viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Luces y sombras del patriarcado en las empresas familiares

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En la oscuridad del mar un faro ofrece tres principales y positivas cualidades: luz, solidez y permanencia. Es una torre firme y segura que emerge sólida sobre la roca y al destacarse por encima de todo, se convierte en referencia sosteniendo su misión contra viento y marea.

Por Eduardo Cucinelli * – Exclusivo para Comercio y Justicia

El patriarca en una empresa familiar es como un faro en la noche del océano. Al mirarlo, todos saben lo que tienen que hacer.

Suelen ser personas muy emprendedoras, con mucho impulso, tenaces; asumen riesgos, producen, dirigen, compiten, se estimulan a sí mismos, construyen espacios de poder y jerarquía. Tienen una visión clara de su negocio y disfrutan mucho lo que hacen. Se enfocan al logro, por eso son persistentes en el camino del éxito.

Crecen, protegen lo suyo y deciden situaciones. Son perspicaces ante la amenaza y saben cuándo no hay que avanzar en una dirección. Son jueces de la vida tanto en la familia como en la empresa. Un patriarca da seguridad no sólo porque es proveedor de recursos económicos a la familia, también porque marca un norte dando orden a la organización. Son conquistadores de metas, hombres de acción decisiva, creadores de alianzas. Tienen una disposición natural para aprender de la experiencia con un curiosidad e inventiva que les permite crecer desde abajo, muchas veces con escasos recursos iniciales y llegar a la cima. ¡Cuántas luces!..

Pero no todo es lo que parece en el patriarcado. Aquellas tres cualidades del faro suelen esconder tres contrastes peligrosos para la familia, la empresa y para el mismo líder. ¿Por qué?

Porque a la luz se le oponen sus propias sombras, su solidez da paso a la inflexibilidad y la permanencia suele convertirse en perpetuidad en el gobierno de la empresa. Por eso, el mayor riesgo de un patriarca es quedar embriagado de su propia luz. Aquello que no es alcanzado por la mirada de un patriarca, no existe. ¿Por qué?

El patriarcado es una herencia cultural que marca un estilo de liderazgo en occidente sobre todo en las familias empresarias. Como toda herencia, el legado ancestral trae de todo. Es por esto que el patriarca porta una carga que lo supera a él mismo, aunque puede mejorarse.

¿Cuáles son las sombras más comunes que constatamos en la asesoría a las familias empresarias patriarcales?

Con sus mejores intenciones, los patriarcas suelen ser personas que delegan poco y les cuesta promover equipos de trabajo; necesitan estar en todo y controlarlo todo personalmente; son poco participativos y esto suele generar conflictos especialmente con los familiares y hacia quienes pueden acumular deudas afectivas. Tienden a dar poco margen a la libertad, iniciativa y creatividad de los demás, con lo cual pueden perder de vista el talento oculto en sus colaboradores; destacan más el error que el mérito ajeno, lo que no favorece la autoestima sobre todo en sus propios hijos o hijas.

Su gran exigencia suele desanimar a los demás fomentando una organización muy dependiente de él, disminuyendo así el desarrollo del potencial de la empresa.

Nuestra experiencia con empresas familiares coincide con la doctora Bolen en que es bastante frecuente encontrar en las familias patriarcales que el padre proveedor suele ser generoso, pero su generosidad está motivada por su deseo de controlar a sus hijos y está vinculada con la esperanza que ha puesto en ellos. Esta esperanza está puesta especialmente en hijos varones. Pero si ese hijo varón no es el primogénito o bien no hay hijos varones, suelen haber hijas dispuestas a encarnar ese rol en la empresa cumpliendo así las expectativas de papá y muchas veces renunciando a proyectos personales.

El tipo de autoridad que ejerce un patriarca es distante y de altura, como en la cúpula del faro. Es por eso que, por lo general, sus hijos no se animan a contradecir las expectativas porque conocen la inflexibilidad de sus reglas, lo que en muchos casos genera conflictos latentes en la familia. Así, suele ocurrir que parte de la vida familiar y empresarial quede en la sombra. ¿Por qué un líder exitoso, un estratega, puede portar sombras? Las cualidades de éxito pueden convivir con las propias sombras porque el líder no las ve. Es por eso que dijimos que aquello que no es alcanzado por la mirada de un patriarca, no existe. Pero existe. ¿Se puede mejorar este legado cultural? Sí, por supuesto. Las enormes cualidades positivas de un patriarca se pueden potenciar más aún. Por ejemplo, reconociendo que puede haber otras luces en torno suyo. Eso no le resta ni autoridad ni mérito. La apertura del juego no disminuye al líder, por el contrario, lo hace crecer.

¿Qué más puede hacer? Puede abordar tareas vitales como la formación de sucesores, la planificación patrimonial y societaria. Puede restaurar vínculos si hace falta; crear condiciones favorables para la sostenibilidad de la empresa a largo plazo. ¿Cómo? Promoviendo la participación y los acuerdos familiares necesarios para que la perpetuidad del líder abra el juego hacia la continuidad de los sucesores, entre otras acciones estratégicas. Cuando eso se logra es porque el faro dio un giro de sabiduría aceptando el ciclo natural de la vida, superando las sombras y prolongando sus luces.

* Asesor de familias empresarias. Instituto de empresa familiar y economía sostenible

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