Con bastante tristeza y desasosiego nos hemos enterado de que en los últimos días se ha producido una serie de linchamientos a lo largo del país, justificados bajo el ropaje del lenguaje que utiliza el eufemismo “justicia por mano propia” para encubrir esta barbarie.
Por Irene Victoria Massimino y Nicolás Omar Vargas * – Exclusivo para Comercio y Justicia
También aparece aquel que se menciona reiteradamente en los medios de comunicación sobre la necesidad de imponer “mano dura” y la crítica al sistema garantista, crítica a la que la sociedad es abiertamente permeable consecuencia de la desinformación al respecto.
Estos linchamientos tuvieron como víctimas a jóvenes que habrían cometido delitos menores contra la propiedad, tales como robar una cartera o arrebatar un celular en la vía pública.
Así, el 26 de marzo un linchamiento en la ciudad de Rosario terminó con la vida de un joven de 18 años. Al otro día y en la misma ciudad, un joven de 21 años, que posiblemente había participado de un robo a dos mujeres en la zona norte rosarina, fue golpeado violentamente por un grupo de vecinos. El 29 de marzo, otro linchamiento se produjo en la esquina de Charcas y Coronel Díaz, Palermo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires; y en la madrugada de ese mismo día se produjo otro linchamiento, nuevamente en Rosario.
Una situación similar a éstas ya se había dado a fines del año pasado, cuando en medio de los saqueos producidos como consecuencia de las huelgas policiales extorsivas ocurrieron algunos linchamientos contra quienes habían saqueado o se encontraban en la zona donde se habían producido dichos saqueos, resultando en la muerte de un joven por un disparo en su espalda. Ello sucedió tanto en Córdoba como en Tucumán, y una característica en común con los hechos de estos días es que las víctimas también eran jóvenes y pobres. Parece que son los elegidos por la sociedad para ser sacrificados en el ágora.
Legitimación social
Si bien los linchamientos no son un invento argentino ni una novedad de los últimos meses, no deja de sorprendernos que, pese a los grandes avances que en materia de derechos se han conquistado en 30 años de democracia, estas prácticas irracionales, ilegales y que atentan contra la dignidad humana sean cada vez más frecuentes y legitimadas por una parte de la sociedad, ya sea porque son abiertamente apoyados –basta con ver algunos comentarios en los foros de los diarios on line- o porque la respuesta frente a ello es la indiferencia.
Quizás una línea de continuidad de este fenómeno de apoyo e indiferencia puede encontrarse en la actitud que el común de la gente adopta frente a la crueldad del sistema carcelario o los abusos de las fuerzas policiales.
La intensidad de violencia social desatada en los últimos días, y su legitimación, nos atemoriza, horroriza y sorprende, pero además nos lleva a la reflexión sobre qué tipo de sociedad queremos, cuál es el objetivo de semejante crueldad o por qué se generan estos impulsos violentos.
Está claro que el derecho no tiene una respuesta para ello, sino que sólo es posible responderlo mediante un análisis de la sociedad compleja en la que vivimos. Sin embargo, hay una cuestión simple y sencilla que responde más al sentido común que al análisis científico: esto es el principio de respetar y no dañar al otro causado puramente por el sentimiento de empatía y solidaridad.
La conclusión de tanta violencia es la frase que en algún lugar leímos durante estos días y que vale la pena reproducir aquí: “perdimos un ladrón, ganamos 50 asesinos.”
Esta frase y los terribles hechos ocurridos nos tienen que interpelar a todos y hacernos pensar sobre la comunidad en la que queremos vivir. Si vamos a elegir una sociedad en la cual el individualismo, la inequidad y la propiedad privada valgan más que la vida de un pibe; o bien una sociedad inclusiva, solidaria e igualitaria, que resuelva sus conflictos de una forma más racional y menos violenta.
Es desde esta perspectiva que solicitamos a los lectores que -al igual que nosotros- desean una sociedad integradora, adhieran a la Campaña Nacional de la Asociación Pensamiento Penal ‘No Cuenten Conmigo’ para frenar los linchamientos, firmando en la esta página web.
* Miembros de la mesa nacional de la Asociación Pensamiento Penal.