ENTREVISTA

“Esta cooperativa es un ejemplo paradigmático para todo el país”

Francisco Junyent Bas, actual director académico de Semanario Jurídico, ex periodista de Comercio y Justicia 

El testimonio preciso y la memoria certera de alguien que acompañó la Editorial por más de medio siglo nos remontan a la época de oro de un periodismo valiente y comprometido. Lo cuenta con lujo de detalles y describe cómo aquel espíritu se manifestó cuando la crisis golpeó a la puerta del diario y la respuesta fue más comunidad, más solidaridad, más compromiso. Se anima a postular el modelo para el país, “para que no se cierre una empresa más” y propugna incluso el camino para la prensa. Un testimonio imperdible

Por Javier De Pascuale

Abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, profesor titular plenario en Derecho, receptor de innumerables distinciones en otras universidades, en congresos y otros foros especializados, ex fiscal de las Cámaras Civiles y Comerciales del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, Francisco Junyent Bas es también un habitante histórico de Comercio y Justicia.

“Pancho”, tal cual lo conocemos, ingresó a nuestra editorial hace casi seis décadas, a los 18 años, y hoy a los 75 sigue junto a nosotros, actualmente como director académico del Semanario Jurídico. Su historia es la historia del diario, pero también la de la Cooperativa. De prodigiosa memoria, rescata los tiempos en que el periodismo era “el mejor oficio del mundo” y sostiene que la experiencia de la Cooperativa Comercio y Justicia es un faro que marca alternativas para el país en situaciones de crisis. 

-¿Qué es Comercio y Justicia para usted?

-Comercio y Justicia tiene una profunda raigambre en la comunidad cordobesa. Nace como Comercio y Tribunales hace casi cien años, en 1927, cuando lo funda mi abuelo en la época allá del sabattinismo, antes incluso. Y nace con una concepción clara, asumiendo la necesidad de una tarea de comunicación, periodística, con relación a la incipiente labor del Poder Judicial cordobés. Los primeros fallos, la jurisprudencia, la doctrina… Bueno, allá nace, en Comercio y Tribunales. Y nace como una empresa familiar, muy querida, que luego se convierte en Comercio y Justicia por los avatares económicos de nuestro país, que voltean el primer intento, lo llevan a la quiebra y nace Comercio y Justicia. Mi abuelo, que en aquella época tenía fuertes principios éticos y que se vivían de otra forma, no quiere aparecer como fundador y aparecen Eguía Zanón y Pronsato y él es un socio oculto.

Con el tiempo, con el correr de los años, este diario fue mi casa. 

Ahí es donde los conozco a José Antonio Junyent, Denegri, Coria, Urrea, toda la gente de Taller… Eran una familia, ¡realmente éramos una familia! Sin que existieran las corrientes sociales de hoy presentes, había un trato familiar realmente increíble para mí. Yo valoro mucho la unión de los gráficos con los periodistas y los que hacían las distintas tareas. Esa era nuestra comunidad, nuestra realidad. En esa época que funcionaba bien, yo era un chico que me iba forjando al lado de Comercio y Justicia. 

-Una vida marcada por Comercio y Justicia…

-Mire, yo tomo contacto con Comercio y Justicia cuando llegué allí como un muchacho que salía de la adolescencia; a los 18 años tengo que empezar a trabajar porque en aquella época nadie mantenía a nadie.Y bueno, allí se fue metiendo en mi sangre el periodismo especializado. Me acuerdo cuando fuimos con Barroso y Pereira a algún congreso o evento o jornada sobre Periodismo Especializado. 

Allí pude ver trabajar a los gráficos, a los periodistas de Comercio y Justicia correr por los pasillos de Tribunales buscando los juicios iniciados, todo a máquina, no había computación. Realmente, ¡qué linda época! Hermosa época que me forjó como persona. Allí adquirí un tinte diferenciado en mi cosmovisión del mundo.

Por eso fue muy fuerte cuando ví hace cerca de 20 años la frustración del diario por haber caído lamentablemente en manos de gente que no supo comprender esa historia, lo que significaba para Córdoba este diario, como comunidad de trabajo más que capital e inversiones. Ví en aquel momento cómo no supieron darse cuenta de eso, del espíritu real que anidaba en el diario. Fue cuando lo llevaron a la quiebra y eso fue tremendo. 

Pero también fue una gran alegría poder acompañar a los trabajadores en ese camino de recuperación de la dignidad, del diario y de su producto periodístico. 

¿Cómo no acompañarlos en la lucha, no? En medio de la precariedad, empezando casi de cero. Creo que eso es para dar realmente un mensaje a las actuales generaciones: que luchen por algo que vale mucho, con espíritu de camaradería, con espíritu de comunidad.

-¿Cómo era Comercio y Justicia hace 57 años?

-Quiero destacar que siempre se vivió una comunidad muy especial entre todo el personal del diario. Cuando yo entré a trabajar en la década de 60, creo que era la segunda mitad de la década, era director Jorge Eguía. En ese entonces los dueños eran los tradicionales dueños y tenían una parte los herederos de Pronsato, los herederos de Junyent, mi familia, y los de Eguía Zanón. Recuerdo especialmente qué lindo clima se vivía. Mi función era ser cronista en Tribunales junto con González y Nasif. Gonzalito y yo nos repartíamos los juicios entrados en Civil y Comercial. Él era una máquina en la Lexikon 80, me duplicaba y triplicaba en la velocidad para escribir. Siempre venía con tres veces más trabajo que el que hacía yo. Entonces al director no le pareció justo y me dijo: “Ahora vas a tener que hacer también Universitarias. Yo ya era estudiante avanzado de derecho y tenía que conocer y hacer esa sección de noticias. Y me medía los centímetros que se publicaban en el diario para ver mi tarea. Fueron lindas épocas. En aquel entonces era apasionante no solamente la tarea de cronista sino también cuando volvíamos a la redacción y nos encontrábamos con periodistas de la talla de Troilo, Barroso, Pereyra, Gómez Negri. Y el secretario General era don José Antonio Junyent, quien hacía la jurisprudencia, las reseñas de jurisprudencia. Era un genio en eso. El trato que tenía Jorge Eguía con todo el personal era muy cuidado, muy bueno. Eguía Zanón, ya grande, sacaba una página al medio del diario titulada “Yo acuso”, emulando a Émile Zola, aquel francés batallador que denunciaba las maniobras fraudulentas del ejército francés para mantenerse en el poder. ¿A quién se dirigía Eguía Zanón con aquel “Yo acuso”? ¡Al señor gobernador de la provincia de Córdoba! Fíjese si alguien se va a animar hoy a hacer algo parecido. Realmente, la valentía, la fuerza republicana y democrática que yo ví en Comercio y Justicia en aquellas épocas eran notables. Yo tuve la suerte de vivir épocas de una actividad periodística de primer nivel. Comercio y Justicia mantuvo de modo notable aquella valentía de defender valores. Tan diferente de hoy, cuando la prensa silencia tantas cosas que pasan. Me conmovía la valentía del diario. 

-El diario era una comunidad muy vital…

-A mí lo que me apasionaba era ir al Taller, donde estaban los linotipistas, sacando del plomo fundido las letras, componiendo las columnas que después se llevaban a las grandes mesas donde se armaba el diario, página por página. Y ahí estaban hombres como Coria y Heredia. ¡Qué lindo compartir con ellos! Era aprender día a día la vivencia del trabajo que dignifica. ¡Qué claro lo tenían los gráficos! A su lado aprendí muchísimo, me dieron un ejemplo de vida y me permitieron abrir mi visión a una igualdad de trato, igualdad de oportunidades, a un criterio de diversidad que me acompañó en la vida. Pasaron los años, yo llegué a ser redactor, periodista, hasta que con el título de abogado tuve que optar y me fui del diario, aunque seguí aportando siempre con colaboraciones en lo jurídico.

-Pero un día el diario no estuvo más…

-Cuando vinieron los cambios de dueño, la situación comenzó a ponerse más compleja. Y cuando llegó la crisis del diario y la consiguiente quiebra, volví a acercarme a los trabajadores. Y allí en mi despacho hablamos mucho con ellos, sobre la posibilidad de titularizar la empresa mediante la cooperativa de trabajo, salvándola de la quiebra. 

Han pasado 20 años y hoy vemos con gran alegría que aquello que parecía un sueño inalcanzable, por las complejidades que tenía (¡imaginemos lo que fue para un grupo de trabajadores pagar el canon locativo, el alquiler del inmueble, las maquinarias!) y se fue haciendo paso a paso realidad. Gracias al esfuerzo de todos, mancomunadamente y con solidaridad, viviendo al mismo tiempo un sacrificio notable. 

-¿Qué es la Cooperativa Comercio y Justicia para usted?

-Es un ejemplo paradigmático para todo el país. Por la fraternidad, por la solidaridad. Y allí estuve tratando de poner mi grano de ayuda, de colaboración. Se me pidió asumir la dirección académica del Semanario Jurídico con Manuel Rodríguez Juárez y allí fuimos, trabajando con Patricia Asrin. Y aquí estamos. Hoy podemos ver los avatares de la economía nacional, los sinsabores que produce, pero nos alegramos profundamente porque a pesar de todo eso, los trabajadores de Comercio y Justicia demostraron que se puede. Que una Cooperativa de Trabajo es un instrumento idóneo para titularizar una empresa, porque toda empresa es unidad productiva y es también unidad de trabajo. Es capacidad de elaborar una administración con metas para colocar productos en el mercado pero también para hacer de ello una fuente de trabajo valioso. Y como dice un muy querido amigo, es una alternativa en un país donde no se pueden seguir cerrando empresas. Donde el trabajo debe ser la columna vertebral de cualquier tipo de política. Lamentablemente no siempre se comprende. Muchas veces los avatares lo hacen muy difícil, pero acá está la muestra: la Cooperativa Comercio y Justicia ha sabido navegar esas aguas turbulentas. Y hoy yo no puedo más que alegrarme por mis queridos amigos. Los llevo en el corazón, tanto a aquellos que me acompañaron allá lejos como a los que enfrentaron el duro proceso de la recuperación.

-A 20 años de este camino, ¿cómo ve el futuro?

-Mire, con la cooperativa en marcha nos reuníamos, debatíamos entre varios, veíamos alternativas y es una dinámica que luego se perdió. Yo soy un convencido de que hay que retomar eso para darle fuerza al diario. Porque hay que reclamar créditos de apoyo a la actividad periodística, más incluso cuando es llevada por una cooperativa de trabajadores, tanto que se declama desde el Estado y en práctica es sólo discurso. 

Pero subrayo esto: hay que retomar una dinámica que le vuelva a dar alma, espíritu al diario. No hay que perder la dinámica personal; fíjese que las empresas extranjeras suelen hacer retiros junto a su personal para saldar esta necesidad. Es muy valioso eso, más después de la pandemia. 

A veces lamento no tener menos años, no ser más joven para acompañarlos diariamente, poner el hombro para abrir nuevos horizontes en un mundo globalizado, tanto que se requiere, para hacer de Comercio y Justicia lo que se necesita. Espero que siga marcando rumbo en la prensa cordobesa y también hoy, ¿por qué no?, en la prensa nacional e internacional.