El antimodelo minorista tiene en Argentina una expresión y una tradición contundentes. Desde El Hogar Obrero hasta la cadena Cooperativa Obrera, presente hoy en cinco provincias, los consumidores asociados se extienden por el país. Por Javier De Pascuale – [email protected]
Las cooperativas de consumo son organizaciones cuyo fin es facilitar a los consumidores mejores precio, calidad, servicio, seguridad e información veraz, por ejemplo, mediante la compra conjunta de determinados productos o de la prestación de servicios personales.
En las cooperativas de consumo el consumidor se integra en el proyecto como socio consumidor y eso le da derecho a estar representado en los órganos de gobierno de la cooperativa y en su asamblea general. Así, pueden ser socios de estas cooperativas las personas físicas y jurídicas que tengan el carácter de consumidores, de conformidad con las normas vigentes en la materia.
En Buenos Aires y otras tres provincias, la Cooperativa Obrera (Coope) es una organización sin fines de lucro que administra 96 bocas de expendio de mercadería en forma de supermercados, que proveen regularmente alimentos y una multitud de otros productos a más de un millón de familias asociadas consumidoras, además de integrar al sistema a una vasta red de proveedores de industrias regionales que de otro modo estarían excluidas del ofrecimiento de productos en la cadena minorista.
A escala nacional, la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo (FACC) agrupa más de un centenar de éstas de todo el país y, si bien su sede está en Buenos Aires -en la séptima cuadra de la calle Uruguay, en pleno centro porteño-, encuentra su norte al sur, en la ciudad de Bahía Blanca, sede de la Coope. Si Sunchales es la capital del cooperativismo de producción, la ciudad puerto del sur bonaerense lo es del cooperativismo de consumo. Pero mucho hay para decir de este sector no muy conocido de la economía social.
El caso de la Cooperativa Obrera
La Coope se define como “una empresa diferente”. Una empresa de la economía social, constituida para prestar servicios económicos, sociales y culturales a sus 1.190.000 asociados actuales, una entidad de “puertas abiertas” donde todos los consumidores pueden incorporarse a ella mediante un rápido y muy fácil trámite: presentando el DNI y aportando $1 pueden convertirse en asociados.
¿Qué la diferencia de otras empresas? Es una institución sin fines de lucro, constituida y administrada por sus asociados, quienes son sus únicos dueños. Su integración a la población en las localidades donde instala sus supermercados cooperativos hace a la La Coope “la empresa social de los propios consumidores”.
Nació en 1920 cuando un grupo de 173 vecinos de Bahía Blanca resolvió unirse para constituir una cooperativa panadera que asegurara el precio justo, el peso exacto y la calidad del pan, tan vital alimento. En 1932 se habilitó su primer almacén cooperativo. Hoy es una de las cooperativas con mayor cantidad de asociados del país y la segunda cooperativa de consumo en importancia de América Latina.
Sin embargo, su éxito en general y en el mundo son estudiados en las universidades como simples anomalías, ya que lo lógico para el funcionamiento eficiente de la empresa es la continua búsqueda del beneficio, maximizada en el caso del retail por técnicas extremas de extorsión comercial, marketing invasivo y manipulación psicológica de los clientes. Nada más alejado del cooperativismo de consumo: intentan generar una mayor estabilidad en los puestos de trabajo, reinvierten utilidades en las regiones donde se asientan y buscan favorecer la capacidad de ahorro de la población, educándola en la morigeración de sus hábitos de consumo.
Al respecto, la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca tiene sus propios “mandamientos”:
l Gastarás solamente de aquello de lo cual puedes disponer.
l Reflexionarás siempre, antes de adquirir algo, sobre su utilidad, necesidad y prioridad.
l Estarás siempre consciente en el acto de consumir, para no caer en el consumismo o la tentación de gastar de más…
Y, a diferencia de las grandes cadenas de distribución, no se pretenden escaladas de facturación sino la formación de un consumidor responsable e informado.