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La evolución y la composición de las importaciones argentinas

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La evolución creciente de la economía argentina en la década inmediata anterior impulsó la introducción decisiva de insumos para la actividad industrial y la cobertura complementaria de combustibles que no se obtienen dentro de nuestro territorio vistas a las elecciones presidenciales.

Una simple comparación entre el monto de adquisiciones en el exterior entre los años 2004 y el que asumieron su mayor importe, 2011, aportan una idea de los importantes procesos habidos en ese lapso de apenas ocho años.

En efecto, durante el que hemos tomado como inicial éstas ascendían a US$22.445 millones y en el que asumieron su máxima expresión, nada menos que US$73.937 millones, es decir, se han multiplicado 3,3 veces. Este verdadero «salto» constituye un firme e indiscutido testimonio de que se vivió una evolución hasta ese momento inédita en el curso de toda la historia económica del país. Las referidas cifras, por otra parte, superaron largamente a las que signan la correlativa evolución de las exportaciones ya que pasaron, en los mismos ejercicios, de US$34.550 millones a US$83.950 con un crecimiento de sólo 2,2 veces.

Ese hecho justifica y reclama se analice no sólo su tendencia global sino, muy especialmente, la composición y destino de las importaciones. Debe advertirse que en el posterior bienio 2012/13 hubo un claro descenso relativo pues llegó a sólo US$68.514 millones. Después hubo una recuperación puesto que se adquirieron bienes por US$74.100 millones, importe muy similar al del nivel habido en 2011.

La composición por grandes rubros de las importaciones
En el ejercicio 2004, si se suman los US$5.331 millones de Bienes de Capital con los US$3.622 millones que corresponden a Piezas y Accesorios para Bienes de Capital se llega a US$8.953; cifra que representa 39,9% del total general, seguido muy de cerca por la adquisición de Bienes Intermedios con US$8.632 millones, que implican otros 38,5%. Se completan con la introducción de Bienes de Consumo, que entonces ascendieron a US$2.501 millones (11,1%); Vehículos y Automotores, con US$1.197 millones (5,3%), junto con Combustibles y Lubricantes, que en aquellos tiempos requerían «apenas» US$1.003 millones (4,6%).

La evolución hasta 2011 exhibe como principal característica el hecho de que el citado rubro Combustibles pasó de ser el con menor importe, en términos absolutos y relativos, al que se ha multiplicado en mayor medida; nada menos que 9,4 veces luego de trepar hasta US$9.413 millones, que cubrieron 12,7% del total general. Hasta el año 2010 inclusive, las exportaciones de derivados del petróleo y gas superaban con cierta holgura a nuestras compras. Desde el año 2011 comenzaron a estancarse primero y a bajar decididamente en 2013, con lo cual el saldo se tornó crecientemente negativo.

Esa caída sucedió debido a que Repsol, accionista titular español mayoritario de YPF, descendió en forma notoria el ritmo de búsqueda hasta abandonarla pero intensificando al mismo tiempo su extracción. Dicho proceso logró detenerse con la reestatización de 51% del referido paquete accionario y sus flamantes administradores ampliaron las perspectivas al detectarse los nuevos yacimientos -en especial el de Vaca Muerta, en Neuquén- de combustibles identificados como no convencionales; que se espera permitirán dentro de unos cinco años volver a disponer de un autoabastecimiento total.

Las reservas cubicadas de esta categoría son en materia de gas, la segunda y combustibles líquidos la cuarta entre las mayores del mundo. Lo que debe subrayarse que la explotación involucra un esquema mucho más complejo y costoso pero que se habrá de generalizar pues Estados Unidos finca, a través de ellos, disponer de una base suficientemente abundante como para volver a tener presencia internacional y recuperar el liderazgo que había perdido.

Por su parte, los bienes intermedios, al ascender a US$21.793 millones (2,5 veces más), cubriendo 29,8% del total mientras los bienes de capital hacen lo propio, llegando a US$13.969 millones (+2,6 veces) aunque pasan a ser superados por el rubro que abarca la adquisición de piezas y accesorios para bienes de capital que llegaron a US$14.919 millones, con lo cual se erigieron en el más dinámico y expansivo al multiplicarse por 4,1 veces.

Nada positiva fue en ese contexto la evolución habida en el rubro bienes de consumo. Ya en 2004 asumían una proporción marcadamente elevada pues, en su gran mayoría, desplazan a los de origen autóctono. Para 2011 sumaron US$8.040 millones, que equivalen a 3,2 veces los del primer año de referencia y virtualmente mantienen la proporción al representar 10,8% de todas las compras realizadas ese año al exterior. Constituye un derroche divisas de libre disponibilidad que se gasten en la compra de bienes prescindibles y al sólo efecto de satisfacer la injustificada preferencia por «lo importado». El último gran rubro que completa el cuadro que se está analizando es el relativo a la adquisición de vehículos automotores cuya evolución (+4,7) deviene del esquema de complementación que se convino entre las plantas que las empresas han localizado en cada país. Brasil, por su gran mercado interno, se benefició con la «parte del león».

Los registros más gravitantes del bienio 2012/13
En el primero de dichos años, la contracción interanual fue de 7,2%, lo cual se verifica en forma generalizada según sea la composición de cada rubro a que se refiera. Quizá uno de los aspectos más negativos corresponda a bienes de capital, ya que en este caso la caída fue más aguda (-13,1%). Esa circunstancia genera efectos contraproducentes que se aprecian mejor en el mediano plazo pues la merma en ese tipo bienes, que tienen por finalidad conservar o incrementar la capacidad productiva instalada, registró los deterioros más significativos.

En situación muy diversa, la menor disminución (-1,6%) de bienes importados se verificó en el consumo de combustibles, lo cual está en línea con el creciente grado de dependencia de tal fuente y sus respectivos proveedores. En segundo lugar en las menores reducciones aparece la importación de automotores que sólo lo hizo en 3,7%. Tal situación se explica debido a que los adquirentes están menos afectados por el descenso general de la actividad y siguen manteniendo una demanda elevada. Esto ocurre habitualmente cuando la contracción general se localiza sustancialmente en las amplias franjas de consumidores de menor ingreso medio. En 2012 se verificó tal situación pues el mayor impacto lo sufrió ese tipo de consumidores ante la circunstancial baja de una economía que venía de una década de altos registros en materia de crecimiento y ocupación.

Por ello tampoco escapa a la más estricta lógica que haya habido una disminución de 8,3% en la importación de bienes intermedios y de piezas o de 10,1% en accesorios para bienes de capital. La tenue recuperación que sobrevino en 2013, al margen de las divergencias que se han planeado sobre la evaluación del verdadero índice porcentual de crecimiento, genera acaloradas discusiones no sólo entre diversos centros y/o analistas privados. El tema involucra también al Estado Nacional debido a los tres coeficientes de tendencia descendente que difundió en distintos momentos por medio de su organismo especializado (Indec).

Si se procede a analizar la composición de insumos importados que requiere la actividad doméstica para cumplimentar su ciclo surge con nitidez el grado de dependencia que mantiene respecto de esa provisión. Se advierte de que en 2012 ocho grandes grupos especiales consumieron US$30.101,6 millones, siendo máquinas y material eléctrico que tuvo un balance negativo de divisas que ascendió a US$15.235.4 millones (50,6% del total), quedando 10% debajo del récord histórico hasta ese momento de 2011 (US$ 16.926.3 millones) pero que virtualmente fue equiparado en 2013, dado que sintió el efecto de la recuperación y exhibió un total de US$16.687,2 millones.

En segundo lugar, aunque a mucha distancia, se encuentran los Productos Químicos, con US$4.067,9 y US$4.462,8 millones, respectivamente, en 2012 y 2013. Los seis rubros complementarios, en conjunto, demandaron otros US$9.586,6 millones en 2012, que trepan a US$15.102,7 millones en 2013.

En lo que todos parecen estar tácitamente de acuerdo es en aceptar como cierto que, en general, las transacciones correspondientes al comercio exterior no tuvieron incidencia decisiva en la aparición de sensibles diferencias en las variables principales y finales habidas entre ellas.

En cuanto al rubro que incluye la fabricación doméstica de automotores en plantas radicadas en Argentina, es harto probable que influyan bastante debido a la elevada proporción que tiene destino externo. Durante 2012 siguió la ruta de la exportación 54,1% de las unidades elaboradas o armadas en nuestro país; mientras subió ligeramente a 54,8% la demanda interna puesto que ha venido superando con amplitud la producción autóctona, como así también las manifiestas preferencias de franjas de usuarios con altos o medios-altos niveles de ingresos por unidades de alta gama. Tomando en cuenta el número de nuevos patentamientos, en 2012 la adquisición masiva de vehículos importados sería de 479.035 unidades y en 2013 esa cifra habría trepado a su récord histórico absoluto de 606.205.

Las firmas más importantes son ocho, de las cuales tres tienen sus centrales en Francia; dos de Estados Unidos; y una cada uno en Alemania, Italia y Japón, que han optado por importar alrededor de 2/3 de las partes de sus respectivos países de origen o de sus filiales con sede en Brasil, donde han llegado a concretar una producción 4,6 veces superior a la que alcanzaron en Argentina.

En función de los datos conocidos del primer trimestre del presente año, la venta de unidades en nuestro mercado interno se redujo en 13% pero la verdadera magnitud de la contracción está inducida, especialmente, por la baja en las compras de nuestro principal cliente y proveedor, del cual no tenemos información para analizar como se desarrollará esa actividad en el resto de 2014.

El hecho de que los patentamientos, según su evolución interanual, ha caído en un alarmante 35% durante el mes de marzo ppdo. fue tomado como un índice indicativo y muy válida señal de alerta. Las referidas fábricas ya han puesto en marcha programas de emergencia destinados a superar con los menores quebrantos posibles la difícil coyuntura y la visión menos pesimista, hace suponer que la elaboración se restringiera, por lo menos transitoriamente, a no más de 700 mil unidades.

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