sábado 23, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Loreto: cuna del primer libro impreso en América del Sur

Por Luis Eugenio Roa (*) - Exclusivo para Comercio y Justicia
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Loreto es un pequeño municipio de poco más de 1.200 habitantes que se encuentra a pocos kilómetros de Posadas, capital de la provincia de Misiones en la República Argentina. Este pequeño poblado, que crece a la vera de la ruta nacional Nº 12, fue el lugar que eligieron los jesuitas para “fabricar” e instalar -por primera vez en Sudamérica- una imprenta, ese revolucionario invento que tanto ha influido en el desarrollo de la humanidad.

Sí, allí, en pleno siglo XVIII, en la Reducción Jesuítica de Nuestra Señora de Loreto, entre los años de 1699-1700 se fabricó la primera imprenta manufacturada de manera íntegra en América del Sur con materiales de la región: el cuerpo principal con maderas nobles -cedro o jacarandá-; los tipos fueron hechos con aleaciones de estaño y plomo, y la tinta era la resultante de una mezcla de cerca de una docena de hierbas locales entre las que figuraba la yerba mate. Se habla de que en realidad serían tres las imprentas que se construyeron y que se encontraban en las reducciones de Santa María, en San Javier y en Loreto. Otra teoría explica que sería una sola pero móvil y que era trasladada a distintos lugares.

Como sea, lo cierto es que con estos sencillos materiales, sesenta y cinco años antes que en Córdoba y ochenta antes que en Buenos Aires, dos padres jesuitas, Juan Bautista Neumann y José Serrano, con la colaboración del pueblo guaraní, iniciaron el desarrollo de la tipografía imprimiendo los primeros libros en el suelo argentino. El primero elaborado por la imprenta vio la luz en el año 1700 y consistió en una traducción del Martirologio Romano realizada por el Padre Serrano. Más tarde, el padre Eusebio Nieremberg publica De la diferencia entre lo temporal y lo eterno (1705). Siguieron otros libros de biología, astronomía, geografía, religión escritos en guaraní, latín y castellano, y diccionarios de traducción en estos idiomas. La producción literaria fue inmensa. Los registros históricos cuentan que cada pueblo contaba con su propia biblioteca: Santa María la Mayor contenía 445 libros, Santos Mártires: 382 libros; Loreto: 315 libros; Corpus: 460 y Candelaria -que era el asiento oficial de los superiores jesuitas- guardaba más de 4.725 ejemplares. La mayoría de los cuales fueron impresos en la prensa misionera.

Entre los libros publicados se destacan los de la autoría del Cacique Nicolás Yapugay.

Hombre ilustrado, que dominaba los idiomas guaraníes, latín y español, además era músico, compositor, grabador y tipógrafo. La profusa actividad de la Compañía de Jesús se apuntaló sobre las obras de Yapugay. Este literato, elaboró y publicó en la mencionada imprenta la obra denominada Explicación del Catecismo en Lengua Guaraní (1724). También son de su autoría los Sermones y Exemplos en Lengua Guaraní (1727), y colaboró como ilustrador en la obra El arte de la lengua guaraní, del padre Antonio Ruiz de Montoya.

“Muy conocida y superior a lo que puede caber en un indio es la capacidad de ese Nicolás Yapuguay, cacique y músico de Santa María, y con razón muy alabada de todos su composición, por la propiedad, claridad y elegancia con que felizmente se explica, aun en cosas tocantes a Dios… Yo no hice más que darle la materia…”. Así lo describe el padre jesuita Pablo Restivo, con quien de manera conjunta enseñaban el idioma guaraní a los jesuitas y la escritura a los guaraníes.

Nicolás Yapugay (o Nicolas el “verídico o verdadero”, porque sus traducciones eran fieles del latín o español) no sólo se destacó en materia religiosa y como traductor e ilustrador. Es considerado el primer antropólogo social del Río de la Plata y posiblemente de Sudamérica, debido a que también diseñó sus famosas Tablas de Parentesco o consanguinidad de las etnias guaraníes.

Tres de estas importantes obras del cacique guaraní aún se conservan y son considerados parte de los denominados “incunables”, es decir los primeros libros impresos desde la aparición de la imprenta, por lo que su valor histórico es inmenso. Dos de ellas se encuentran en de la provincia de Misiones. Uno en el Museo Andrés Guacurari y el otro bajo la custodia del Instituto Antonio Ruiz de Montoya. El tercero está bajo la guarda del Museo Mitre, en Buenos Aires.

Con respecto a la imprenta, con la expulsión de los jesuitas, las versiones históricas refieren que ésta fue llevada al Hogar de los Niños Expósitos en Buenos Aires y actualmente se la expone en el Museo del Cabildo de esta última ciudad. Otra tesis sostiene que la prensa permaneció en Santa María la Mayor hasta que en 1890 fue enviada al museo histórico y de allí pasó al Museo del Cabildo, en 1942. Recientemente, el gobierno de la provincia de Misiones reclamo la entrega de la histórica imprenta teniendo en cuenta que forma parte del acervo histórico cultural del pueblo de Misiones y allí debería estar. Sin embargo, la Secretaría de Cultura de la Nación se negó a hacerlo.

Hasta el año 2012 la imprenta se mostraba en dicho museo porteño con una referencia escrita que expresaba: “Probablemente se trate de la primera prensa que funcionó en el Río de la Plata. Una creación local construida y manejada por los padres jesuitas e indígenas guaraníes en la reducción Nuestra Señora de Loreto, actual provincia de Misiones. Realizada en 1700 a partir de madera, hierro y piedra con tipos de estaño y plomo”.

Luego del reiterado reclamo por parte la provincia de Misiones, la referencia histórica de la imprenta fue cambiada. Ahora indica que es “una prensa tipográfica del siglo XVIII denominada Common Press, un instrumento mecánico empleado para la reproducción de textos impresos, mediante la transferencia del entintado de caracteres tipo móviles”. Ya no se cita ningún dato que vincule a esta imprenta con la histórica prensa originada por la cultura jesuítica-guaraní, que fuera creada en el pueblo de Loreto en Misiones, y que originara las primeras obras literarias de la República Argentina.

(*) Abogado. Investigador.

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