Por A. Carolina López Quirós *
Continuando con el tema de la entrega anterior respecto al derecho del niño a ser escuchado y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y grado de madurez, les presentamos un nuevo caso.
Lucas y Claudia estuvieron casados diez años. Desde hacía dos estaban separados. Llegan a mediación derivados de un juez de Familia. El año anterior, el padre había planteado un incidente para modificar el acuerdo y cesar con el pago de la cuota alimentaria, ya que el hijo vivía ahora con él. Antes, Teo lo hacía con su madre y ésta pretendía un aumento de cuota.
Desde el inicio se advertía un clima tenso. Caras muy rígidas, ojos llorosos. Puños cerrados. Era tal la situación que los mediadores preguntamos si era factible tener una reunión conjunta, lo que sin embargo fue aceptado a coro.
Las partes estaban acompañadas por sus letrados. Su prudencia y buena fe en gran medida colaboraron con el acuerdo. Los abogados intercambiaron algunas palabras. Ella y él se ignoraron. Los mediadores explicaron las características de la mediación y su preferencia de escuchar a las partes y luego la perspectiva legal de los asesores. El nivel de descalificación mutua fue tal que ir a reunión privada parecía el paso ineludible.
Lucas la acusaba, fuera de sí, de querer sacarse al chico de encima y pretender plata, mientras su abogado constantemente intentaba calmarlo. Finalmente pidió disculpas y manifestó que no habría inconveniente en permanecer todos juntos y que era importante escuchar lo que Claudia quería decir. Agachó la cabeza y no habló más. A su turno, ella explicó casi en llanto que quería ver a su hijo y que Lucas hacía un año que no se lo permitía.
Él volvió al ataque, expresando a los gritos que el alejamiento se debía a que ella había elegido a su nueva pareja por sobre el hijo y que él estaba para defenderlo.
El Dr. Roque, su abogado, pidió unos minutos para hablar con su cliente a solas. Cuando reingresaron, el ánimo era más tranquilo. El letrado explicó que el caso trataba de un aumento de cuota pedido por la señora, el que rechazaban porque hacía más de un año Teo vivía con su padre.
-”¿Por qué no me permite ver a mi hijo? Le ha trastocado la cabeza, no lo deja ni hablar por teléfono conmigo. Cuando decidió irse con él fue porque lo amenazó con que se iba a matar”, dijo ella, llorando. Su abogada la tomó del brazo y la contuvo y susurró que se calmara. Se disculpó y solicitó pasar a reunión privada, en la que insistieron que Teo fuera escuchado. El pedido nos sorprendió porque en los casos en que las diferencias como cónyuges son tan acentuadas no suele haber este tipo de solicitud. Sin embargo, creían que sería conveniente que lo hiciéramos y -lo más importante- se comprometían a aceptar su voluntad. Cierto es que Claudia estaba convencida de que el padre lo había manipulado y por eso su hijo no quería verla. También, de que Lucas era violento, insultaba y amenazaba y ella –y creía que su hijo- le tenían miedo.
En reunión privada con Lucas, aceptó que los mediadores hablaran con Teo. Estaba absolutamente persuadido de que su hijo quería vivir con él y que la actual pareja de Claudia lo maltrataba.
En una reunión a solas con los abogados, aceptaron el encuentro privado con Teo, para intentar detectar su verdadero interés. Se lamentaban de este caso, veían mucha violencia en el vínculo y a un pobre chico muy tironeado. Los padres autorizaron por escrito la entrevista con Teo y se comprometieron a aceptar su deseo. Los mediadores aclararon que la reunión sería confidencial y no dirían nada de lo que hablaran con él, salvo que pidiera lo contrario.
Teo tenía 12 años y era muy inteligente y desenvuelto. Le explicamos que estaba protegido. Que él podía contarnos lo que quería hacer. Que sus padres habían dicho que respetarían su decisión. Insistimos en que nada de lo que habláramos con él iba a ser trasladado a ellos, excepto lo que él autorizara.
Teo tenía muy clara la situación. Quiénes eran su padre y su madre. No tenía buena relación con la pareja de su madre. Sabía que su padre era difícil y prefería evitarse problemas y vivir con él; se sentía mejor así; no quería volver a vivir con su mamá. También dijo que quería retomar el vínculo con ella y que la extrañaba. Que quería que ella le comprara un celular y le pagara un abono porque su papá no lo iba a hacer. Quería ver a sus hermanos. Pero todo eso debía ser en ausencia de su nueva pareja. Que él sabía que Alejandro no era malo. Pero su papá no lo aguantaba.
Trasladamos el pedido de Teo y, para nuestra sorpresa, en un caso y en un contexto en el que jamás creímos llegar a un acuerdo, tal como lo prometieron, los padres respetaron el deseo del hijo.
Cuán importante es que los niños sean escuchados. Y la mediación resulta un ámbito ideal.
* Mediadora