domingo 24, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Insalvables diferencias entre estadísticas públicas y privadas

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La información que cierra el año precedente y la del primer trimestre de 2015, conocidas con bastante retraso, constituyen un claro testimonio de que en su elaboración no siempre prima la búsqueda de la verdad.

Recién el 20 de marzo ppdo., el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) publicó su elaboración relativa al Producto Interno Bruto (PIB) de 2014, según la cual éste habría crecido 0,5%. Es oportuno recordar que en 2013 la respectiva suba fue de 3%, razón por la cual, que tanto el primero como el segundo trimestres subsiguientes hayan descendido hasta ubicarse, respectivamente, en 2,8% y 1,6%, continuando la baja en el tercero (0,9%) y un ínfimo 0,4% en el cuarto, revela que progresivamente fue agudizándose cada vez más esa tendencia. Los analistas privados, al manejar esa información, verificaron que la actividad económica estaba atravesando un período de significativo de declive y retracción.

Aunque quizá hayan sido retocados en algo, el horizonte se vislumbró bastante desfavorable. Más aún si se tiene en cuenta que en sus estimaciones sobre lo ya sucedido ubicaban ese indicador entre –2% y -2,5%, que testimonian la caída. A tales datos se debe agregar que el rubro Construcción, habitual impulsor de crecimiento, lo hizo en un muy pobre 1%, pero lo decisivo es que la inversión, siempre en su cotejo interanual, aparece marcando un retroceso global de 5,6%. Entre los diversos componentes incluye el rubro Equipos durables de producción, que descendió 12,5%.

Dicha baja no es la peor pues el máximo deterioro en el área correspondió a Automotores terminados y repuestos, dado que en este caso llegó a nada menos que 22%, consecuencia directa de la virtual interrupción de los embarques con destino a Brasil, país que afronta una severa crisis que se prolonga por tercer año consecutivo.

Otro aspecto significativo respecto de 2014 ha sido el incremento de US$6.300 millones habido en la deuda externa, pero ello no es consecuencia de problemas operativos o funcionales sino por cumplimiento de compromisos derivados de la expropiación parcial de YPF y ciertos pagos efectuados a integrantes del Club de Paris; aunque no cayeron en medida apreciable las reservas por la recepción parcial del swap (US$30.000 millones) convenido con China junto con otros fondos del mismo origen destinados a financiar obras hidroeléctricas en Santa Cruz.

Incompatibilidades dentro de la información oficial
Los datos originados en el Indec admiten que el consumo también tuvo un descenso de 0,5%, tendencia que se reitera en materia de exportaciones (8,1%) e importaciones, con un poco habitual pero muy preocupante 19,1%. Se llega a la conclusión de que el único rubro en alza ha sido el empleo público (2,8%), que no puede explicar de por sí un incremento, aunque muy tenue, del PIB como anunció el organismo estadístico público.

Hay coincidencia en los círculos privados especializados que 2014 ha sido el de peor gestión en la última década y que ello está incidiendo en los niveles de ocupación. Resulta obvio que tal circunstancia difiere mucho respecto de la media de crecimiento del quinquenio 2003/07, que trepó a 8,9%, siendo oportuno recordar que a fines de abril de 2011, el Instituto de Pronósticos Económicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgó una investigación sobre evolución de cada uno de los 183 países asociados que concurrían entonces a la primera Asamblea Anual de ese año.

A la cabeza, por ritmo de crecimiento, se ubican China e India, pero sorprendió que hiciera figurar en tercer lugar a nuestro país, en función de su elevada expansión. Tales resultados fueron sometidos a revisión por los técnicos del Banco Mundial (BM), que ratificó la certeza de ellos, y en cuanto a Argentina fueron quienes por primera vez admitieron que había avanzado en ese lapso “a tasas chinas”. En consecuencia, esa expresión -luego motivo de acerbas críticas- no se forjó en esferas oficiales y debe admitirse que era apropiada para caracterizar lo acaecido durante el período antes referido.

Lo que sucedió después es otra historia y debe admitirse de la misma forma que durante el trienio 2012/14 hubo un fuerte “párate”, que al cierre del primer trimestre de 2015 no se ha revertido íntegramente. Mucho de lo sucedido es reflejo de la recesión en que ha caído la economía brasileña y las paralelas bajas que se detectan en el comercio internacional de todo el planeta. Pero tampoco es confiable ni compatible un presunto crecimiento de 0,5% adjudicado a 2014, cuando la inversión y el consumo registran sendas disminuciones.

El manejo discrecional de los tiempos
De la misma manera, convertir en un único período el lapso que media entre 2003 y 2014 es inadecuado y tendencioso, siendo obvio que se ha procurado quitar méritos reales que no merecen ser caprichosamente negados, menos aún por un investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) mediante un trabajo que se encaró en función de un objetivo prefijado: corregir y desconocer lo que tanto el FMI como el BM determinaron y elogiaron para un tramo inicial de ocho años (2003-2010), ofreciéndolo como ejemplo a escala ecuménica.

La referida unificación del período considerado, al incluir los últimos años transcurridos, que fueron de casi nulo crecimiento, procuraron así desmerecer lo acontecido antes de ellos. Bajo semejante criterio se procedió a determinar una media anual adjudicable a cada uno de los 12 años de sólo 3,9%. Con esta óptica intencionada, el índice más elevado habría correspondido a Perú (5,8%), asumiendo el rol de la economía de mejor desempeño en toda América Latina, seguido por Uruguay (4,.8%) y Chile (4,1%); correspondiéndonos el cuarto lugar que, de todas maneras, supera la media de América Latina (3,5%) y por bastante más a Brasil (+2,9%).

El trabajo antes referido pone en evidencia su principal móvil, pues ensaya retroceder hasta el año 1998 e incluir el trienio 1999/2002, cuando se produjo el conocido “crack” con que se cerró la penosa última década del siglo XX; extendiendo a 15 años consecutivos el lapso que arroja una media de apenas 2,1%. Si se quiere ser veraz debe admitirse como muy relevante haber logrado superar rápidamente el derrumbe de fin de siglo e inaugurado un quinquenio (2002/07) que exhibió una inédita media superior a 8%.

No puede olvidarse que en 2008 comenzó a gravitar una crisis ecuménica de magnitud tal que supera todas las precedentemente habidas desde la de la gran crisis de los años treinta (siglo XX). La aviesa intención del trabajo, que incluso contó con apoyo de técnicos de Harvard, era desmerecer lo sucedido en el período 2003/07, que hasta el mismísimo FMI calificó al cierre de su informe textualmente: “Se comprueba que el período de crecimiento del actual régimen macroeconómico no fue el de mayor ni el único que generó tasas chinas de los últimos cien años”.

La recaudación tributaria nacional del primer trimestre 2015
Uno de los pocos temas en que no son discutidos los datos oficiales es el que mensualmente informa sobre los ingresos tributarios nacionales. Esa vez, antes de que finalice el primer día de abril ya se contaba con los datos de marzo ppdo. El incremento interanual fue de 33,9%, que puede considerarse bastante satisfactorio dado que ascendieron a $105.400,3 millones. Ello contrasta con el acumulado del trimestre, cuando llegó sólo a $329.416,5 millones, que implican una mejora inferior a 31,7%.

Es que los tres principales instrumentos generadores de ingresos fiscales respondieron muy bien. El mayor aportante habitual es el impuesto al Valor Agregado (IVA), con $33.906,5 millones, que escaló hasta representar 32,2% del total general, gracias al desempeño del mercado interno que mejoró su participación de un año antes en un muy ponderable 40,4%, al rendir en la oportunidad $24.138,1 millones. No así fue con el que recauda la Dirección General de Aduanas (DGA), que aportó $9.770,9 millones, un mediocre aumento de 17,1%.
En el impuesto a las Ganancias sucedió algo semejante pues, si bien aportó la buena suma de $20.939 millones (19,9% de tales recursos) y acusa un avance de 40,2%, ese resultado ha dependido de la actividad doméstica con un rendimiento de $19.581,4 millones, lo cual incidió en forma determinante al marcar una suba interanual de 42,9%, que no fue resentida mucho por los ingresos administrados por la DGA que, además de muy escasos $1.357,8 millones, concreta un avance de apenas 9,9%. La tercera área de mayor importancia deriva de la dupla que conforma el financiamiento de la Seguridad Social, dentro de la cual las Contribuciones Patronales, con $17.628,6 millones, exhiben un muy interesante incremento de 44,6%; mientras los Aportes Personales, con $11.4210 millones, hicieron lo propio con 37%.

Pese a las dificultades que existen en el mercado interno, los impuestos que recaen sobre exportaciones e importaciones, en conjunto, han ingresado $7.453,2 millones, importe casi igual que en 2014 pues entonces dicho total fue de $7.458,7 millones. No obstante, superan esta vez el impuesto sobre Créditos y Débitos en Cuenta Corriente, que sólo llegaron a $6.876 millones (30,8%). Detrás de ellos, y a cierta distancia, se ubica la sumatoria de tributos que gravan los combustibles, que aportó $3.667,9 millones, pese a que resintieron su rendimiento en más de mil millones respecto del año precedente.

Bajo una visión temporal diversa, el total trimestral que le correspondió a la Tesorería de la Nación fue 27,1% por encima de 12 meses anteriores; mientras en segundo lugar los Organismos de Seguridad Social fueron receptores de $91.402,8 millones, con una suba de 35%, y en tercer lugar, muy cerca, aparece la totalidad de provincias, que percibieron $86.926,3 millones, suma que resulta 34,5% mayor en el cotejo interanual.

Si se circunscribe el análisis, no considerando los impuestos íntegramente afectados a financiar la Seguridad Social, la Administración General, por motivos que el Ministerio de Economía no ha explicitado, es la jurisdicción menos beneficiada en función de los respectivos incrementos operados en este primer trimestre de 2015. Y esa diferencia asume cierta consideración pues representa nada menos que 7,65%, relación que, expresada en monto recaudado, implica una merma de $13.642,2 millones.

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