Opiniones. Un psicólogo, una socióloga y una psicóloga social advierten de la trama subyacente que emergió en esta fatÍdica jornada.
“Hay un reclamo de hace tiempo que no fue escuchado”
“Hay un reclamo que hace mucho tiempo que se está produciendo dentro de la sociedad y que no ha sido escuchado. Hay una situación de tanta desolación en términos de ciudadanía”. Éstas son las primeras palabras que enuncia Ana Correa, titular de la Cátedra de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad NAcional de Córdoba (UNC), cuando se le pide un análisis sobre las jornadas de saqueos y violencia vividas en Córdoba.
“Se llega una instancia de este tipo porque ya las fuerzas y las posibilidades del uso de la razón están agotadas; agotamiento del Estado, de la fuerza legítima para poder generar una convivencialidad. Cuando ello ocurre, produce un agotamiento también de las racionalidades posibles y este estallido de angustia, de dolor, que la mayoría de la gente llama de delincuencia pero ¿qué entendemos por delincuencia?”, cuestiona Correa. “La delincuencia -describe- es un hecho social, sociológicamente producido, no es un comportamiento que la gente tiene por naturaleza. La gente se vuelve violenta, irracional, transgresora de la ley, de las normas porque hace mucho tiempo que no ha sido escuchada”.
Para la especialista, las consecuencias más terribles y dolorosas las vivencia la gente común y en este sentido señaló que en el camino se producen escisiones, bandos y nuevamente una ruptura profunda del tejido social y de las posibles confiabilidades que se estaba estableciendo con base en acuerdos democráticos. “Esto es realmente desolador, pero es claramente una cuestión anunciada, produce también mucho enojo por la ausencia de gobierno en todo sentido: en establecer pautas comunes, en discutir, en negociar y en dialogar”.
“Esto no es delincuencia”
Correa siguió insistiendo en diferenciar delincuencia de otra cosa y se distanció así de los discursos políticos que etiquetaron los hechos de esta manera.Al respecto, subrayó: “Esto no es un acto de delincuencia. Creo que se producen actos de poca racionalidad, de transgresión y de reclamo de ser oído”.
A la hora de pensar en cómo se sigue como sociedad, tras estas jornadas, apeló a la comunicación. “Hay que poder hablar de esta cuestión para no caer en posturas de bandos.
Éstos son problemas de la trama social y la sociedad somos todos. ¿Qué pensamos que podemos hacer con esto que nos genera mucha impotencia? Podemos generar espacios para conversar y tener mucha capacidad de escucha sobre las cosas que no queremos escuchar”.
Finalmente, advirtió de que las polaridades que se han construido en el campo de la política se han desparramado a todo el tejido social. “Esto no construye lo colectivo, la posibilidad de la diferencia. Hay que construir colectivamente qué queremos como gobierno porque ésa es la gran deuda que tenemos”.
“Una sociedad desesperanzada, una sociedad de cazadores”
Sensación de medioevo. Ésta es la imagen que eligió la socióloga Claudia Laub, directora de la Asociación Civil El Ágora, que desde hace años trabaja en la promoción de valores ciudadanos, para describir los hechos de las jornadas de ayer y anteayer.
“Lo que más preocupa es esta sensación de que en cualquier momento pueden salir hordas. Esto muestra lo que subyace, retirás una fuerza policial y hay otras cosas subterráneas que las sabemos y que podemos anticipar pero no hicimos nada. Eso es lo más preocupante, más allá de que hay un conflicto policial y de que no se está llevando a cabo una buena reestructuración ni una buena comunicación con la fuerza y con la población”, sostiene.
Asimismo, advierte de que la necesidad básica en este momento es de organización. “Es un análisis primitivo ver si se llevan whisky en lugar de pan. Lo que se están llevando es una desesperanza, una desesperación, es el desorden que subyacía. Todo lo resumiría con la falta de Estado, de un Estado que te contenga y que te organice. Si dejás todo suelto, los sectores en conflicto no negocian, no se conversa, además, no hay que olvidar la purga de la Policía de hace un mes que también tiene que contemplarse en el análisis”, recordó.
Para Laub, la que se observó ayer es una sociedad de “cazadores” y la distinguió de la de “agricultores” que se vinculan con un territorio, lo quieren y lo cuidan. “Los cazadores salen a ver qué hay esta mañana y no se trata de hambre. Hay desorden, falta de estructuración, pero a esos cazadores el Estado no los orientó antes, están tapando, tapando… hasta que explota”.
Las redes sociales
Otro de los fenómenos que emergieron con fuerza es el de la expresión de la ciudadanía a través de las redes sociales como Facebook y Twitter. Al respecto, Laub tiene una postura formada. “Me parece fantástico que la gente se organice con las redes pero ¿dónde está el Estado que me dice cuál es la situación actual, qué presupuesto tenemos, cómo nos organizamos?”.También insistió en la necesidad de que el Estado diga la verdad de lo que ocurre en momentos críticos como los vividos. “No es malsano decir la verdad. Por ejemplo, a una persona enferma le podés decir que está grave pero que hay remedios para enfrentarlo pero, si te dicen que estás bien pero te sentís mal, hay algo que evidentemente no está funcionando. Negar es generar violencia”, sostuvo.
“Lo de hoy es la manifestación de lo que subyace y nadie quiere ver, los chicos que salieron a la calle salieron por algo, porque ese espacio público lo quieren ocupar de manera violenta. Tanto los chicos como los comerciantes fueron violentados porque no tienen reglas claras”, concluyó.
“Hay una profunda crisis ética, están afectados los reservorios éticos de la sociedad”
“Esto es una profunda crisis ética, por eso es que ya estamos en el fondo. Están afectados profundamente todos los reservorios éticos de nuestra sociedad”. Contundente y desoladora, así es la definición de Sebastián Bertucelli, psicólogo, consultor temporario de OPS OMS y consultor de gobiernos provinciales, nacionales y municipales.
Varios íconos quedarán en la retina de este fatídico 4 de diciembre, pero para Bertucelli hay uno que se destaca y que lo rescata de una cobertura televisiva a la salida de un saqueo. “Si una mujer sale robando de un supermercado, la enfoca una cámara y ella no oculta su rostro y dice ‘yo no estoy robando’, cuando ella dice esto está diciendo todo, no se reconoce robando, toma los artículos del comercio porque todo aquello que sea descuido, oportunidad, lo aprovechará. ‘Estoy haciendo lo que otro haría en mi lugar’, completó la mujer.
Esto demuestra que no hay conciencia de que ésos son bienes de otras personas”.
Bertucelli subraya que la primera implicada (aunque no la única) en este diagnóstico ético es la política y concretamente criticó las formas de hacer política vigente. “La dádiva, el clientelismo, todo lo que se hizo para ganar de cualquier modo (en una elección), la idea de que todo el mundo roba arriba estando en el poder, es tomado como que lo habilita al otro a robar también”, señala.
Además, advierte de que hoy todo pasa por “la plata”. “El único vínculo entre la política y la sociedad civil es la plata, el interés económico. No hay vínculos éticos de solidaridad, de protección, de cuidado de la población y de los más necesitados”.
Anomia y anarquía
Desde la visión psicológica describió que lo vivido en las violentas jornadas es un problema grave ético y de anomia, en el que no hay reglas de convivencia. “Si todo el mundo se apropia lo que es de todos ante la primera oportunidad sin responsabilidad ninguna y sin pagar nada por esto, esto es anomia”.Finalmente, se mostró preocupado por la naturalización de los hechos de violencia por parte de la gente. “Cada vez la gente se escandaliza menos ante un hecho no ético. Nadie ve brotes, todos vemos el final, pero no vemos cómo se formó, lo venimos banalizándolo todo”.
También observó anarquía. “Sin jefes, no hay líderes reconocidos y aceptados, no son reconocidos como garantes éticos. Como no hay conciencia ética, en este punto lo único que funciona es la represión”, dijo con lástima, alertando sobre una crisis de las instituciones.