La abundante selva amazónica multiplica especies, mosquitos y palmeras. Junto a ellas se desarrollan generaciones enteras de familias, como también nacen o se reivindican otros modos de vida. Su riqueza invita a las empresas a crear nuevas formas de hacer negocios, en donde la sustentabilidad y el compromiso con la biodiversidad son los ejes estratégicos. En una expedición organizada por Natura, empresa brasileña con más de 50 años en la elaboración de cosméticos y productos de higiene, conocimos su modelo de integración con más de 30 comunidades de agricultores de amazonia, su EcoParque y su plan 2050 para “impactar positivamente” en el ecosistema.
Por Laura Pantoja – [email protected]
Como si la tierra fuera un gran libro y hubiera dado vueltas sus páginas, pero al revés, reunidas en tantos capítulos como tantas vidas pequeñas e ignotas brotaron desde su centro. Como si el progreso escapara de los cánones y las teorías y alcanzara la extraña y hasta sensata sensación de que la historia evoluciona, inventando su propia lógica. Cual sigue tu propia aventura, así, así me sentí cuando los vi al llegar, cuando ellos nos vieron arribar.
Estaban vestidos con su “mejor prenda”, su morena tez matizaba sus motas cabelleras al ritmo del calor y del movimiento del raso de sus polleras con volados, o del nylon de sus calzas escondidas bajo las botas rosas, de una suerte de gamuza, heredadas quizás por algún ciudadano donante de sus sobras.
Niñas pequeñas de tres y cinco años, niños de hasta ocho años, jóvenes vigorosos de 24 y una camaradería de adolescentes, embanderadas por sus sonrisas seductoras; junto al cuerpo de cocineras y al comando de Raimunda, la mujer más añeja de la comunidad -que por coquetería omitió decir su edad- celebraran nuestra llegada a bordo de un barco que nos trasladó a la costa del río Mojú, brazo del mismísimo abundante Amazonas, al norte de Brasil y a unos 125 kilómetros de la ciudad de Belém, capital del estado de Pará.
Mojú se encuentra a orillas del río del mismo nombre, al noreste de Pará. Natura compra los ingredientes naturales de la comunidad desde 2008. Los extractivistas de la región se reúnen en la Asociación Jauari.
La comunidad de agricultores denominada Mojú, nucleados en la Asociación Jaurari, nos recibió con cánticos alegres, en un portugués bien cerrado, y luego nos regaló una coreografía en la que los más pequeños se alistaban con las letras que conformaban, en español, el vocablo “Bienvenidos”.
Pisamos suelo amazónico, eramos 22 periodistas entre colegas de Latinaomércia y Francia, más el equipo anfitrión de Natura, la empresa que nos invitó a conocer su modelo de negocio y a recorrer la Amazonia, cuna de la biodiversidad.
El calor y la humedad era arítífices de una emoción casi indescifrable, combinada con altas expectativas y hasta una búsqueda de respuestas, aún sin preguntas. Los rostros oscuros de un marrón trigueño se opacaban ante el brillo de los enormes ojos pardos; los dientes blancos de las quinceañeras y el rostro anciano de quien manipulaba las semillas al dejarlas secar, daban testimonio de una porción de la realidad, ajena para las grandes urbes o para los acaudalados.
Muchos de ellos nacieron allí, otros oriundos de la ciudad de Belém y demás poblados costeños, lo cierto es que viven de lo que cultivan y nada desperdician. A las semillas las venden como tales, o mediante tecnología cuasi artesanal las prensan y extraen aceites; con la pulpa hacen comidas típicas y jugos frutales, con las hojas de la palmas fabrican herramientas de cosecha y artesanías como cestas y adornos. Construyen sus propias casas con los troncos de las palmeras, usan sus hojas para los techos y los articulan con algunos elementos que compran en las ciudades.
Biodiversidad
La Amazonia es vasta, la vegetación se multiplica espontáneamente. El clima ecuatorial alimenta la diversidad, tejiendo el bioma más rico del planeta tierra. Las palmeras (o palmas) viven como mínimo dos años. Una vez que mueren, los agricultores siembran ejemplares de la misma especie para asegurar su manutención. Esta porción de la Amazonia es una de las principales productoras de açaí, una palma cuyo fruto es de color púrpura y tiene el tamaño de un guijarro. Por año, la comunidad cosecha 40 toneladas de semillas, útiles para la elaboración de aceites y cosméticos, según contaba el presidente de la Asociación Jauari y uno de los principales agricultores de la comunidad, Francisco Ferreira Pereira, en un breve recorrido por las plantaciones selváticas de esa porción. Pero la riqueza de estos cultivos no es sólo lo que está a la vista, son testigos del paso del tiempo y han sido objeto de las culturas ancestrales, que han sabido descubrir sus dotes. El açaí se considera una “súperfruta” por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y anticancerígenas.
Otra de las especies de la zona es el cupuaçu (cupuazú), del tamaño del melón y aspecto similar al coco, con corteza marrón y una pulpa de color blanco cremosa y abundante. Los pueblos indígenas la utilizaban por su delicioso sabor y propiedades medicinales y nutricionales excepcionales. Por ejemplo, sus semillas eran consumidas para sanar dolores abdominales.
Entre otras, también recolectan semillas de palmeras de Andiroba, de cuyo árbol -que llega a tener 30 metros- se recolectan las “castañas”, de las que sus aceites son remedios para dolor de garganta, cicatrices en la piel y enrojecimientos, además de ser emolioente para la piel y el cabello. En menor medida crecen las palmeras de cacau (cacao), el legendario productor del chocolate, que en esta latitud no tienen el liderazgo de la exuberancia, y el Murumuru, cuyas semillas de color marrón claro y de alrededor de una pulgada de largo son muy buenas por sus aceites con propiedades humectantes.
La continuidad de esta forma de vida, elegida o no por estas comunidades de agricultores, hoy es posible no sólo gracias a su instinto de conservación en el lugar sino al modelo de integración que implementa junto a Natura, la empresa de cosméticos más grande de Brasil, con más de 50 años de trayectoria en el mercado.
La vinculación
En el año 2011, Natura lanzó el Programa Amazonia, que tiene como objetivo aumentar de forma sustentable de 11% a 30% la utilización de materias primas cosméticas con origen en la región y beneficiar a más de 10 mil familias de comunidades proveedoras.
Uno de los principales ejes del programa es la articulación con las comunidades de suministros de materias primas, que asegura el abastecimiento de los activos necesarios para la elaboración de sus cosméticos y productos de higiene. Este pionero modelo de negocio fue inaugurado en el año 2000, con la marca Natura Ekos.
Natura tiene como objetivo estructurar, mejorar y expandir las cadenas productivas sustentables de la sociobiodiversidad de la Amazonia. De esta forma, contribuye al desarrollo de estas comunidades para que consigan competitividad y relevancia económica, al mismo tiempo que puedan generar sus propias riquezas y su evolución social.
Otra clave de la propuesta fue la construcción del EcoParque Natura, ubicado en el municipio de Benavides, tambien pertenciente al estado de Pará. Al estar inserto en la región Amazónica, tiene la finalidad de extraer de allí la materia prima y lograr que 70% de la producción provenga de la región.“Extraemos de la zona y la preservamos buscando generar riquezas para el Amazonas, queremos ser un canal de sustentabilidad y sostenibilidad, comprometidos con conservación de la biodiversidad”, explicó en la conferencia de prensa que se desarrolló en la sede de la fábrica de jabones ubicada en el Ecoparque, Mauro Costa, gerente de Relacionamiento y Suministro de la SocioBiodiversidad de Natura. (Ver aparte EcoParque)
Con comunidades como ésta, Natura mantiene relación con un total de 33, de las cuales 25 suministran activos de la biodiversidad, principalmente en el estado de Pará. Junto a otras integraciones que poseen en Ecuador, un total de 3.100 familias son proveedoras de materiales primas y activos .
“La relación con las comunidades la tomamos como una relación con otro perfil de colaboradores, es un negocio yo gano-tu ganas, es por eso que mantenemos una buena calidad en el vínculo, respetamos los acuerdos y los negocios con cada una de ellas, siendo el máximo fin la gran riqueza de la diversidad ambiental y cultural”, agregó Costa.
La empresa y las comunidades se manejan con perspectivas a largo plazo, con regulaciones del comercio justo, con planes acordados y mediante una red de organizaciones multisectoriales, como ONG o gobiernos locales.
“Contamos con contrato de garantía de plazo y establecemos mínima cantidad de aprovisionamiento”, dijo Costa, quien indicó que las comunidades no tienen contratos de exclusividad para con la empresa, es decir, también venden sus semillas y productos de valor agregado a la ciudad, principalmente en el puerto de Belém, donde funciona el Mercado Vero Peso, el más grande de Latinoamérica, con 2.000 puestos de venta.
Con todo, los resutlados de los beneficios para las contrapartes están a la vista. El involucramiento de Natura en las comunidades los ayuda a lograr una mejor organización social, fortalece su capaciad de liderazgo y colabora con el desarrollo de algunas tecnologías in-situ, que mejoran los niveles de producción y autoabastecimiento.
“Natura nos ha provisto de un sistema de filtrado de agua, una disposición escalonada de tanques que recolectan el agua de lluvia y las filtran a medida que se acercan al contenedor desde donde la vierten”, contaba en una de las fracciones del recorrido por la selva, el jefe de la Asociación, Francisco Ferreira Pereira, un joven de 23 años. En contrapartida, para Natura, esta relación le permite mantener viva su fuente de innovación, reducir el riesgo de suministros y acceder a redes de contactos que aseguren sus trabajos en la zona del Amazonas.
EcoParque
En el año 2014 Natura concluyó con la construcción de su EcoParque, en el que invirtió casi 52 millones de dólares o bien R$178 millones. Es un complejo industrial ubicado en Benavides, un municipio de 50 mil habitantes situado a 35 km de Belém. Está construido al lado de la ruta PA 391, en una área de 172 hectáreas perteneciente a la biodiversidad de la Amazonia. “El objetivo de instalar una de nuestras cinco fábricas aquí es estar cerca del Amazonas para poder extraer la materia primar del bosque”, precisó José Mattos, coordinador del proyecto de construcción del parque, en el marco de la visita que hicimos los periodistas invitados al Press Tour.
El proyecto está inspirado en el concepto de simbiosis industrial al conectar empresas de diferentes segmentos de mercado, siempre que tengan intereses comunes y necesidades que se complementen. La idea es crear una operación compartida, una red de cooperación, en la que las industrias instaladas en un mismo espacio puedan intercambiar recursos y articular alternativas conjuntas para fomentar la generación de negocios sustentables en la región; además de darle impulso a la demanda por insumos de la sociobiodiversidad, al emprendedurismo local y garantizar la economía del bosque.
La nueva unidad fabril produce más de 200 millones de barras de jabones, principalmente de la línea Ekos (provenientes de andiroba, cupuacu, acaí, maracuyá, cacao, murumurú y burtií) y TodoDia, y aproximadamente 400 toneladas de aceites fijos. Además de dichos productos, el Ecoparque también produce el “noodle”, base para la fabricación de jabones, que anteriormente se fabricaba en la antigua unidad de la empresa, ubicada también en la ciudad de Benavides. “El Ecoparque nos va a permitir abastecer el mercado brasileño e internacional con productos 100% fabricados en la Amazonia”, resalta Josie Perissinoto Romero, vicepresidente de Operaciones y Logística de Natura. La capacidad de producción de la fábrica es de 500 millones de barras de jabones cada año.
La materia prima necesaria para la elaboración del jabón es el aceite de palma, la soda cáustica, agua y grasa vegetal. “Se necesitan 700 toneladas al mes de aceite de palma”, dijo Mattos, quien agregó que la planta cuenta con tres líneas de producción.
La sustentabilidad, otro sello del modelo constructivo
El concepto de sustentabilidad y respeto al medio ambiente también está presente en las instalaciones y estructuras del emprendimiento. Natura usó la tecnología de jardines filtrantes, un tratamiento innovador de efluentes a partir de raíces de plantas. Es un proceso de fitorrestauración, libre de productos químicos: bacterias alojadas en las raíces de plantas acuáticas realizan la decomposición de los elementos contaminantes. Otra forma de economizar recursos ambientales fue la implantación de sistemas de geotermia, en los cuales los equipos captan el aire externo y promueven el intercambio térmico en el subsuelo para disminuir la temperatura en el interior de los edificios.
Además, se reutiliza el agua de la lluvia recolectando mediante una suerte de hongos, que sirven de sombrillas y descanso, junto a bancos fabricados de plástico, lo que permite bajar el punto de dilatación. Además, la ventilación y la iluminación natural de las instalaciones son aprovechadas. La regulación ambiental del EcoParque obliga a que de las 172 héctareas, 27 quedan liberadas. “Y hay algunas empresas de Asia y Europa interesadas en instalarse, que cumplen con nuestras expectativas de sustentabilidad.
El objetivo es no sólo no generar impacto negativo en el ambiente sino generar Impacto positivo, es decir que por ejemplo los residuos de una empresa puedan convertirse en insumos de otra”, adelantó Erasmo Toledo, vicepresidente de Negocios de las Operaciones de Latinoamérica de la empresa Natura, responsable por Argentina, México, Colombia, Perú, Chile y Bolivia.
Embarcados hacia el Impacto Positivo 2050
La facturación, el desarrollo social y el ambiental se integran y constituyen el centro de la estrategia de Natura, empresa que ha sido reconocida entre las mejores tipo B, en las que el éxito pasa no sólo por su nivel de facturación, utilidades o dividendos sino por cómo su modelo de negocios integra los beneficios con el impacto en la sociedad y el medio ambiente de un modo medible y escalable. La sostenibilidad está en el centro de la escena, según pudo observarse en su modelo de relación con las comunidades y en la construcción del EcoParque. También forma parte de su historia el uso repuestos para reducir el uso del plástico; vegetalizaron sus fórmulas; comenzaron a utilizar alcohol orgánico; incorporaron a los productos tabla ambiental para potenciar la actitud del comprador y generaron la línea
Creer para ver, didácticos con los que no se obtienen ganancias sino más: son modos de aportar a proyectos de educación.
Sobre esta base, Natura planea Impacto Positivo hacia 2050, que proyecta crecer 40% como empresa ecoeficiente, que 75% de los envases de sus productos sea fabricado con material reciclable, que su red de relaciones esté constituida en 50% por líderes femeninos y por una mayor cantidad de emprendedores, entre otras, según adelantó Christian Silveri, gerente Regional de Asuntos Corporativos para Latinoamérica en Natura Cosméticos.
Algunos números de Natura
– 1,8 millón de consultoras/es (500.000 fuera de Brasil)
– Sexta mayor empresa de venta directa del mundo en ingresos
– Opera en ocho países con la marca Natura (Brasil, México, Colombia, Argentina, Chile, Perú, Bolivia y Francia) y 18 países con la marca Aesop
– R$7.400 millones o US$1.945.164.000 de ingresos netos en 2014
– Más de 1.000 colaboradores en las operaciones internacionales
– Cerca de 1.500 productos en la Revista Natura en cada ciclo de ventas
– Cinco unidades industriales propias, cuatro en Cajamar (San Pablo) y una en Benavides (Pará), Brasil
– Ocho centros de distribución y un hub logístico, más tres centros de investigación e innovación en Brasil.
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