El ministro de Economía frenó el colapso de las reservas a fuerza de tipos de cambio diferenciales, acuerdos con multilaterales y con el FMI y un férreo cepo importador. Evitó una devaluación brusca. Sin embargo, logró resultados marginales frente a la inflación
Por Alfredo Flury
El ministro de Economía, Sergio Massa, acaba de rubricar con Estados Unidos un acuerdo de intercambio de información fiscal por el que se busca ampliar la base tributaria y repatriar capitales, un objetivo que irá acompañado de un nuevo blanqueo.
Fue el último de una serie de anuncios que se sucedieron a lo largo de los últimos cuatro meses, desde el 3 de agosto, cuando asumió.
Desde entonces alterna buenas y malas. Pero hay un punto que al menos hasta hoy parece indiscutible: logró eludir por ahora un colapso de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que habría obligado a una fuerte devaluación, con el consiguiente impacto en una inflación casi en modo híper.
Obviamente,el objetivo se alcanzó a fuerza de un cada vez más férreo cepo que no sólo sumó el denominado dólar Qatar sino que también incluyó otros tipos de cambio diferenciales y una celosa política de control de las importaciones.
Los pendientes son múltiples y el final de la película aún está abierto.
En todo caso, cualquier análisis de la gestión de Massa no debería obviar el contexto en el que asumió. Su llegada fue una de las últimas cartas que tenía para jugar el presidente Alberto Fernández y tenía el visto bueno de la vice, Cristina Fernández de Kirchner.
Entonces, ya no importaron las formas, las políticas y decisiones contrarias a la habitual postura de la vicepresidente y de sus allegados.
El pragmatismo del nuevo ministro, cabeza de una de los tres pilares del Frente de Todos, era la tabla de salvación para revertir la caída brusca y sin pausa de las reservas y detener una espiral inflacionaria y una eventual devaluación, en el marco de una profunda crisis interna en la coalición gobernante.
El gradualismo impulsado por Massa eludió una política de shock como incluso deslizó su viceministro, Gabriel Rubinstein. Mediante un mix de medidas ortodoxas y heterodoxas, buscó llegar de la mejor manera posible al 10 de diciembre de 2023 o, mejor aún, a las elecciones generales, para que el hoy oficialismo tenga chances de sostenerse en el poder.
Objetivos
El discurso de Massa en su acto de asunción marcó lo que sería el sello de su gestión: anuncios periódicos, apariciones en medios y alta exposición en redes sociales.
“El desafío es enorme, y si bien las dificultades son muchas, el contexto global se puede transformar en una enorme oportunidad para la Argentina“, dijo respecto a la pospandemia y a la guerra entre Rusia y Ucrania.
Habló, además, de la existencia de un “desorden del gasto” e injusticia en la distribución del ingreso y calificó la inflación nacional y mundial como la “mayor fábrica de pobreza del país”.
En ese marco, citó como metas el orden fiscal, el superávit comercial, la generación de reservas del BCRA y un “desarrollo inclusivo” y planteó objetivos para cada una.
Así, en materia de “orden fiscal” mencionó cuatro: el cumplimiento de la meta de 2,5 de déficit primario del sistema público nacional establecido en el decreto de Presupuesto; no utilizar el saldo de adelantos del Tesoro para lo que resta del año; sostenimiento del congelamiento de la planta estatal nacional centralizada y su extensión a las empresas descentralizadas y promoción del ahorro del consumo energético más allá de la segmentación energética.
En cuanto al superávit comercial, llamó a “cuidar cada dólar” y anunció la elaboración de regímenes especiales para sectores estratégicos.
Respecto a las reservas, acordó un esquema de adelanto de exportaciones con distintas cadenas de valor por US$5.000 millones y anunció un desembolso de organismos de crédito, entre otras medidas que incluyen la renegociación de la deuda con el FMI.
Los vínculos de Massa con el establishment y con Estados Unidos surtieron los primeros efectos.
En lo que hace al “desarrollo con inclusión”, anticipó un nuevo índice de movilidad jubilatoria y bonos para jubilados y carecientes.
Paralelamente, anticipó un reordenamiento de los programas sociales por medio de auditorías y mecanismos para el ingreso al trabajo formal privado, entre otras.
Primer balance
A 48 horas de asumir, Massa dio precisiones sobre sus primeras horas de gestión y planteó la hoja de ruta y las prioridades en los distintos sectores de la administración pública nacional.
Comenzaría así una saga de anuncios periódicos y una alta exposición pública que lo convirtieron en figura excluyente del Gobierno, con un Alberto en retirada (pública) y con Cristina expectante.
Atrás había quedado la pulseada entre la vicepresidente y el jefe de Estado por la estabilidad del ex ministro de Economía Martín Guzmán, quien dio un portazo, aludiendo a las dificultades para aplicar políticas cuestionadas desde el kirchnerismo duro.
Silvina Batakis fue sólo un reemplazo desesperado y de ocasión, con variables económicas claves en ebullición.
Massa aceptó tomar el desafío no sin antes dejar en claro que asumiría sólo con el poder de acción suficiente, potestad que, sin decirlo, no había tenido Guzmán.
De hecho, el nuevo “superministro” redujo al rango de secretarías a Industria y a Agricultura y Ganadería, que quedaron bajo su órbita, además de rodearse de afines en Energía y mantener a un hombre de confianza en Transporte. En cuanto al BCRA, hubo acuerdo para sostener a Miguel Ángel Pesce.
Por lo demás, la designación de Rubinstein llevó una cuota de tranquilidad a los mercados.
El ministro avanzó a las pocas horas de asumido con medidas concretas.
Luego de enumerar los progresos y las metas, apuntó a la importancia de buscar acuerdos. “Sin estabilidad macroeconómica no hay paz social y sin paz social no hay estabilidad macroeconómica”, sostuvo.
El debe y el haber
Pasaron más de 120 días de los anuncios de Massa. Los resultados fueron dispares y el escenario sigue con numerosos frentes abiertos que amenazan desbaratar el endeble equilibrio que logró el funcionario.
Con el objetivo de frenar la sangría de las reservas del Banco Central que empujaba a una segura devaluación, Massa lanzó el denominado “dólar soja”.
La decisión implicó la liquidación de más de US$8 mil millones y le permitió a la autoridad monetaria salir de la posición vendedora, profundizada por la necesidad de importar gas y petróleo a un precio récord producto de la guerra, y pasar a acumular reservas por primera vez en mucho tiempo.
La medida logró estabilizar los tipos de cambio paralelos; esto es, los financieros y el blue, que había llegado a un pico de 338 pesos durante la gestión de Batakis.
Mientras, el BCRA aceleraba las microdevaluaciones, aún debajo de la inflación.
Al dólar soja le sucedieron luego otros acuerdos con sectores específicos. Por lo pronto, los beneficios para economías regionales con una divisa diferencial, aún no se cristalizaron.
Más acá en el tiempo, una remake del dólar soja logró revertir otra racha vendedora del BCRA que amenazaba con licuar lo conseguido en el inicio.
La estabilidad del riesgo país que se estacionó por debajo de 2.300 puntos luego de rozar los tres mil fue otra señal de mejora de las cotizaciones argentinas en los mercados externos.
Club de París y swap con China
Argentina logró acordar con el Club de París una reducción en la tasa de deuda. Se redujo el impuesto a más de 50% de interés; es decir, de pagar nueve por ciento, ahora se abonará 3,9% fraccionado en tres cuotas, con una suba gradual de 4,5%, hasta 2028.
En cuanto al swap con China, anunció un pacto para ampliar el uso a US$5.000 millones para libre disponibilidad, siempre en pos de mejorar la posición de las reservas y de poder normalizar el flujo de divisas para el comercio. Sin embargo, la medida no está plenamente operativa a la fecha.
Qatar y Coldplay
En procura de revertir una tendencia creciente del rojo de la balanza en el sector turismo y luego de varios amagues, Massa anunció otro nuevo tipo de dólar. Bajo el mote de Qatar, sumó una percepción extra a cuenta de Bienes Personales de 25% a las percepciones ya existentes y para compras en el exterior por más de 300 dólares. Hoy ese dólar ya supera 350 pesos.
En tanto, el dólar Coldplay, en referencia a la banda inglesa que llenó 10 veces el estadio de River, fue el resultado del dólar mayorista más el impuesto PAIS.
Se instrumentó tras el reclamo de los productores de espectáculos, molestos por no poder contar con los dólares necesarios para afrontar el pago a los diferentes artistas.
Urgidos de divisas, Economía y el BCRA instrumentaron un tipo de cambio diferencial para que los turistas extranjeros que llegan al país liquiden en el mercado formal y no en el blue, como ocurría hasta ahora. Se trata de una medida que podría definirse como operativa a medias.
EEUU
Massa firmó con el embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley, un acuerdo en materia tributaria que prevé intercambiar información financiera de cuentas individuales y beneficiarios de sociedades de ambos países.
La intención es detectar cuentas de argentinos no declaradas y radicadas en ese país y ampliar la base tributaria.
Para lograr la exteriorización de esos activos, el ministro le pidió al Congreso implementar un nuevo blanqueo, para permitir la repatriación de fondos.
Balanza comercial
Como consecuencia del freno a las importaciones, logró revertir un déficit comercial incipiente y recuperar el superávit que en octubre alcanzó US$1.728 millones.
En tanto, el Gobierno y el FMI cerraron el acuerdo técnico de la tercera revisión de metas. Así, a mediados de diciembre de 2023 llegará un nuevo desembolso de US$6.000 millones.
Según el FMI, Argentina “cumplió con las metas fiscales de reservas y monetarias” y “está encaminada en el cumplimiento de las metas para fin de año”.
“La gestión macroeconómica prudente y los esfuerzos para movilizar financiamiento externo están respaldando la estabilidad macroeconómica: se está restableciendo el orden fiscal, se está moderando la inflación, está mejorando la balanza comercial y se está fortaleciendo la cobertura de reservas”, subrayó la entidad en un comunicado.
Escasez
La escasez de dólares por las exigencias de la importación de energía a precios récord y una campaña agrícola afectada por la sequía que dejó menos divisas de las esperadas derivó en una política de férreo control del abastecimiento de dólares a los importadores.
La situación generó tensiones varias e incluso la parada de algunas industrias claves. A la vez, generó el encarecimiento de determinados productos luego de que las empresas debieran recurrir a dólares financieros a un valor ciertamente mayor al no obtener divisas a precio oficial mayorista.
Precios Justos
Sin dudas, además del frente cambiario, el otro problema clave que Massa debió enfrentar y que aún no logra resolver es el de la inflación.
Asumió y a los días se conoció el dato del IPC de julio: 7,4%, récord desde la caída de la convertibilidad. Luego desaceleró hasta 6,3% en octubre y en noviembre rondó 5,5%.
En ese marco, además de una reducción del déficit fiscal y una menor emisión monetaria del BCRA, Massa avanzó con el Programa Precios Justos: 1.800 productos a precios congelados por cuatro meses y, en paralelo, otros 32 mil con aumentos de cuatro por ciento mensual durante cuatro meses.
La apuesta es frenar la inercia inflacionaria y llegar a abril de 2023 con una cifra “que comience con tres”, según se puso como meta el ministro.
Leliqs
Si bien a poco de asumir Massa dijo que no le pediría al Tesoro obtener más adelantos transitorios al BCRA y señaló que financiaría el gasto fiscal con recursos del Estado y deuda del sector privado, esa situación no se verificó plenamente.
Sucede que, si bien el ministro cumplió con el anuncio, la entidad monetaria emitió alrededor de $250.000 millones en los últimos meses para comprar deuda del Ministerio de Economía en el mercado secundario.
La mayor emisión en el mercado de bonos se esteriliza luego por medio de las Leliq.
A propósito, la tasa cada vez más alta que debe convalidar el Gobierno para renovar vencimientos de deuda y en plazos cada vez más cortos, sumada a la bola de nieve de las Leliq, son problemas irresueltos que exigirán medidas más temprano que tarde.
Planes, refuerzo y salarios
Por lo demás, Massa debió afrontar planteos de organizaciones de base por el recorte en los planes sociales. Como contrapartida, anunció un bono de 45 mil pesos para sectores vulnerables y también extras para jubilados que cobran la mínima.
En cuanto a los salarios, salvo casos específicos de gremios de peso, la mayoría perdió contra la inflación.
Actividad y empleo
En cuanto a la actividad económica, muestra evidentes signos de desaceleración.
Respecto al empleo, mejoraron los números con relación a la prepandemia, pero no en el empleo privado registrado.
Pobreza e indigencia son materias pendientes que revelarán números crecientes cuando se conozcan los indicadores del segundo semestre de este año.
Sequía
Un dato no menor es el horizonte próximo que incluye el contexto externo y la situación climática en el país, todas variables que exceden las políticas del Gobierno.
Respecto a este último tema, la situación es preocupante. La persistente sequía amenaza complicar la cosecha gruesa y el ingreso de dólares, claves para el futuro próximo.