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Analfabetismo adaptativo: el nuevo riesgo de empresas y directivos

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Por Daniel Scandizzo* – Exclusivo para Factor.

«Están los analfabetos tradicionales, los analfabetos digitales y también, los analfabetos adaptativos. Estos últimos están condenados por la complejidad e inestabilidad creciente, a menos que comiencen a desarrollar al máximo sus cualidades creativas”. De esta manera, Germán Castaños en su libro El pensamiento en montaña rusa: creatividad en tiempos sin tiempos, expone su marco conceptual sobre el alcance del analfabetismo en el segundo lustro de la segunda década del siglo XXI (1).
cuadro factorCometeríamos un grave error y pecaríamos de precariedad de análisis y exceso de visión doméstica si sólo aspirásemos a proponer un modelo -el término parece demasiado rutilante, pero nos permitamos esa licencia- de prácticas de gestión ante el cambio del escenario político ocurrido en Argentina a partir del 10 de diciembre de 2015. La complejidad, volatilidad y ambigüedad del contexto trascienden el cambio de administración gubernamental. Asistimos a una época signada por el “envejecimiento prematuro”. El hombre vive más tiempo que nunca, pero todo lo demás, productos, servicios, tecnologías, cultura, hábitos y vínculos envejecen a velocidades jamás vistas.
¿Entonces minimizamos el impacto de un cambio de signo político en el mundo corporativo? Un gobierno es elegido para regir la política y la economía de un país durante un lapso de cuatro años. Una empresa es creada para superar holgadamente ese límite temporal. Una compañía está predestinada a transitar con diferentes administraciones, concepciones, estilos y “programas de gobierno”. La adaptación no es una opción, es la virtud que le permitirá ir ascendiendo por los escalones del crecimiento, la relevancia y por último la trascendencia. La adaptación no es resignarse a los cambios, es impulsar y validar los cambios, es dejar de lado la “gestión” como único condimento del plato y sazonar también con creatividad e innovación. No se trata de empequeñecer la nueva realidad sino de apuntalar fortalezas y generar masa muscular para evitar “envejecer”.

El cambio no termina con un nuevo gobierno
No es mi propósito proponer un análisis político, pero coincidamos que toda renovación política trae aparejada una dosis de expectativas que cada vez más rápido  la realidad se encarga de confirmar o descartar. Al momento de escribir estas líneas, la nueva conducción económica ya decidió dejar atrás el “cepo” cambiario implementando una flotación “sucia” con un tipo de cambio en torno a los $14 por dólar, redujo en algunos casos y eliminó en otros derechos de exportación de productos del sector agropecuario y se disponía a retomar la negociación con los mentados “fondos buitres”. Las decisiones tomadas reavivaron el fuego de la escalada de precios -que de hecho ya había comenzado antes de la toma de posesión del nuevo gobierno- y el Ministro de Hacienda apunta a dirigir sus esfuerzos a reducir el déficit fiscal y establecer una meta de inflación en la cota de 20/25% para el año en curso.

Hasta aquí lo más sustancial en cuanto a decisiones de política económica. Los analistas auguran un primer semestre contractivo con una leve recuperación hacia la segunda mitad del año. Las perspectivas asoman más favorables para 2017. Mientras, el contexto mundial también obliga a una lectura detenida: un bajo crecimiento global (China incluida), la caída sin red del precio del petróleo y el conflictivo escenario político y económico en Brasil, derivan en condiciones meteorológicas inestables y poco propicias para el despegue. Promediando la película, me permito reflexionar con los lectores: la capacidad adaptativa ya adquiere características de condición indispensable para que el vuelo ascienda.
Si vinculamos los eslabones desarrollados hasta el momento en esta columna, podemos apreciar que partimos desde un marco que focaliza su atención en la necesidad de adaptación por parte de empresas y, fundamentalmente, de las personas que la integran. Ese primer eslabón lo adherimos al particular contexto argentino y, finalmente, le adosamos el entorno global. Con esta cadena de tres eslabones volvamos ahora a Germán Castaños y a su libro El pensamiento en montaña rusa (recomendable sin dudas) cuando propone una serie de tendencias hacia el ámbito de las empresas y los negocios en “un mundo que tiende a la ingobernabilidad en el sentido clásico del poder vertical, más aún en los casos donde el poder haya sido otorgado por los votos”:
-La creatividad y la innovación dejarán de ser vistas como herramientas exclusivas para la generación de nuevas oportunidades de negocio o desarrollo de nuevos productos y cobrarán fuerza también como elementos que promuevan, dentro de la compañía, mejoras relacionales, vínculos de pertenencia y valores que trasciendan el corto plazo.
-Las empresas deberán comprender que las redes sociales cumplen hoy un rol mucho más amplio que el lanzamiento de una campaña de marketing o la promoción de un producto.
-Las empresas deberán incorporar nuevos objetivos. El share o porción de mercado será igual de importante que hoy pero el vínculo emocional con los clientes será cada vez más fuerte.
-Los recortes serán progresivamente menores en el salario de los trabajadores que en las ganancias de las compañías. Los derechos se volverán poco menos que intocables. Eventualmente serán los propios trabajadores quienes impulsen recortes a sus derechos.
-Se llegará a un punto en el que el compromiso de las empresas con su mundo será tan fuerte que no será extraño ver acciones de por vida tales como “por cada PC o smartphone de última generación que se venda se entregará una PC de uso educativo a escuelas carenciadas”.
-Las empresas cobrarán un vigor intelectual como nunca antes. La plenitud económica como objetivo fundamental de la vida ya es visión de generaciones pasadas. Plenitud social y espiritual son ahora las acciones que cotizan en alza.
-Las compañías ya no pondrán las reglas de una manera antojadiza. El consumidor, más temprano que tarde será un activo colaborador en el diseño de las políticas corporativas.
-Si la empresa insiste en ser burocrática, no podrá esperarse que la mente de los empleados vaya en sentido opuesto.
-El liderazgo deberá servir para dejar transformaciones profundas, sensibles y valiosas. Sin ello el líder será un mero “resultadista”.

El listado de tendencias del mundo corporativo que menciona el autor citado continúan, sin embargo, aquí se pretende compartir con los lectores las más sustanciales o, al menos, las de mayor impacto. Queda rondando una idea que atraviesa la enumeración: el poder se traslada.
Sí, el discurso del poder ya no podrá acotarse al tomador de decisiones que cuenta con un halo mayor de luminosidad. El poder se traslada de gobernantes a ciudadanos, de empresas a clientes, de empresas envejecidas y anquilosadas a emprendedores ágiles e innovadores, de la rentabilidad al valor, de la ventaja competitiva a la ventaja evolutiva. El mapa del poder se amplió sustancialmente, ya no entra en la cabeza de un directivo, ya no entra en una empresa, ya no será posible generar o consolidar valor a partir de decisiones o acciones individuales.

¿Gestión o innovación?
A esta altura del recorrido, retomo mi idea original, el cambio no está solo afuera, no reside exclusivamente en el espacio político que ejerce la administración del gobierno, tampoco debemos buscarlo sólo en el mercado, o en la competencia, o en el hábito de los consumidores, o en las variables macroeconómicas o en las tendencias de las redes sociales o en la opinión del “gurú” el momento. Sí, todo es válido, pero allí no termina el cuadro. Las organizaciones dejan de ser relevantes cuando la tasa de cambio interno se rezaga con respecto a los cambios externos. Ése es el problema, precisamente, de muchas organizaciones hoy: conciben el cambio con esa vorágine que se ve desde el ventanal del último piso, pero se resisten a ser parte también de ese movimiento y así envejecen prematuramente.
No es mi estilo cerrar una columna o artículo sin proponer una herramienta de trabajo o de análisis. El management se nutre de herramientas, pero en sentido amplio. El martillo y la tenaza son herramientas en cuanto exista un clavo. En el management la herramienta es de plastilina, se transforma y convierte en función de las necesidades (ver cuadro).
En la figura se expone la matriz gestión/liderazgo propuesta por John Kotter (2), a la que le hemos hecho una sutil corrección, reemplazando “liderazgo” por “innovación”. A media que ascendemos, el énfasis se focaliza en la innovación (recordemos, no sólo innovación de productos). Si avanzamos hacia la derecha, el énfasis se localiza sólo en la gestión (léase resultados). El cuadrante superior derecho es el ideal a seguir. El inferior izquierdo es la sentencia de muerte anticipada y en los restantes podremos transitar coyunturalmente. ¿En cuál nos ubicamos como empresario o directivo? ¿En cuál ubicamos a nuestra empresa?.

* Director AxiaBiz Consulting – Docente e investigador universitario

………………………………………..

Bibliografía
1- Castaños, Germán (2014). El pensamiento en montaña rusa. Creatividad en tiempos sin tiempos. V&R Editoras. Buenos Aires.

2- Kotter, John P. (2015) Acelerar. Cómo desarrollar agilidad estratégica en un mundo que se mueve cada vez más rápido. Conecta. Buenos Aires.

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