Por Ignacio Bacsay*
El tipo de cambio fue el protagonista en las noticias estos últimos días. Si bien desde principio de año venía mostrando una escasa volatilidad, durante las últimas semanas la escalada del dólar no encontró techo. El detonante principal fue la incertidumbre típica que genera un proceso electoral, lo que causó la dolarización de carteras por inversores tanto extranjeros como locales que venían haciendo principalmente carry trade.
A esto se le suma el retraso de la liquidación de exportaciones del sector agrícola, que espera mejores precios apoyado en el pulmón financiero que obtuvieron debido -en parte- a la gran venta de trigo de diciembre, lo cual a su vez sucedió gracias a la quita de retenciones y las trabas para exportar, y en parte por el crecimiento exponencial del crédito bancario a tasas bajas, producto del exceso de dólares en el sistema financiero a comienzos del año.
Un dato no menor es el déficit comercial acumulando hasta junio, de US$2.615, el mayor en 23 años, el cual se espera llegue a finales de año a US$5.000, producto del estancamiento de la exportación y el crecimiento sostenido de la importación. Esto se traduce directamente en un menor ingreso de divisas por transacciones comerciales, lo que incide en el “recalentamiento” del tipo de cambio.
Además, julio es un mes de aumento de la demanda estacional del dólar por vacaciones de invierno y aguinaldo, que suelen presionarlo al alza.
Sin embargo, no parece haber tanta preocupación en el mercado, sabiendo que el Banco Central tiene poder de fuego para ponerle un techo a la suba cuando quiera, aunque por el momento haya decidido permanecer al margen respetando la política adoptada de metas de inflación con flotación cambiaria.
En el mercado accionario, a pesar de los buenos indicadores de actividad que se mostraron julio, reflejados en aumentos de la producción industrial (2,4% interanual), de la inversión (7,7% interanual) y del PBI (1,9% interanual), el índice Merval, que resultó muy afectado por el contexto político, continúa en un proceso lateral con tendencia a la baja. Es por esto que la sugerencia general es cautela: sólo comprar acciones por recomendaciones específicas y aguardar un panorama más claro, que seguramente vendrá después de las elecciones primarias.
Una opción muy elegida por inversores es posicionarse en bonos en dólares de corta y media duración, resguardándose así del riesgo de la moneda local y de la exposición al riesgo precio que tienen bonos de larga duración; complementando esta posición con activos en pesos de renta fija, especialmente la Lebac, aprovechando las altas tasas que continúan ofreciendo (en torno a 26,5%).
En lo que respecta a financiamiento, el Gobierno continúa dando pasos para la inclusión de la pequeñas y medianas empresas (pymes) al mercado de capitales. Ya realizó un gran avance en el plano fiscal con la Ley Pyme, otorgando importantes beneficios impositivos y préstamos bancarios a tasas productivas; sin embargo, sigue siendo una deuda pendiente la reactivación del mercado de capitales.
Con este objetivo se lanzó recientemente la Obligación Negociable Simplificada (ONS), que permite acceder a fondos de manera ágil, a mayores plazos y mejores tasas, ya que las ONS son respaldadas por sociedades de garantía recíproca. De esta manera también se reducen drásticamente costos de estructuración y colocación y requerimientos de información del anterior régimen. Por otra parte, se dio un gran impulso al Pagaré Bursátil en dólares, que tuvo un muy buen desempeño en lo que va del año: duplicó en seis meses el monto de lo emitido durante todo 2016 y alcanzó tasas en dólares menores de 7%.
De esta manera se logra completar el menú de alternativas de fondeo, que van desde instrumentos de corto plazo, como el cheque de pago diferido, que actualmente explica 85% del financiamiento pyme en el mercado de capitales, pasando por el pagaré en dólares con plazos de hasta tres años y finalizando con la ONS de hasta cinco años de plazo, que promete ser una excelente alternativa.
Más allá de las elevadas tasas de interés actuales, consecuencia de la política antiinflacionaria que lleva a cabo el Banco Central, consideramos que es un buen momento para la pyme de comenzar a dar pequeños pasos en el mercado de capitales, dado el empuje y la buena predisposición actual del Gobierno. Esto, para la pyme, constituye un excelente ejercicio para ordenarse financieramente, conocer los instrumentos, hacerse de una trayectoria en el mercado de capitales y aprovechar herramientas que sólo están al alcance de grandes compañías.
*Responsable de Dracma SA