Por José Simonella*
Pasaron las PASO, con sorpresas para algunos y no tanto para otros, pero lo que no pasaron son las expectativas sobre las elecciones de octubre y lo que a partir de ese resultado pueda venir en reformas e iniciativas impulsadas por el Ejecutivo y el Poder Legislativo, con relación a los problemas de relevancia que tiene que enfrentar el país.
Iniciativas y reformas que lamentablemente no fueron planteadas ni analizadas con la debida profundidad durante esta parte de la campaña. Contrariamente a lo esperado para candidatos a ocupar cargos legislativos. En la mayoría de los casos, los mensajes es tuvieron enfocados en generar sensaciones, estados de ánimo, destacar apoyos, etcétera.
Campañas diseñadas seguramente con mucho marketing pero con muy poca difusión de propuestas concretas, lo suficientemente avaladas con estudios que otorguen viabilidad técnica, para la solución de alguno de los desafíos que se plantean, que nos permitan a los electores analizar hacia dónde se encaminan los distintos candidatos y cuáles son las leyes que procurarán impulsar.
Se habló del qué, pero muy poco del cómo se pretende hacer. No digo que nos digan todo lo que piensan hacer, pero nos merecemos que en el espacio que se abre hasta las elecciones de octubre nos digan y manifiesten posturas sobre temas concretos, en procura de superar los ingentes desafíos que nos quedan por enfrentar a los argentinos y que permitan comenzar a percibir mejoras en problemáticas como pobreza, seguridad, educación, empleo, competitividad, infraestructura, etcétera.
Dentro de los enunciados generales sobre los que no se ha dado ninguna señal concreta están lo vinculado a la reforma tributaria, reforma que todos demandan en procura de disminuir una presión impositiva que es altísima y que atenta contra la competitividad de los sectores productivos, de servicios y sobre el trabajo formal. Disminución que debe ser complementada necesariamente con una reducción de gasto público, no en el ánimo de disminuir gastos necesarios en momentos como los actuales pero sí para tornarlo más eficiente y eficaz.
Es cierto que el Gobierno ha dado algunas señales, como la implementación de algunas reformas en procura de disminuir la presión a las pymes, aumentar la base con el impulso del blanqueo y la moratoria, pero todavía queda mucho por ver.
Algunos hombres del Gobierno dicen que no hay que esperar la implementación de un plan que contenga todas las reformas de una sola vez, sino que éstas serán implementadas de manera escalonadas. Ello seguramente obedece a posibilidades políticas y a que la oportunidad de realizar una reforma no es la indicada, si se tiene en cuenta el gran déficit fiscal existente y la apretada situación de los diferentes niveles de gobierno. Por ello no se habla y se torna casi imposible el tratamiento de la tan retrasada discusión y resolución sobre la coparticipación impositiva.
Entre esas reformas, en diferentes artículos se habla de gravar la renta financiera. De ser así, y más allá de que me parece no estaría en línea con un gobierno como el actual, que promueve y necesita de un mercado de capitales y un sector bancario más vigoroso, conviene realizar algunas reflexiones que habría que profundizar antes de avanzar y que seguramente serán motivo de otro análisis con más números y detalle pero que podríamos anticipar como diciendo que no cabe dudas de que puede sonar bien al oído de muchos, pero es necesario aclarar que la renta financiera ya está gravada para las empresas; es por ello que el universo que queda por gravar son algunos instrumentos financieros en manos de personas físicas, con lo cual se acotan de manera importante las expectativas que el anuncio genera en términos de recaudación.
Más aún si consideramos que seguramente algunos montos de inversiones no estarán gravados (por ejemplo plazos fijos inferiores a $300.000), pesando en que el propio Gobierno por intermedio del BCRA está empeñado en hacer atractivo el ahorro en pesos.
* Licenciado en Economía y Consultor Financiero.