Syriza, liderada por Alexis Tsipras, retornó al gobierno en Grecia. Lo hizo tras haber hipotecado las esperanzas de millones de griegos que soñaban con una relación más justa y equitativa con la Unión Europea (UE) y los organismos multilaterales de crédito.
Alguna vez habrá que encontrar las explicaciones que faltan para comprender lo fútil del discurso contrahegemónico que Tsipras había forjado y que tantas ilusiones había despertado en la comunidad internacional.
Tsipras, que aparecía en el horizonte político como un nuevo Mesías, increpa a todos. Debemos aprender -de una vez y para siempre- que los hombres o mujeres providenciales detienen los procesos de liberación de los pueblos. Los líderes irresponsables, superficiales y supuestamente imprescindibles, que creen en la reforma del capitalismo desde las instituciones, carecen de realismo. Los cánticos revolucionarios y las manifestaciones no alcanzan para conmover el capitalismo.
¿Cuál será el futuro de las relaciones de Atenas con la UE? Éste parece siniestro. El nuevo gobierno es demasiado premio a la ineptitud. Convalidó la deuda ilegítima. El tercer rescate de la deuda griega obligó a aplicar reformas y medidas de privatización que llevan a la servidumbre.
El gobierno será el mejor ejecutor posible de las políticas dictadas por la “troika”. Por ello, las bolsas europeas celebraron su triunfo.
Angela Merkel y Bruselas le tienen reservada una tarea adicional. Deberá transformarse en un fiero gendarme para frenar la justa protesta de los trabajadores que se oponen al desguace del Estado griego.
Su accionar reivindicará a los partidos tradicionales. No combatirá la corrupción. Será el cómplice necesario que agravará la desocupación y promoverá la caída de los ingresos. “Será el ‘gobernador nativo’ -explican los griegos resistentes- del gran capital extranjero y de la Troika, que son dueños de Grecia.
Ellos lo usarán mientras les sirva para desorganizar y frenar las protestas, que son inevitables, y retardar la organización de una izquierda anticapitalista de las masas.
¿Qué queda entonces después de Tsipras y su próximo fracaso? ¿Un gobierno militar (ya los gobiernos de la derecha, temiéndolo, cambiaron los mandos del ejército hace pocos años cuando la situación era menos grave) con el apoyo de Amanecer Dorado –representante del neonazismo-, el tercer partido en número de votantes, que tiene fuertes lazos en las fuerzas armadas y la policía? ¿O una insurrección popular, improbable en lo inmediato dado que la desmoralización cunde y la organización de la izquierda anticapitalista es, apenas, una ilusión?”
El exministro de finanzas griego Yanis Varufakis –quien fue la víctima primera- cuenta en un artículo publicado este lunes en The Guardian que, a pesar de que Tsipras logró un triunfo contra la oposición, las encuestas y los críticos dentro del partido, incluido el mismo Varufakis, la gran vencedora es la troika porque consiguió darle una vuelta de rosca a un parlamento que con anteriores legislaturas sufría muchísimo para aprobar los planes de rescate, pero que ahora los pasará con comodidad, ya que la única oposición que va a encontrar será la de los comunistas del KKE y los neonazis de Aurora Dorada.
“El primer ministro ha sabido reaccionar a una terrible situación política”, admite Varufakis, “basándose en tres promesas principales: la renegociación en el futuro de algunos aspectos del rescate, una posible reestructuración de la deuda que permita a la economía griega respirar y acabar con las redes clientelares alimentadas por un sistema oligárquico”.
El exministro de Finanzas, preocupado, señala que el Estado griego cedió tanto que sólo le queda un estrecho margen de soberanía para conseguir mejores acuerdos dentro del tercer rescate: “Las condiciones del acuerdo lo dejan muy claro, la capacidad negociadora del gobierno es prácticamente insignificante”.
La victoria de Syriza en las elecciones -explica Varufakis- se basa en que no se dijo toda la verdad. Los ciudadanos griegos aún perciben que un gobierno de izquierdas “tendrá capacidad para cuidar de los débiles”, aunque vaya a aplicar medidas muy duras similares a los de la derecha.
“Durante los primeros seis meses de 2015, cuando estábamos desafiando el monopolio de la troika, sus mayores aliados en nuestro país fueron los grandes poderes mediáticos y sus agentes políticos. Ahora Tsipras está de su lado. ¿Podrá revolverse el primer ministro y actuar en su contra? En mi opinión, la troika ya le ha dejado sin armas”, tanto que le ha forzado el cierre de la unidad contra la delincuencia económica, el SDOE, para evitar que los banqueros y financistas, responsables de la crisis económica y financiera, transiten los tribunales.
“El destino del país -concluye Yanis Varufakis – dependerá en buena medida de si los mandatarios quedan del lado de las víctimas de la troika, crean condiciones para que la economía no quede lastrada y saben actuar con Bruselas para conseguir determinadas concesiones que le permitan respirar. Es una tarea complicada pero no imposible. En cualquier caso, éste no era el objetivo ni lo es ahora. El objetivo era construir un cambio real para Grecia”.