y a algunas de las cámaras empresariales sectoriales, para que se ciñan al número mágico de 15% en las negociaciones paritarias.
Ambas ramas de consecuencias incidirán en los números de las empresas tanto si el Gobierno debe recurrir a una mayor expansión fiscal cuanto por el lado de los fondos que exija en la recaudación. Además de los cambios que dejará en paritarias, obvio.

Mientras el Gobierno intenta circunscribir la protesta a la situación de los Moyano ante la Justicia, no son pocos los sectores que especulan que una buena convocatoria les acercará los tiempos políticos que hasta ahora les han sido esquivos a quienes buscan resistir las políticas de la administración Macri. La CTA, por ejemplo, ya propone el anuncio de un paro general para el día después. “El Gobierno tiene miedo de que la marcha sea multitudinaria”, señaló Hugo Yasky, titular de una de estas centrales sindicales.
Los sectores convocantes son optimistas. Consideran que hay razones suficientes para la movilización y que cierto descontento mayor del percibido puede expresarse en las calles, con la pérdida de poder adquisitivo del salario, la seguidilla de ajustes en los servicios y el techo a las paritarias como contexto.
También se mantienen alertas. El antecedente de violencia en la plaza de los Dos Congresos, cuando se trataba la reforma previsional, opera como fantasma. También la tensión del 22 de agosto pasado, en un acto de la CGT, con peleas internas de Camioneros, a la luz de todos, en Plaza de Mayo. Es el punto en que se juega buena parte del éxito final de todo el esfuerzo para los convocantes: una marcha exitosa puede arruinarse y quedar en la memoria colectiva como un desastre, si al cierre se producen incidentes.

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