NUESTRA HISTORIA

A 20 años de dos decisiones acertadas

Por Andrés Fabiano – Sección Justicia Comercio y Justicia.

Si bien cada año, desde 1939, la fecha del 2 de octubre reencuentra a todos quienes hicieron y hacemos Comercio y Justicia con un nuevo y caro aniversario, esta celebración no estaría completa si no incorporáramos también un recordatorio con dos datos esenciales: el 9 de abril y el 20 de junio, ambas de 2002. Aquellas fechas, hace 20 años ya, fueron la fundación de Cooperativa La Prensa, la primera, y la reaparición de nuestro diario, tras 150 días de ausencia, la segunda. Ambas fechas marcaron el comienzo de nuestra responsabilidad en la continuidad de esta maravillosa pasión por el periodismo especializado. Así como en aquellas fechas iniciales, el nacimiento de una nueva forma de encarar esta empresa nos marcó a fuego a quienes continuábamos la historia, tanto como a aquellos que se fueron incorporando, hicieron su aporte y, en todos los casos, nos dejaron su impronta en la experiencia antes de partir para desarrollarse en nuevos proyectos de vida y trabajo.

¡Cómo nos enorgullece recordarlo año tras año! Aunque el camino no ha sido fácil. Y no lo es. El esfuerzo de publicar a diario un diario especializado nos ha demandado no sólo esfuerzo sino también -y muy particularmente- una capacitación permanente para estar a la altura de lo que viejos y nuevos lectores esperan de nosotros.

La historia que dio lugar a este génesis de 20 años atrás fue posible por el grupo inicial de visionarios que se negaban a perder su fuente laboral, su espíritu de periodistas, administrativos y gráficos y la necesidad de no bajar los brazos después de tantos sacrificios y vicisitudes compartidos.

Como olvidar la enjundia de Mario Alfonso Rodríguez Riquelme, ese inolvidable chileno tozudo y firme, discutidor e imbatible, que fue el que le dio arranque inicial a nuestra cooperativa, insistiendo día tras día en la conveniencia de hacer todo lo que fuera posible para que los trabajadores dieran al paso de hacerse cargo de la empresa que, en gran medida, ya les pertenecía por su ascendencia en el diario quehacer de la publicación.

Las idas y venidas en los tribunales cordobeses, tratando de convencer a jueces y funcionarios de que la mejor salida para contener a los trabajadores e impedir la desaparición de un medio con más de 50 años de vida, era dar oportunidad a los verdaderos protagonistas para que tomaran en sus manos, con su intelecto y su compromiso los destinos de una publicación con tanta historia, como lo era y sigue siendo Comercio y Justicia. Ése era el gran desafío, aún hoy vigente en el espíritu de todos.

En estas dos décadas, transitadas sin descanso y con mucho de pasión, nos brindaron una especial actitud de compromiso. Por supuesto, caminar estos años tuvo sus altibajos, sus discusiones en pos de buscar el mejor proyecto y la mejor oferta periodística que pudiéramos brindar a los lectores.

Junto con las nuevas tendencias tecnológicas tuvimos que adaptarnos al formato virtual, el seguro heredero del tradicional papel que, en su madurez, ya vislumbra el momento no muy lejano de dar el necesario paso a un costado. Ello implica aggionarnos, capacitarnos y esforzarnos por estar a la altura de los acontecimientos.

Vale recordar en esta rememoración que Comercio y Justicia vivió distintos avatares, por cierto no ajenos a la realidad económico-social del país, de la provincia y de la ciudad. Como parte de esa historia, no olvidar los tiempos de bonanza que ayudaron a incorporar el equipamiento adecuado para los años iniciales. No olvidar que a fines de la década de 1960 la editorial contaba con uno de los primeros talleres off-set, tipeado en frío y fotocomposición, aplicados a publicaciones propias (como el semanario económico Factor) y trabajos de terceros.

Tampoco dejar de remarcar que políticas internas desacertadas detuvieron impulsos y perspectivas comerciales. Se cedió el mercado de folletería especializada y papelería judicial a la competencia y, poco a poco, se fue entrando en una vorágine que redujo sus posibilidades a límites casi insostenibles.

Con todo, la fuerza de periodistas, gráficos y administrativos siempre fue materia distintiva y coadyuvó para que las escaseces, falencias e indecisiones de los cuadros directivos no afectaran el sólido prestigio alcanzado por la epopeya de los pioneros.

Los años 90

Hasta parecen lejanos aquellos ilusorios 90, cuando para la vieja empresa parecían mejorar las cosas. Se había adquirido una pequeña rotativa y los costos operativos de la empresa parecían adecuarse a los tiempos que corrían. Esa capitalización en maquinaria se acompañó con cambios generacionales en la conducción de la firma, que prometían renovación.

Sin embargo, otra vez el desacierto en las decisiones clave, la falta de previsión, la ausencia de inversiones y una visión acotada volvieron a jugar en contra de las posibilidades de crecer.

Aun ante tal desalentador panorama, periodistas, gráficos y administrativos siguieron aportando un invaluable “know how”, como había comenzado a llamarse por entonces el conocimiento, la capacidad, el profesionalismo y el espíritu de equipo para hacer las cosas, a la “causa”, a aquel objetivo trazado a finales de los años 30. Esa fuerza sería la que, en definitiva, sostendría el proyecto contra los embates de la coyuntura.

Punto de inflexión

En esta historia tan rica; en este 20º aniversario de esta nueva era del diario a cargo de la cooperativa, es insoslayable mencionar la “bisagra” que marcó el destino de Comercio y Justicia como empresa periodística de ganado reconocimiento, incluso en el ámbito nacional, con premios y distinciones que así lo demuestran: la formación de la cooperativa de trabajadores que hoy conduce la editorial.

Recordábamos en el número especial de 70º Aniversario, que hubo un quiebre, una bisagra a partir del “naufragio” estrepitoso de una aventura empresarial, como fue la venta de la empresa a Gazeta Mercantil, de Brasil, y el posterior retiro de este grupo cuando los vaivenes del mercado cambiario encarecieron cualquier negocio intentado a precio dólar, dejó sin su fuente de trabajo a medio centenar de trabajadores, muchos de ellos con varias décadas de esfuerzo y compromiso con aquel proyecto original de la editorial.

También decíamos al celebrar 70 años, sin querer recordar detalles que motivan sinsabores, baste decir que la determinación de esos trabajadores, heredada de generaciones de pares que dejaron su impronta de capacidad, sacrificio y decisión, fue el motor que impulsó la idea de continuar desarrollando la pasión irrefrenable de informar sobre temas especializados y necesarios para una gran comunidad de empresarios, profesionales, juristas y comerciantes.

La tarea es, hoy como entonces, seguir honrando aquel compromiso que pusimos nuevamente en marcha. Y hoy, como entonces, esos mismos valores han sido de utilidad para tener una sede propia, adquirir la maquinaria adecuada e incorporar la tecnología necesaria.

Al fundar la cooperativa, asumir la responsabilidad por la editorial y mirar cara a cara al futuro, seguimos una senda, elegida para continuar ofreciendo nuevos servicios, más información y mejores herramientas para las generaciones que ahora toman las decisiones en los negocios, en el quehacer profesional y en los estrados judiciales.

Homenaje

Como recapitulación final a esta crónica, muy emparentada con aquel 2 de octubre de 1939 fundacional y estas dos fechas referidas al comienzo -9 de abril y, concretamente, 20 de junio de 2002- vaya un homenaje para todos los que, de un modo u otro, enriquecieron la propuesta cotidiana a los lectores. Como lo dijimos en el aniversario de los 70 años, las nuevas generaciones necesitan las voces y enseñanzas de quienes nos precedieron