Por Pedro Raies (*) y Cyrus Shahabi (**)
Las economías convergen y es en los mercados en desarrollo, como el caso argentino, donde se generan muchas posibilidades de catch up. En este escenario, son los emprendedores quienes tienen que aparecer antes que nadie y brindar soluciones a las empresas, en una sociedad que está despertando. Su potencial está en saber aprovechar las ventanas de oportunidad que aparecen cuando los países se normalizan y las compañías ya no tienen que ocuparse de un constante cambio de reglas de juego, sino de optimizar su operación.
Es lo que sucede, por ejemplo, con las startups de fintech. Hoy, con una economía que se ordena, las empresas de fintech que están empezando pueden revolucionar por completo el mercado financiero y destronar a los jugadores históricos. Los bancos son empresas enormes en las que para modificar algo se tiene que convencer a 50 personas y firmar 100 papeles. Las startups, en cambio, son mucho más ágiles y pueden responder rápidamente ante las oportunidades que se presentan.
En Argentina hay una cultura muy innovadora y muy emprendedora, las barreras a superar están dadas por una misión y visión que se quedan a nivel local. Según estimaciones del Monitor Global de Emprendimientos (GEM, por sus siglas en inglés), 90% de los emprendedores argentinos no tiene clientes fuera del país. Mientras tanto, observamos que algunos apuntan al mercado brasileño como su máximo potencial.
En el país existen tanto las herramientas como el desarrollo tecnológico y la capacidad de innovación para expandir las fronteras más allá del Cono Sur o Latinoamérica. Gracias a la tecnología, el emprendedor semilla, aquel que recién sale de la facultad y tiene una idea, puede llegar a competir con Berlín, Tokio o Tel Aviv. Es necesario contar con un modelo de negocios global, una base de clientes potenciales a mayor escala que muestre que el negocio no depende de las fluctuaciones imprevisibles de la economía argentina y genere así confianza en los inversores extranjeros.
Hoy podemos ver varias tendencias que permiten suponer un mundo mucho más abierto e independiente. Los bienes y las ideas viajan muy rápidamente de forma global. Movilizar a las personas cuesta un poco más pero va mejorando y haciéndose más económico. Tenemos también, cada vez más, herramientas para “alquilar” horas de trabajo, para hacer que el trabajo remoto sea mayoritario en un futuro cercano.
En este sentido, se podría decir que hay tres cosas que los millennials tienen a favor y que las generaciones anteriores pueden aprovechar: menos prejuicios, mejor acceso a la información y tecnología más barata. A los jóvenes de hoy nos importa mucho menos cumplir con el mandato familiar, por eso hay menos prejuicios y más libertades para emprender. Al mismo tiempo, podemos acceder por el teléfono a toda la información que se haya escrito y, al mismo tiempo, esa tecnología que tenemos tan a la mano y nos permite trabajar desde cualquier lugar del mundo es cada vez más accesible.
En este panorama, son necesarias las experiencias que otorguen a los emprendedores herramientas prácticas para el desarrollo de sus proyectos. Durante la Conferencia Anual del Emprendimiento Argentino (Cadea), que realizamos en la Universidad del CEMA, sus 250 asistentes reflejaron la demanda de este tipo de propuestas. Armado de presentaciones, valuación de inversiones y selección de inversores son conocimientos muy comunes en otros países, pero aquí no todos tienen acceso a ellos. Mantener este tipo de iniciativas es primordial para seguir potenciando las startups y a la economía nacional.
(*) Licenciado en Economía de la Universidad del CEMA. Fundador de la Conferencia Anual del Desarrollo del Emprendimiento Argentino (Cadea).
(**) Se recibió de la Facultad de Yale, en 2014, con un doble diploma en Economía y Estudios de Latino. Fundador de la Conferencia Anual del Desarrollo del Emprendimiento Argentino (Cadea).