Se trató de algo más cerca de una serie policial de las que estamos acostumbrados a ver por la televisión, que sobre lo que usualmente nuestra realidad en materia de propiedad intelectual nos presenta.
Por Luis Carranza Torres (*) y Sergio Castelli (**) – Exclusivo para Comercio y Justicia
Por primera vez desde que se tenga memoria en el país, “cayó” una red de falsificadores de libros. Se trataba de una banda integrada por diversas personas, con disponibilidad de recursos técnicos de impresión comparables a las de las editoriales más establecidas en el mercado.
Cómo se pudo desbaratarla, también es una operación policial que roza los ribetes de la novelística de espionaje y suspenso, que incluye meses de seguimientos de personas, agentes encubiertos, personal policial infiltrado, escuchas telefónicas y otras tareas de inteligencia varias todavía no rebeladas.
En tal camino investigativo, se descubrió que más que una red mafiosa única, había un mercado ilegal del libro trucho, centrado principalmente en la reproducción de best sellers, y que dos organizaciones de falsificadores se estaban disputando un mercado que suma cientos de miles de pesos de giro periódico.
Para darse una idea de la extensión de la práctica delictiva, baste decir que las primeras medidas para el “desguace” de tales organizaciones y practicar la detención de sus miembros, incluyeron nada menos que 14 allanamientos en un solo día de actividades de la instrucción penal por parte de la Justicia federal. Dichos lugares abarcaban desde imprentas, laminadoras y depósitos varios, hasta una librería y cuatro puestos de venta de libros en Parque Rivadavia y Plaza Italia (Buenos Aires).
La labor policial corrió por cuenta del Área de Investigaciones de la Policía Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires. “Una labor de excelencia”, no dudan en calificarla fuentes judiciales consultadas por esta columna. Los resultados parecen darle la razón. A raíz de lo investigado, en una operación inédita en América Latina y de las mayores en el mundo en la materia, se ha desmantelado una red completa, que abarcaba tanto la impresión de libros simulando sus originales como su distribución y circuitos de venta.
Como suele pasar en estos casos, la punta de este entramado se dio de casualidad, durante la firma de ejemplares en la Feria del Libro 2012 de la ciudad de Buenos Aires, de la conocida conductora televisiva Viviana Canosa. En esa oportunidad, al personal de la editorial presente que publicaba su libro Basta de Miedos le llamó la atención uno de los ejemplares.
Al revisarlo encontraron que era un libro “mellizo”, cuya falsedad se evidenciaba únicamente por ciertos detalles de la impresión de las tapas, especialmente en cuanto a las fotos se refería. Su poseedor era un compador de buena fe, que brindó los datos de dónde lo había adquirido. A partir de allí se generó la denuncia y posterior investigación.
La actividad de plagio abarcaba un sinnúmero de títulos y autores diversos en un arco polirrubro que iba desde Eduardo Galeano hasta todos los escritores de best sellers de aventura, pasando por el género de autoayuda o testimonial como Gabriel Rolón, Luis Majul, Paulo Coelho. Ni las publicaciones de la Real Academia Española se habían salvado de la acción de esta red.
Los detalles, anécdotas y la peligrosidad de un submundo tan ignorado por muchos es lo que dejamos para la próxima semana.
* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.** Agente de la Propiedad Industrial.