Por Julia Valmarrosa (*)
En el mundo, entre el 18 y el 24 del mes en curso es la Semana de las Personas Sordas, que en Argentina se conmemora específicamente el día 19 de septiembre.
Durante este mes encuentro mi muro de Facebook repleto de videos que transmiten mensajes de orgullo sordo que no sólo sienten las personas sordas sino aquellas que conocen y viven la comunidad sorda a través de la Lengua de Señas Argentina (LSA). Videos que promueven el conocimiento y respeto por la comunidad sorda, su lengua y su cultura. Porque, como dicen, uno no puede valorar lo que desconoce.
Yo tenía 15 años. Una etapa de mi vida en la que me encontraba en una especie de limbo, perdida entre la adolescencia y la secundaria. De repente, no podía seguir a mis compañeros oyentes en las salidas y conversaciones ni tampoco a las pocas personas sordas que conocía y que hablaban en LSA. No me encontraba ni en el Mundo Oyente ni en el Mundo Sordo.
Fue entonces que comprendí que jamás había intentado conocer la LSA. Al hacerlo, se fue coloreando rápidamente mi camino (¿y cómo no, si es mi lengua accesible?), fui encontrando mi identidad sorda y junto a ella, a muchas personas que fueron y son parte de mi vida y me hacen ser quien soy.
Es algo inexplicable, me sentí realmente parte de una comunidad; tenía un grupo de pertenencia.
Las charlas, las salidas, los amigos ya no eran un conflicto ni una lucha por intentar entender… La LSA permitía mi acceso al mundo de una forma directa y clara.
En la comunidad sorda pude, por primera vez, sentir que encajaba tal y como soy, que todo estaba hecho para mí sin exclusión de modo alguno.
Pero ¿significa esto que vivo en plena inclusión dentro de la sociedad? Las barreras con las que las personas sordas nos encontramos para desarrollarnos y participar en las sociedades oyentes son muchas; la principal es la lingüística.
Los seres humanos tenemos la capacidad de desarrollar el lenguaje y lo hacemos cuando estamos en contacto con una comunidad que emplea una lengua accesible. En el caso de los niños sordos, este proceso de adquisición no suele suceder tempranamente ya que su entorno utiliza una lengua sonora.
Aprenderla requiere de un entrenamiento intensivo y compromiso, que es lo que me ocurrió a mí. Pero para la mayor parte de los niños este proceso es muy dificultoso y los resultados no son siempre los esperados.
La lengua de señas, por su modalidad viso-gestual-espacial resulta siempre accesible para los niños sordos quienes, si fueren expuestos a un ambiente lingüístico en el que se hablara esta lengua, podrían adquirirla, al igual que los niños oyentes aprenden a hablar una lengua sonora.
En Argentina, más de 90% de las familias de niños sordos está conformado por personas oyentes que no conocen ni usan la lengua de señas. Así, muchos niños sordos quedan excluidos de las conversaciones familiares y, por ejemplo, de que alguien les cuente un cuento antes de dormir.
La lengua, antes de ser herramienta de comunicación y expresión, es posibilidad de desarrollo del pensamiento. Es un derecho esencial de todos los niños y las niñas acceder a ella. La comunidad sorda tiene como núcleo fundamental una identidad lingüística mediante la cual se construye una forma de entender el mundo y una cultura.
Hablamos mucho por estos días de inclusión educativa, ¿pero cómo la estamos definiendo?
En el caso de las niñas y los niños sordos, proponemos entenderla como aquella que respeta los derechos y la identidad de la comunidad sorda, basada en modelos bilingües e interculturales. En estas escuelas, la lengua de señas es la lengua en la que se enseñan todos los contenidos y la que emplean todas las personas que participan de la comunidad educativa.
Que los niños puedan desarrollar la lengua de señas tempranamente en la escuela favorece además el acceso a otras lenguas como el español (en el caso de Argentina) y a la cultura mayoritaria de la que también son parte. Es esta la forma de estar en contacto continuo con otras personas sordas para poder desarrollar plenamente su identidad y de obtener a la vez todas las herramientas para su participación en la sociedad.
En Argentina, que suscribió la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, los niños sordos aún esperan el reconocimiento de la Lengua de Señas Argentina como una lengua oficial y políticas educativas que defiendan este derecho que, aunque se implementa en algunas instituciones, no está regulado. ¿Cómo se puede pensar en inclusión si nuestras características identitarias son invisibilizadas?
Entonces ¿por qué es necesaria una semana de las personas sordas a nivel mundial? Simplemente porque aún se ignoran muchas de estas cuestiones y no nos han preguntado a las personas sordas ¿cómo hacemos para lograr una inclusión real?
(*) Integrante de la organización social Canales creciendo en señas, en la que sordos y oyentes trabajan para que se respeten los derechos de los niños, niñas y jóvenes sordos a una educación de calidad, accesible y bilingüe: en Lengua de Señas Argentina (LSA) y español.