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La tecnología al servicio de las ciudades (inteligentes)

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Las llamadas smart cities más que un deseo de modernidad son una necesidad real y actual para que los problemas críticos de las urbanizaciones se puedan reducir o eliminar. Se trata, entre otras cuestiones, de poner a trabajar las herramientas tecnológicas para mejorar cuestiones cotidianas, como podría ser la reducción de los embotellamientos, que el transporte público sea eficiente, al igual que la recolección de la basura. Qué están haciendo los gobiernos al respecto.

El proceso de urbanización marcó un hito en 2008 cuando, por primera vez, vivían más personas en las ciudades que en el campo. Según estudios de Cisco, el número de habitantes en las urbes crece alrededor de 60 millones al año. La expectativa es que más de 100 ciudades con un millón de habitantes aparezcan a lo largo de los próximos diez años.

Sin embargo, la mayoría mantiene el mismo modelo del siglo XIX, que mostró ser ineficiente para incorporar el volumen creciente de personas migrando a los centros urbanos. Para incluir a los millones de nuevos habitantes que tendrán los próximos años, las urbanizaciones necesitarán transformarse y la tecnología es una parte fundamental de ese proceso.

En este marco, hace ya unos años -y cada vez con más fuerza- que se habla de «ciudades inteligentes» o más conocidas como smart cities, la urbanización que viene. ¿De qué se trata? Según la definición de World Foundation for Smart Communities, «una comunidad inteligente es una comunidad que ha hecho un esfuerzo consciente para usar la tecnología de la información para transformar la vida y el trabajo dentro de su territorio de manera significativa y fundamental, en lugar de seguir una forma incremental». Esto es lo que define a una ciudad inteligente, la capacidad de transformación de la vida de sus habitantes.

Inteligencia aplicada
Andrés González es especialista en la temática y gerente de Servicios de Consultoría de Logicalis Cono Sur (empresa proveedora de soluciones de tecnología de información). El experto, en diálogo con El Inversor y la Construcción, consideró que para crear ciudades inteligentes no basta con aplicar la tecnología puntualmente. «Es necesario invertir mucho a lo largo de los próximos años para que las urbes inteligentes se vuelvan realidad», destaca.

«Las aplicaciones de la tecnología para mejorar la vida urbana son infinitas, pero hay algunos usos que se están consolidando como fundamentales cuando se piensa en una ciudad inteligente», agrega Carlos Spera, gerente de innovación de la misma empresa.

Por caso, según su opinión y experiencia, el sector de transporte debe ser uno de los principales beneficiados con la posibilidad de adopción de semáforos inteligentes (que adaptan el tiempo de apertura según el volumen de vehículos en los dos sentidos), al igual que la gestión del transporte público, que puede ganar eficiencia y mejorar la calidad de la atención al usuario con paradas de ómnibus informativas, rutas inteligentes (según el tráfico, por ejemplo).

«La gestión de los recursos naturales y la conservación urbana también pueden aprovechar la tecnología. Sensores en las redes de distribución de agua y electricidad contribuyen para reducir pérdidas y fraudes, y también permiten la creación de nuevos modelos de negocios para los servicios públicos. Más eficiencia en la recolección de basura y en la limpieza de alcantarillas -gracias a sensores de olor y volumen- permite un ahorro significativo para el erario público», enumeró Spera.

Los desafíos
Para los especialistas, uno de los principales desafíos para el desarrollo de las ciudades inteligentes, en este momento, es el deseo de algunos grupos de la sociedad de mantener el statu quo. Ya sea porque es cómodo o por miedo a perder poder (político, económico, social), muchos líderes, tanto en ámbitos gubernamentales como en empresas privadas que prestan servicios públicos, permanecen resistentes a la integración y a compartir la información necesaria para crear la infraestructura básica para las smart cities.

«Asimismo -completan-, los silos son actualmente una de las principales barreras para diseminar la tecnología en las ciudades. Actualmente, los proyectos se desarrollan de manera aislada, no hay intercambio de recursos o incluso de información. Además de tener que duplicar las inversiones, también se hacen esfuerzos mayores. Este enfoque se vuelve ineficiente, limitado y caro, constituyendo una de las principales barreras para la innovación».

Más aún, la seguridad es otro aspecto que se debe tratar con sumo cuidado en las iniciativas relacionadas a aplicar Internet de las cosas (IoT) en las ciudades. «En el contexto de una arquitectura hiperconectada, donde sensores, máquinas, semáforos, redes de electricidad y saneamiento, en fin, toda la infraestructura urbana está interconectada, la seguridad pública queda expuesta a crímenes virtuales hasta hoy limitados a las redes de información. Es necesario diseñar sistemas de seguridad para estas redes que aseguren que, por ejemplo, un ataque de virus no afecte la operación de trenes metropolitanos.

Además, habrá que contar con un nuevo modelo de gobernanza que pueda prevenir la existencia de equipos de soporte disponibles las 24 horas del día, los siete días de la semana, preparados para lidiar con posibles fallas en los sistemas que, en ese contexto, tendrán el control total de cómo funcionan las ciudades», indicaron.

“En América Latina estamos en un estado embrionario”

El especialista Andrés González trazó un panorama acerca de la realidad de las ciudades inteligentes en el mundo.

– ¿Existe en el mundo algún ejemplo de ciudad inteligente, o que esté en proceso de serlo?
– La expectativa es que las ciudades más desarrolladas sean las que incorporen la tecnología primero en su día a día, y, por lo tanto, también serán las primeras en cosechar sus beneficios. La ventaja de las economías más fuertes frente a los países en desarrollo, también en lo que se refiere a smartcities, no se debe solamente a la capacidad financiera de invertir en la infraestructura necesaria, sino también -y, tal vez, principalmente – al nivel de educación de sus habitantes y gobernantes. Ciudades donde la inestabilidad política es una constante y donde los niveles de educación de los habitantes son bajos deben sufrir más lentitud en la diseminación de nuevas tecnologías al servicio de los ciudadanos. En América Latina estamos en un estado embrionario con grandes oportunidades en los diferentes países.

– ¿En qué lugar se encuentra Argentina en relación al desarrollo / adopción de tecnologías que faciliten la vida de las personas?
– En Argentina las oportunidades son enormes y para nosotros es una de las áreas en donde vemos un gran crecimiento. Especialmente en las grandes ciudades, los gobiernos tienen iniciativas de concientización sobre las problemáticas urbanas, como el problema del tránsito, la contaminación ambiental y el consumo de recursos energéticos. Estas campañas instalan en la agenda política proyectos que directa o indirectamente involucran conceptos de ciudades inteligentes. Casos como la aplicación Trenes en Vivo en Buenos Aires, Mi Bici Tu Bici en Rosario o Pozos de Bombeo de Junín son ejemplos de iniciativas que utilizan la tecnología para resolver problemas concretos y mejorar la vida en la ciudad. No obstante, hay un largo camino por recorrer, especialmente en ciudades más alejadas de las grandes urbes con menor acceso a la tecnología de soporte.

Mercado en potencia

– La firma Pike Research prevé que el mercado global de soluciones para smartcities sumados a los servicios para su implementación moverá US$ 408.000 millones hasta el 2020, y tendrá impacto sobre otros segmentos (como los de ingeniería e infraestructura física y lógica) que moverán otros cientos de miles de millones de dólares en ese período.

– Estimaciones de McKinsey muestran que las aplicaciones de Internet de las Cosas (IoT) en las ciudades probablemente permitirán ahorrar US$ 1.700 millones al año en 2025. Los principales beneficios serán capturados en el área de salud pública, en el que se ahorrará alrededor de US$ 700.000 millones al año dentro de 10 años gracias al uso de tecnologías. Otras áreas, como transportes, gestión de recursos y seguridad también sufrirán un fuerte impacto de la tecnología a lo largo de la próxima década.

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