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Íconos de ahora y siempre en la ciudad maravillosa

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Además de las playas que enamoran a la mayoría de los argentinos, Río de Janeiro ostenta infinidad de atractivos que van desde los tradicionales recorridos, como el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, a los nuevos paseos que se incorporaron a la agenda a partir de los últimos eventos deportivos

Carolina Brenner – [email protected]
Enviada especial a Río de Janeiro

Río de Janeiro es una fórmula perfecta de mar, montaña, selva, metrópolis y una población que contagia energía. La ciudad ostenta infinidad de atractivos para recorrer, descubrir y degustar. Su propuesta de playas, cultura, entretenimiento y grandes monumentos es inagotable. Por ello, una buena opción para un viaje acotado resulta alternar alguno de sus lugares típicos y clásicos de siempre con la visita a los nuevos paseos que se sumaron al destino a partir de los acontecimientos deportivos de los últimos años como los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol.
No hay duda de que su principal encanto radica en las playas que se suceden a lo largo de la avenida Atlántica. Cada una con su particularidad y su público bien diferenciado.
Copacabana es la más tradicional y agitada. Concentra a la mayoría de los turistas, las famosas intervenciones en la arena, los puestos artesanales, y una sucesión infinita de hoteles y restaurantes. Es lugar donde más se consume el milho quente (choclo caliente), el camarão a palito (camarones en palito) y las cervezas bem geadas, compañía infaltable para las acaloradas jornadas cariocas.
Su costanera está delineada por el paseo peatonal reconocido fácilmente por sus olas dibujadas con piedras portuguesas, diseño del paisajista Burle Max, y por ser el circuito predilecto para emprender caminatas eternas disfrutando de la fauna humana que transita sobre él.
Por donde se mire hay gente corriendo, jugando al fútbol, beachvóley o andando en bicicleta. La actividad física está a la orden del día y los garotos saben hacer un culto de ella. Fiel reflejo de esta actitud se aprecia en las figuras esculpidas de hombres y mujeres que desfilan a lo largo y ancho de toda la bahía.
Pegada a Copacabana se encuentra Ipanema, una zona no tan diversa y cosmopolita como su vecina pero también concurrida por las hordas de jóvenes y familias imantados por el febo brasileño y sus encantos.
A medida que se avanza hacia el sur, el ambiente se torna más relajado y exclusivo. El hormiguero de gente merma y el público es más familiar.
Tras este balneario, se arriba a Leblon, uno de los barrios más sofisticados, donde se encuentran los complejos hoteleros de categoría y el centro comercial que lleva su nombre y alberga una gran oferta de marcas premium internacionales.
Al final de la bahía, pasando Leblon y atravesando el morro, se descubre la playa de Vidigal, un enclave paradisíaco cuya geografía custodiada por un entorno virgen y selvático, la convierten en un sitio de difícil acceso y por ello más exclusivo.

Iconos de siempre
Río no sería Río sin la omnipresencia disputada entre los cerros Corcovado y el Pan de Azúcar, ambos referentes icónicos y visitas obligadas del destino.
El Corcovado está coronado por el Cristo Redentor, que domina el paisaje desde 710 metros de altura y penetra en el cielo con su imponente presencia, enaltecida por los miles de visitantes apiñados a sus pies. El acceso a este monumento se puede realizar en auto atravesando el Parque Nacional de Tijuca, aunque en tranvía resulta una opción más cómoda y pintoresca, con la única salvedad de que es necesario armarse de paciencia, ya que siempre está atestado de gente y las colas suelen ser largas. Una vez en la cima, se asciende al Cristo mediante ascensores panorámicos y escaleras mecánicas.
El otro atractivo emblemático es el ascenso al Pan de Azúcar, ubicado sobre la bahía de Guanabara en el barrio de Urca. El traslado por medio de los bondinhos o funiculares es una experiencia en sí misma que se suma a las vistas impactantes que regala el final del trayecto.
Una empresa privada de capitales brasileños fundada en 1911 fue la que trajo el primer teleférico del país, el cual hasta estos días tiene aires de visionario, dada la grandeza de su construcción. Los teleféricos actuales fueron adquiridos hace un par de años y sus antecesores funcionaron luego de sucesivas renovaciones desde principios del siglo pasado.

El circuito tiene aproximadamente 750 metros de largo y una parada en el Morro de Urca, desde donde se puede apreciar la Playa Roja, las orillas de Leme y Copacabana hacia el lado derecho, y la Ensenada de Botafogo con el Cristo al fondo, a la izquierda.
En este primer desembarque, el visitante llega a la plaza de los Bondes, donde se encuentran expuestos tranvías de generaciones anteriores, de 1912 y 1972, además de dos esculturas de bronce, en tamaño real, de los responsables de su idea e implantación: Augusto Ferreira Ramos y el ingeniero Cristóvão Leite de Castro. Allí también se destaca la Vía Verde, un mirador que rodea una de las caras del Morro da Urca y gran punto de observación de la fauna y flora del complejo, el anfiteatro, un espacio con escenario con capacidad para 700 personas, el espacio Bahía de Guanabara con tiendas y restaurantes, el espacio cultural Cocuruto, donde se desarrolla la historia del teleférico por medio de la exposición de maquinaria y recursos audiovisuales, y el mirador Maria Ercilia Leite de Castro, donde se realizan eventos. En esta parte se encuentra la base desde donde despegan los helicópteros para hacer un vuelo panorámico sobre el destino.
En el segundo desembarque, a 396 metros sobre el nivel del mar, el bondinho ofrece una fotografía de 360 grados de Río de Janeiro. Desde allí, es posible contemplar la Piedra de la Gávea, el macizo de la Tijuca, el Corcovado con la imagen del Cristo Redentor, la bahía de Guanabara, la ensenada de Botafogo, el centro de la ciudad, el aeropuerto Santos Dumont, el barrio de la Isla del Gobernador, Niterói y la Serra do Mar con el pico del Dedo de Dios.
“Para brindar más comodidad a los visitantes, esta parte del complejo fue recientemente reformada. Se reacondicionó un paseo por el bosque, donde se aprecian las especies nativas y el año pasado, se inauguró el Clásico Beach Club, que conjuga la vista privilegiada con la mejor cocina caiçara bahiana en tierras cariocas”, comentaron fuentes del centro turístico.

El Río de ahora
Después de la realización de los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos de 2016 y el Mundial de Fútbol FIFA 2014, la ciudad, además de haber duplicado la cantidad de plazas hoteleras, sumó otros espacios y obras de infraestructura como la Villa Olímpica, museos, estadios y la renovación de su aeropuerto.
De todos estos emprendimientos, el más destacado y uno de los que vale la pena visitar por estos días, es el Museo del Mañana (Museu do Amanhã), que se inauguró hace poco más de un año -el 17 de diciembre de 2015- y con más de 1,4 millones de visitas en 2016 se ubica entre los más convocantes de Brasil.
Este espacio cultural conquistó récords y premios y se convirtió en icono nacional y símbolo de la revitalización de la zona portuaria carioca.
Con el lema: «El mañana es hoy, y hoy es el lugar de la acción”, la iniciativa presenta un concepto innovador, orientado por preguntas que acompañan desde siempre a la humanidad: ¿de dónde venimos? ¿quiénes somos? ¿dónde estamos? ¿para dónde vamos? y ¿cómo queremos ir?
Además de consagrarse como una de las principales atracciones turísticas del país, el lugar pasó a ser considerado un lugar democrático, de acceso a públicos con perfiles diversos y una referencia de inclusión social.

Uno de los datos de orgullo fue la constatación de que un importante número de visitantes no era frecuentador habitual de ese tipo de espacio cultural y 12% nunca había estado antes en un museo.
«No podemos olvidar de la importante parte de la población brasileña que aún no frecuenta museos, y la diversidad que anhelamos pasa necesariamente por esta inclusión. Por eso, nos enorgullece haber recibido más de cien mil visitantes que nunca habían estado en un museo antes», afirmó Alexandre Fernandes, director de Desarrollo de Públicos del Museo del Mañana.
Sucede que, además, de ser un formador local de públicos, el lugar se posiciona como un inductor de reflexiones y centro para el diálogo de las diversas voces de la sociedad.
El museo fue la primera institución brasileña en ganar el premio internacional MIPIM 2017, en la categoría «Construcción verde más innovadora».
Así, tanto los nuevos íconos de ahora -tales como el Museo del Mañana y la reacondicionada zona portuaria- como los tradicionales paseos de siempre -tales como el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar- junto a las playas deslumbrantes, el mar incondicional que tanto seduce a los visitantes, el marco natural del entorno selvático y esa espontaneidad tan propia de la población carioca que transforma todo en fiesta y acogimiento, hacen que la ciudad de Río de Janeiro sea un destino inolvidable.

Agenda de viaje

 Cómo llegar
Con Aerolíneas Argentinas Córdoba a Río de Janeiro con escala en Buenos Aires. Las tarifas parten de $ 1.886 (con tasas e impuestos incluidos). Más info: www.aerolineas.com.ar

Dónde dormir
– Sheraton Grand Rio & Resort Avenida Niemeyer 121, Leblon. Río de Janeiro. Tarifa promedio de la habitación doble: desde US$170. http://www.sheraton-rio.com.br

Qué hacer
-Visita al Pan de Azúcar. Horario: de 8 a19.50   Precio adultos: R$80; de 6 a 21 años: R$40.
www.bondinho.com.br
-Visita al Museo del Mañana Entrada general: desde R$20 www.museudoamanha.org.br
Mas info www.visitbrasil.com

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