Con pocos días de diferencia, el gobierno estadounidense castigó las exportaciones de biodiésel argentino con una acusación de dumping y un arancel prohibitivo y se ufanó del aumento de las importaciones argentinas de productos norteamericanos. Sigue la polémica
Días antes de que la Secretaría de Comercio estadounidense echara un balde de agua fría a las relaciones económicas con el Gobierno nacional al imponer, el lunes, un arancel de 70% a las importaciones de biodiésel argentino, la Casa Blanca había informado en su cuenta de Twitter, luego del diálogo telefónico que el presidente norteamericano Donald Trump mantuvo con su par Mauricio Macri, que “pronto” la carne porcina de Estados Unidos se venderá en Argentina.
Ese país espera vender por unos US$10 millones en un primer momento y competir con Brasil, que cubre casi 11% de lo que se consume en Argentina de ese producto.
En agosto pasado, EEUU ya había dado por habilitado el mercado argentino para su carne de cerdo. Técnicos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) realizaron una inspección sanitaria a las granjas porcinas de EEUU a fin de septiembre pasado y ahora se encuentran confeccionando un informe.
La comunicación vía Twitter de la Casa Blanca tomó por sorpresa a las autoridades argentinas por la referencia a la carne porcina que hizo EEUU.
De hecho, la comunicación que difundió la Casa Rosada consignó que -entre otros temas- Macri habló con Trump de la necesidad de Argentina de que se reabra el mercado de EEUU para la carne vacuna y se solucione el conflicto por el biodiésel. Sin embargo, el Gobierno no hizo referencia a la cuestión de la carne de cerdo.
“En el tema del biodiésel, el presidente Macri consideró junto al presidente Trump lo relativo al diálogo entre los sectores privados de ambos países y el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, a fin de resolver diferencias existentes para que pueda retomarse dicha exportación a ese país”, dijo la Casa Rosada. Agregó que el país le atribuye “importancia” al acceso de la carne bovina a EEUU.
Según la prensa especializada sectorial, la carne porcina quedó en el marco de la charla general sobre comercio. “Macri habló de los productos nuestros que llegan allá y Trump de los suyos, como la carne porcina”, relató el sitio Sembrando.
La decisión de importar carne de cerdo de EEUU había sido duramente criticada por Federación Agraria Argentina (FAA) y por algunos gobiernos provinciales.
“Desde hace tiempo, el mensaje del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, es que quiere que Argentina pueda ser el supermercado del mundo. Esto es totalmente contradictorio con la decisión de importar carne de cerdo desde Estados Unidos. En este camino, en lugar de ser supermercado pasaremos a ser el depósito donde este país meta las cosas que no puede ubicar en otros lugares”, expresó la FAA en un comunicado.
El ingreso de carne de cerdo de EEUU -como de otros países- “nos pone a los productores a competir en condiciones desfavorables porque tanto Estados Unidos como la Unión Europea subsidian la producción, mientras que en Argentina la presión tributaria es enorme”, agregó la agrupación de productores pequeños y medianos.
A su vez, alarmados por el riesgo sanitario, llegaron a reunirse ministros de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, ya que el cerdo norteamericano trae una enfermedad que no existe en el país.
La industria de la carne porcina argentina representa 40 mil puestos de trabajo y directos y 80 frigoríficos especializados, la gran mayoría pequeños y medianos, de productores que desde hace 15 años vienen invirtiendo en infraestructura y genética para lograr estándares de calidad envidiables en el mundo. Ese avance entró en riesgo con la decisión de la administración Macri, si se confirma lo anticipado por la Casa Blanca.
80 son los frigoríficos especializados en faena porcina que se establecieron en los últimos 15 años en el país.Las inversiones fueron millonarias y la cadena porcina hoy mueve 40 mil
puestos de trabajo directos.Genética
La gran mayoría de los frigoríficos porcinos nacionales son de pequeños y medianos productores que desde hace 15 años vienen invirtiendo en infraestructura y genética para lograr estándares de calidad envidiables en el mundo. Ese avance entrará en riesgo, si se confirma lo anticipado por la Casa Blanca.