Cuando los muchos años comienzan a picotear en la piel de aquellos que se hacen los distraidos frente a la edad, no dejan de aparecer quienes en plena juventud se interesan en averiguaciones. Es entonces cuando tienen valor los archivos, porque ponen luz y movimiento a lo que alguna vez ocurrió. Por Efraín U. Bischoff
Es precisamente lo ocurrido con el radioteatro en nuestra provincia, aunque debemos ser justos y decir no estar todo olvidado, pues muy recientemente han aparecido buenos autores interesados en divulgar lo muchas veces dejado en algún rincón sombrío…
Si nos vamos a referir al radioteatro en nuestra ciudad y en nuestra provincia, no podemos dejar a un lado a los que escribían en Buenos Aires y terminaban difundiéndolo en el interior. Es del caso que el radioteatro necesitaba de la radiotelefonía para su difusión y de ello nos hemos ocupado hace tiempo.
De ninguna manera queremos aparecer como los descubridores de algo. Simplemente, vamos a tener la debilidad de copiar ya lo que otros han investigado y escrito. Tal vez alguno diga que soy un “tordo de la Historia”, lo que aceptaré en esta circunstancia con una sonrisa bonachona…
En comienzos de la década de 1930 había en nuestra ciudad tres emisoras, que eran la LV2 Radio Central; LV3 Radio Buenos Aires Córdoba y Radio Capitol. Habían nacido en distintas épocas y alguna terminó sin mucho andar, mientras las otras siguieron con paso firme aunque cambiándose de rótulo. Resultó que en la emisora LV3 estaba de locutor Rodolfo Gutiérrrez, quien había andado mucho en la preparación de los llamados “cuadros filodramáticos”.
Largó la iniciativa de la radioteatralización de un poema del historiador porteño Gontrán Ellauri Obligado, el que se encontraba haciendo sus relatos en la LV3 y llamó a un escritor entonces joven, que era yo, para que hiciera los diálogos. Lo recuerdo muy bien y en la noche del 15 de julio de 1932 aquel “legendario morador de nuestra llanura” fue interpretado por un cantor entonces muy popular a quien se lo llamaba Edmundo Cartos, que era el seudónimo de Edmundo Cabriolé, oriundo de Jesús María. Fue acompañado por los guitarristas Onías Aguirre, José María Herrera y también el intérprete Pizarro. Y así apareció “El último trovero”. Que fue interpretado en varias oportunidades…
En una publicación hecha en el año 1987 se dijo lo siguiente:“En aquel año de 1932, Sarah Nuvolone de Moll, que había sido una excelente dama joven en la celebrada Compañía Rioplatense, habiéndose radicado en Córdoba al casar con Bartolito Moll, formó un elenco integrado por Rosendo Torres López, Susana Maricón, María Esther Gómez, Tina Moll, Rodolfo Gutiérrez, Arturo del Pino y otros, arrancando con “La Rondalla” del uruguayo Víctor Pérez Petit.
La señora de Moll, animosa, inteligente, expresiva, daba vida con gran enjundia a los principales papeles. Así se hizo un ciclo de teatro nacional donde se ofrecían obras de Yamandú Rodríguez, Camilo Darthes, Darío Nicodemi, etcétera. No hay para qué decir que la novedad de esas irradiaciones de obras teatrales, muy bien seleccionadas por la directora, encontró entusiasta eco en el público escucha y siguió por largos meses…
Los escritores cordobeses estaban remisos para llegar a la radio. Lo hemos subrayado alguna vez con seudónimo para no comprometerme totalmente. Por mi parte, un poco por audacia escribó “Con los jazmines en flor” que entregué a Carlos Cancina Carol, un recitador vehemente, quien lo interpretó con Olga Córdoba el 4 de diciembre de 1933 por Radio Central. Al año siguiente, Torres López presentó su elenco “Splendu” por esa misma emisora y tras de presentar autores porteños volvió a brindar mi obra el 24 de octubre de 1934. El radioteatro cordobés ya estaba en plena marcha. Durante el año 1935 Torres López y su compañía me interpretó varias obras de radioteatro unitario y, entre ellas “El romance de Elisa Brown”, “Nunca te miento, amor mío”, “Yo soy su admiradora” y otras. En abril de 1936 comenzó a irradiarse la primera novela radioteatral escrita en Córdoba y que, aclaro con un poco de vergüenza, era de mi producción. Se titula “Por tus ojos azules” y la interpretaron Elvira y Ángela Garlati, Julio Gómez Cisterna, Guillermo Capdevila, Alfredo Paz Montero (ocultándose el verdadero nombre pues era un hermano menor mío), Oscar Tapia, Carlos Velázquez, Susana Pérez y el dúo criollo Carbajal-Atencio y su guitarrista Melgarejo, quienes interpretaban canciones del compositor santiagueño radicado en Córdoba, Marcos Brizzio Córdoba.
El elenco “Splendi”, que había seguido dando obras de autores porteños, presentó la primera obra radioteatral cordobesa que se llevó al teatro. Fue de mi producción, siendo titulada “Cómo la flor del aire”, que se representó en el desaparecido cine-teatro General Paz, de la calle 9 de Julio, el domingo 4 de julio de 1936. Sus intérpretes fueron Isabel Fernández, Monocha Gómez, R. Torres López, Juan José Flores, Julio Gómez Cistena, Alfredo Paz Montero, Francisco Gener y Guillermo Capdevila. El éxito hizo nacer en 1937 el conjunto “Acuarelas”, mientras aquél presentó en septiembre “Don Picaflor”, de mi producción, que, llevada a los teatros, repitió el suceso con “Don Cirilo Picaflor, candidato a diputado”.
Tanto habría que hablar de los autores cordobeses, como también de los intérpretes admirables que fueron apareciendo, como en el caso de Jaime Kloner, fallecido hace tiempo, y de su esposa Ana María Alfaro, aún felizmente viva.
(Nos sirvió para esta breve recordación lo publicado por un diario de Córdoba, el lunes 14 de diciembre de 1987. Y gracias por habernos leído).