ESCUCHAREn una cumbre dominada por los debates relativos a conflictos bélicos o prebélicos regionales, la delegación nacional buscó promover los agronegocios, el turismo y la búsqueda de inversiones en sectores clave – Javier De Pascuale – [email protected]
Ante una cumbre mundial del grupo de las 20 naciones más industrializadas del planeta dominada por la búsqueda de acuerdos en torno a conflictos bélicos o prebélicos ubicados prácticamente en el corazón de Europa o en regiones bajo dominio de grandes potencias, Argentina desplegó una estrategia centrada en la búsqueda de acuerdos económicos y la promoción de los negocios.
El presidente chino Xi Jimping, anfitrión del cónclave de Hangzou, había inaugurado la cumbre el domingo con un llamado a buscar soluciones a los problemas económicos del mundo, centralmente el vinculado con las regulaciones que mantienen maniatado el comercio mundial desde hace casi un lustro.
En esa línea, la Cancillería argentina arregló encuentros bilaterales del máximo nivel entre el presidente Mauricio Macri y los líderes de las potencias emergentes con mayor índice de crecimiento, fuerte interés por la facilitación del comercio y menor preocupación por los conflictos regionales mundiales.
El encuentro entre Macri y el primer ministro de India, Narendra Modi, debe leerse en esa línea. Se trata de nada menos que la tercera economía del mundo, por detrás de China y Estados Unidos, cuyo producto interior bruto (PIB) más que duplica el de Alemania y supera en 80 puntos el poder de la economía japonesa. Integra India el selectísimo pool de países que siguen creciendo a tasas cercanas a diez por ciento anual, todas ellas en la agenda argentina de esta última cumbre del G20.
La delegación nacional concurrió al cónclave con dos objetivos centrales y un puñado de metas prioritarias. Mostrar la recuperada fortaleza de la producción agropecuaria nacional era el primer eje, con el fin de afianzar la colocación de lo que se presupone será la mayor cosecha de granos de la historia argentina y que será la campaña 2016/17 de cosecha gruesa. Promover el turismo como industria de bajo costo de inversión, alto valor agregado y rápida respuesta, fue el segundo eje central de la gira presidencial y bajo esta premisa deben leerse los contactos privilegiados realizados con China, India e Indonesia, tres países que concentran una población de 3.000 millones de habitantes y en los que el simple ingreso de Argentina a su menú turístico puede dejar miles de millones de dólares al país.
Detrás se ubicaron las preocupaciones argentinas por lograr inversiones en los sectores de shale gas, shale oil, generación eléctrica, minería, productos farmacéuticos y energía nuclear. En estos puntos hubo avances con Rusia, India, China y Australia. El encuentro de Macri con el premier australiano Malcolm Turnbul debe interpretarse precisamente en ese marco. Australia es el único país de la OCDE que no sufrió una recesión durante la crisis financiera. La economía australiana conoció 25 años de crecimiento consecutivos y el gobierno de Turnbull se ha mostrado abierto a ampliar su cartera de proveedores en diversos rubros.
Finalmente, la reunión bilateral con el premier indonesio fue clave para consolidar un marco de acuerdos que permita a Argentina consolidar el acercamiento a la economía más grande del sudeste asiático, novena economía más poderosa del mundo y que se dirige rápidamente a escalar posiciones aún más importantes. Indonesia y su socio menor Tailandia, país invitado especialmente por China a esta cumbre de Hangzou, son responsables de gran parte de la invasión de productos importados de los primeros meses de este año en nuestro país. Son potencias comerciales con grandes excedentes de capital, con las cuales Argentina no sólo podría dejar de perder, sino por el contrario ganar en inversiones, en exportación de servicios, de conocimiento, de productos industriales para atender a sus más de 260 millones de habitantes.
La economía mundial se encuentra en un camino moderadamente positivo en los últimos meses, la caída en las tasas de desempleo es continua y generalizada en las regiones geográficas más importantes, lo que a su vez estimula el consumo y la actividad inmobiliaria. Desde febrero, el “impulso macroeconómico” aumentó considerablemente y contribuyó a un período prolongado de riesgo en los mercados financieros, durante el cual las acciones mundiales aumentaron cerca de 20%.
En ese contexto, el presidente chino y anfitrión de la cumbre del G20 llamó a sus invitados a concentrarse en la economía y en buscar “una senda de crecimiento” para “reducir las desigualdades”, pero sus ruegos quedaron opacados por las maratónicas reuniones que se realizaron al margen, por otros temas como la guerra en Siria, el brexit y la tensión con Turquía. Aunque la declaración final que ayer dio cierre a la última jornada de la cumbre se enfocó en temas económicos multilaterales, en propiciar la caída de los mecanismos que siguen regulando y frenando el comercio internacional al tiempo que propició inversiones en las economías en desarrollo, los mandatarios de las principales potencias del mundo se enfrascaron en discutir algunos de los temas que dominan la agenda internacional, que en todos los casos exceden las preocupaciones económicas.
