La licenciada en psicología Mariana Ferrero explica detalles de la zooterapia. La especialista asegura que la introducción de animales en el abordaje de la salud humana permite mejorar la adherencia a los tratamientos y posibilita explorar distintas modalidades terapéuticas en diversos espacios.
Por Luz Saint-Phat – @LuzSaintPhat
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La zooterapia o terapia asistida con animales es una intervención terapéutica en la cual se entrenan aquéllos para que sirvan de apoyo y objeto en tratamientos y terapias físicas, emocionales y cognitivas en personas de distintas edades.
En Córdoba, la Fundación Jingles desarrolla zooterapia con perros. Mariana Ferrero, directora de la entidad, conversó con Comercio y Justicia y brindó detalles sobre esta perspectiva.
-¿En qué consiste este tipo de terapia asistida por animales?
-Es una técnica de intervención que se trabaja junto con distintas profesiones de la salud humana. Hay dos opciones de trabajo: una que se llama actividad asistida y otra que se llama terapia facilitada. Este tipo de terapéutica se puede aplicar en cualquier trastorno, a excepción de las patologías severas narcisistas -porque en esos casos no hay registro de la presencia del animal-. Pero de allí en adelante se puede trabajar en una diversidad de casos, claro que adaptando los objetivos y las técnicas a la persona que se tenga en frente. En nuestro caso trabajamos específicamente con perros, pero existen otros tipos de zooterapias con animales de granja, caballos o delfines.
-Específicamente en relación con las terapias en psicología ¿cómo es el trabajo que se realiza en la sesión?
-Básicamente consiste en la presencia de un animal en la intervención, tanto en casos con o sin discapacidad. En realidad, al animal se lo utiliza de múltiples maneras. Por ejemplo, con el sustento teórico de la etología, se puede trabajar en los niños la conciencia de distintas situaciones o la capacidad para tener control sobre los impulsos. Otro objetivo o ejemplo es que se puede lograr fortaleza de temperamento para comandar una manada y, en ese caso, a lo mejor se puede trabajar con 20 animales juntos. Si se trata de una fobia, la intervención con animales permite revertir algunos aspectos de este trastorno en lo conductual, mientras se trabajan después desde lo psicológico otros aspectos, sea la persona un niño o un adulto.
-¿Qué tipo de vínculo se genera entre el paciente, el terapeuta y el animal?
-En realidad, la relación se desarrolla directamente entre el paciente y el animal. Nosotros funcionamos como tercer eslabón. De hecho, se establecen elecciones y predilecciones entre ellos, aunque después el terapeuta pueda incrementar la capacidad de la persona para relacionarse con muchos más perros de la manada, más allá de los dos o tres con los que ya estableció un vínculo. También en este punto los animales tienen una función central en la consulta. He tenido pacientes con cuadros epilépticos o con dificultades para hablar y -ante la presencia del animal- disminuyen la ansiedad, el tartamudeo y el ritmo cardíaco, además de que aumenta la serotonina, que es la hormona del placer. La presencia del perro hace mucho más relajada la posibilidad de empezar a comunicarse con el paciente.
-¿Cuáles son las particularidades que tiene este tipo de terapéutica respecto de otras posibilidades de la psicología?
-El primer punto es la adherencia al tratamiento, y el segundo es la posibilidad que tiene el perro de hacer vínculos. Muchas patologías del orden de la disfunción social -como los trastornos autistas- se abordan con mucha más facilidad y más destreza con la presencia de animales porque se logra una relación directa e inicial entre el perro y el paciente. El perro está acostumbrado a iniciar situaciones de juego y el paciente se abre con más facilidad. Esta posibilidad también es ventajosa para gente que no tiene buena predisposición para hacer tratamientos de consultorio, porque con la zooterapia existen infinitas posibilidades de reproducir técnicas de intervención en ámbitos distintos: fuera, dentro, en el jardín y -en verano- en la pileta. Otro beneficio importante es la ductilidad que tiene el perro. Además, con el animal la comunicación es simplemente conductual y es un facilitador para entablar vínculos. Es un objeto transicional que establece la intermediación entre paciente y profesional.