sábado 23, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El espíritu samurái y las ansias imperiales (3/3)

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Japón, nos revela el registro histórico, constituye para Occidente -por cierta minusvalía cultural- un enorme enigma.

Tanto como el que representan a nuestros ojos todas las naciones del Lejano Oriente. Los estrategas lo han definido como un enclave militar de carácter excepcional que desvela a sus tradicionales rivales -China, India, las naciones de la península coreana, Malasia, Vietnam, Myanmar, Filipinas, Laos, Indonesia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Sudáfrica- por su poderío económico y alto desarrollo atómico y militar. Aquellos que estudian en detalle los problemas de la guerra y de la paz así como las diversas teorías del conflicto, aseguran que resultaría imposible comenzar a desbrozar el camino si no se intenta comprender los ancestrales enfrentamientos entre las antiguas China e India con Japón, las eternas rivalidades entre las ciudades-estados de la Grecia Clásica, lo ocurrido en la Italia del Renacimiento, el nacimiento y desarrollo de los Estados europeos, que viven un clima de guerra eterno, y los de América, signada por las intervenciones militares en desmedro del principio de autodeterminación de los pueblos.
“Precisamente por el hecho de que los miembros del sistema político de Occidente -leemos en la Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales- han sido siempre los Estados nacionales, el estudio de las relaciones políticas dentro del amplio contexto de un sistema de soberanías múltiples conocido con el nombre de relaciones internacionales. Sin embargo, ‘Estado’ constituye tan sólo una mera y simple expresión de una amplia y compleja gama de relaciones entre los individuos de que se compone. Para comprender el verdadero sentido de las relaciones existentes entre los diversos Estados es necesario estudiar el comportamiento humano y las relaciones interpersonales, tanto dentro del Estado como entre los distintos Estados, ya que no existe una línea divisoria que separe de una manera exacta la política nacional e internacional. Es indudable que para realizarse este estudio pueden obtenerse conocimientos sumamente valiosos de otras disciplinas, tales como la historia, la economía, la sociología, la psicología, la antropología, la geografía, el derecho y la ciencia política.”

Si todos entendiésemos esa proposición otro sería el cantar. Sabríamos lo que desconocemos. No sería ajena la problemática de los pueblos como tampoco habría espacio para las guerras de conquista. Mucho más cuando el enfrentamiento entre Japón y China se centra en quién será la potencia hegemónica del continente asiático en el presente siglo. Pero si algo faltaba a las tensas disputas territoriales fueron editados un centenar de libros -polémicos- que revisaron la historia japonesa de los últimos 80 años, en donde proclaman no sólo el retorno del Gran Mikado, sino el derecho de Japón a recuperar sus antiguas posesiones continentales en Mongolia Anterior y territorios rusos de la costa del Pacífico, que han detonado multitudinarias manifestaciones antijaponesas en China, Corea del Sur y en Vladivostok, ciudad sede de la Flota Rusa del Pacífico.
Según Txente Rekondo, analista jefe del Gabinete Vasco de Análisis Internacional, los últimos movimientos japoneses, encaminados a romper esa situación de decaimiento en su papel en la esfera asiática, han enojado a un país que hasta ahora había mantenido un difícil equilibrio de alianzas con Japón, Corea del Sur, y si se complica aún más la relación entre estos dos Estados, se pone en riesgo proyectos nipones de envergadura.
La lucha entre los dos gigantes asiáticos hunde sus raíces en el pasado, pero los acontecimientos de los últimos años han incrementado la tensión entre ambos aún más.
“Tokio y Pekín llevan años compitiendo por hacerse de importantes recursos energéticos que hay en la zona, sobre todo las bolsas de petróleo y gas natural que se encuentran al este del Mar de China, también mantienen una disputa sobre las islas Senkaku (Diaoyutai para China). En este contexto se añade además los recortes que el gobierno japonés ha impuesta en torno a las ayudas económicas que venía otorgando a Pekín.

Una nueva lucha por el control de Asia ha resurgido en estas semanas, China y Japón centran esa pelea por la hegemonía del continente. En esta ocasión el centro de la polémica está en la publicación de unos libros de texto revisionistas en Japón, sin embargo las diferencias y el enfrentamiento se vislumbra en otros aspectos, como el histórico, la militarización, disputas territoriales. Taiwán, y todo ello en torno a la competición estratégica de dos de los estados más poderosos del continente asiático.”
La respuesta China fue inmediata. Decidió obstruir la pretensión japonesa de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, tratando de mostrar la “otra cara de Japón” y evitar que incremente sus planes de expansión económica en el Océano Índico y América Latina.
En el fondo, Pekín sabe que se encuentra en una situación harto compleja. No puede romper todos los lazos que la unen a Japón, sobre todo si se tienen en cuenta las profundas relaciones económicas entre ambos países, “que en la actualidad es un eje estratégico para que China continúe con su crecimiento económico.” Los informes de Bolsa señalan que cerca de 18.000 compañías japonesas operan en el suelo chino. Cifra que se había incrementado en el último año, producto del crecimiento de la actividad económica entre ellos que aumentó “un veintisiete por ciento con respecto a 2003.”

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