La evaluación acerca de la posibilidad de que la automotriz estadounidense General Motors (GM) pueda sobrevivir a la bancarrota fue reconocida ayer por sus auditores como de “duda sustancial”. Debido a que la empresa depende de la ayuda de fondos estatales, los auditores calificaron la situación de la compañía como “preocupante” por su improbable capacidad de supervivencia a la crisis, señaló GM en un informe. La firma reiteró que, si no logra reestructurarse con éxito y debe entrar en bancarrota sin soporte estatal, tendría que acogerse al capítulo 7 de quiebras, que regula el cierre definitivo de empresas demasiado débiles. No obstante, aclaró que su quiebra sería más cara que el actual pedido de asistencia estatal. El posible cierre del establecimiento central en Estados Unidos no afectaría a las fábricas en otros países y que se manejan en forma autónoma, según opinan los especialistas.