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China: ¿Crisis o desaceleración?

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Recientemente en su última asamblea anual, realizada en Lima el 6 de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgó cifras sobre el crecimiento estimado de la economía mundial para este año 2015, que descendería a 3,1% respecto del registrado en 2014 que estuvo en el orden de 3,4%.

Por Comisión de Comercio Exterior del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (CPCE)

Por otra parte asistimos en el año 2014 a un verdadero estancamiento del comercio mundial que aumentó sólo 0,3%, debido a la caída de los precios de los principales productos básicos, índice muy inferior al promedio de 7,2% registrado en el período 2003-2007, justamente antes de la crisis mundial de las subprime en 2008 originada en EEUU (Unctad, 2015).

En este contexto de desaceleración mundial, con la reducción de demanda de materias primas y un exceso de oferta de algunas de ellas, se produjeron a partir del 11 de agosto del corriente año las devaluaciones del yuan.

Los medios de comunicación mundiales reflejaron el acontecimiento, observándose expresiones como las de un artículo del Financial Times del 24 de agosto del presente cuyo encabezado decía: “El modelo económico del gigante asiático se derrumba y sus líderes creen que el mercado interno no logrará estabilizarlo. La guerra de monedas es la arriesgada opción elegida”. ¿Es cierto ello?

Para aproximarnos al problema debemos recordar primero algunas fortalezas de la economía china, partiendo de la base de su protagonismo creciente en el comercio exterior mundial ya que desde su incorporación a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2001, se convirtió en el principal exportador global de manufacturas y en el segundo importador de maquinarias y equipos de europa y de países asiáticos desarrollados, y de materias primas provenientes de América Latina, África y países asiáticos con menor desarrollo.

Asimismo, el analista norteamericano Michael Snyder, señaló 17 factores que reflejan como va superando la economía China a la de EEUU; entre ellos se destacan los siguientes: en términos de paridad del poder adquisitivo, China representa 16,479% del PIB mundial frente a 16,277% que representa EEUU; además la economía china ha crecido en los últimos 10 años siete veces más rápido que la estadounidense; tiene las mayores reservas de divisas del mundo y unas 46.000 fábricas de origen estadounidense se han instalado en China desde 2001.

Por otra parte, coinciden muchos economistas en que las devaluaciones del yuan responden principalmente a otras razones, ya que es altamente improbable que se pretenda reactivar su gigantesca economía con esta devaluación relativamente moderada. Más precisamente, el motivo real es responder a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) de libre flotación de las monedas ya que China pretende avanzar en la internacionalización del yuan, esto es, convertirlo en moneda de pago corriente y de inversión a escala mundial. Por tanto, un paso importante en ese sentido es incorporar el yuan al “club de principales divisas” del mundo, los Derechos Especiales de Giro (DEGS) del FMI, organismo que debe decidir a fin de año sobre si suma a la moneda China a la canasta de monedas que integran el dólar, el yen, la libra y el euro.

Más temprano que tarde se verán emisiones de bonos en yuanes en las principales plazas financieras globales.

Además, se estima que a mediano y largo plazo la internacionalización del yuan busca disminuir los efectos impredecibles o poco manejables del dólar en la economía del país, tratando de minimizar el riesgo cambiario de las empresas chinas exportadoras, dotándolas de mayor previsibilidad en la conformación de sus precios y, por ende, de su margen de rentabilidad.

En ese sentido, China había logrado a fines de 2014 que el yuan se vaya convirtiendo, de hecho, en moneda de reserva de más de 50 países y estableciera convenios con 25 bancos centrales, como los intercambios de divisas (Swaps) entre el Banco Popular chino y los bancos centrales de otros países como Argentina, Venezuela, etcétera.

También la reciente creación del BAII y del Banco de los BRICS marchan en la misma dirección. Esta nueva situación plantea para los economistas heterodoxos nuevos dilemas que podrían obstaculizar la “larga marcha” hacia la internacionalización del yuan: el pasaje de china hacia una mayor liberalización de la economía según lo pretendido por el FMI, ¿no lo hace susceptible de incorporar en el mediano y largo plazo eventuales contagios de la volatilidad de los mercados vía canales financieros?

A modo de respuesta podríamos decir que no hay que subestimar a los chinos, parecidas observaciones se hacían cuando el país asiático se incorporó a la OMC en el año 2001… y tan mal no les fue ¿no?

Consecuencias para la región latinoamericana

Frente a la caída de los precios de las materias primas, los más perjudicados son -entre otros- los países exportadores tales como Australia, Brasil, Venezuela, Rusia, Canadá y países productores de petróleo del Golfo.

En la vereda de enfrente los países consumidores de materias primas como India y la Unión Europea están de parabienes. Hay que recordar qué lugar ocupa China respecto de sus importaciones y exportaciones en la región latinoamericana, ya que ocupa el segundo puesto de sus importaciones y el tercer destino de sus exportaciones, detrás de EEUU y la Unión Europea.

No obstante, la región en su conjunto tenía déficit comercial con China, mientras que en 2013 y 2014 solamente exhibían superávits Brasil, Chile y Venezuela. En 2013, los productos primarios representaban 73% de la canasta exportadora a China y 43% de los envíos al mundo, mientras que las manufacturas representaban 91% de las importaciones provenientes de China y 69% de las importaciones totales del resto del mundo. Luego, en 2014, asistimos a una disminución de las exportaciones de la región que fue causada principalmente por la reducción de la demanda de materias primas por parte de China (Cepal). En el informe de la reciente asamblea anual del FMI (Lima, octubre 2015) se pronosticó que la economía de la región finalizará 2015 con una tasa negativa de crecimiento de 0,3%, mientras que en 2014 había cerrado con una tasa positiva de 1,4%, revirtiéndose la tendencia para 2016, estimándose un crecimiento de 0,8%.

Atribuye todo ello a la caída de los precios de las materias primas en los países exportadores netos de estos productos, así como a la reducción notable de los precios del petróleo, afectando especialmente a Brasil y Venezuela. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) suma a las razones ya apuntadas por el FMI, el inferior crecimiento de los países desarrollados (N. de R.: consecuencias tardías de la crisis de 2008), la desaceleración de China, el fortalecimiento del dólar y la creciente volatilidad de los mercados financieros, sumados a la ya mencionada caída de los precios de las materias primas.

Luego establece que las economías de América del Sur ligadas a la exportación de bienes primarios como petróleo y minerales (Chile con el cobre, Venezuela, con el petróleo, Bolivia con el hierro, etcétera) registrarán una mayor desaceleración que el resto.
Ahora bien, China tiene 1.370 millones de habitantes o sea más de 22% de la población mundial a la que debe proveer de alimentos, no posee mayores territorios propios cultivables (7%) y sostiene un flujo constante de inmigración del campo a la ciudad, superando en 2014 por primera vez la población urbana a la rural.

Asimismo, muestra un engrosamiento vertiginoso de la clase media que asciende ya a más de 250 millones de habitantes con expectativas crecientes de consumo de alimentos de mejor calidad. Finalmente, existe una clara definición política de las autoridades chinas de fortalecer decididamente su mercado interno para ir cerrando la brecha de las desigualdades de la sociedad China y mejorar su calidad de vida en todos los aspectos.

Todas estas circunstancias y las apuntadas anteriormente, hacen presumir en forma razonable, que los precios internacionales de las materias primas no caerán y una vez reactivada la demanda mundial –que llevará su tiempo-, aunque no se vuelva a los precios internacionales del 2012, se abrirá un mejor panorama para las exportaciones de los países productores, tales como Brasil, Argentina y el resto de la región latinoamericana pero, no sólo de materias primas sino también la posibilidad de incrementar a mediano y largo plazo la exportación de alimentos.

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