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Los humedales más ricos del planeta

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La reserva natural de los esteros del Iberá conformada por bañados, lagunas y embalsados, puede ser visitada según la experiencia confortable de una estancia sumergida en plena naturaleza.

El sonido de la embarcación se une a un estampido de chirridos, zumbidos y aullidos que provienen de la selva correntina. Un yacaré de hocico angosto se interpone en el camino, mientras los tripulantes de la lancha se disputan la mejor fotografía.
A pocos minutos de iniciada la travesía y luego de apreciar la vasta vida animal y vegetal que habita la zona, resulta lógico entender porqué los Esteros del Iberá son reconocidos como uno de los humedales más ricos en diversidad biológica de nuestro planeta. Ubicados en el noreste de la República Argentina, el ecosistema debe su nombre a la laguna homónima que emerge en su centro.

La palabra Iberá está formada por dos vocablos de la lengua guaraní que unidos forman el término “agua brillante”, nombre que le dieron los pobladores guaraníes al observar el brillo chispeante de su superficie.
Esta peculiaridad es visible en sus espejos de agua durante la aurora o el anochecer, cuando la quietud propia de estas aguas sin corrientes fluviales se quiebra con la brisa producida por el cambio de temperatura, reflejando, con efectos muy particulares, la luz solar crepuscular.
La Reserva Natural del Iberá ocupa 13 mil kilómetros cuadrados, es decir, 14 por ciento del territorio correntino. Antiguos cauces o lechos abandonados del río Paraná conforman la base de esta compleja red de humedales, que se encuentra compuesta por bañados, esteros, lagunas, embalsados y cursos de origen pluvial.

El ecosistema fue declarado Reserva Natural en 1983 y es el segundo humedal más grande de Sudamérica, después del Pantanal brasileño, y uno de los más importantes del mundo.
Los esteros son depósitos de agua estancada, con una profundidad que varía entre uno y tres metros, cubiertos por una cantidad de plantas acuáticas que surgen muchas veces desde su fondo. También, son formaciones flotantes que ocultan la superficie del agua como los embalsados y los camalotales.
En este marco de exótica belleza conviven más de 350 especies protegidas, mamíferos, aves, reptiles, batracios, peces e insectos de las más variadas formas y colores.
El representante por excelencia de la zona es el yacaré, el negro, de hocico angosto y el ñato u overo, de hocico ancho, aunque también es posible cruzarse con una boa del agua, un lobito de río, un coipo parecido a la nutria, un carpincho o con el ciervo de los pantanos, uno de los ejemplares autóctonos más bellos del país.

Asimismo, habitan en la zona otras especies atractivas como el osito lavador o aguará popé, el lobo de crin o aguará guazú, la corzuela roja y parda, monos carayás o aulladores, gatos de los pajonales y monteses, zorros grises chicos, zorrinos, además de hurones, comadrejas, liebres y vizcachas, entre otros.
Se pueden observar también centenares de especies de aves e inmensos cardúmenes de pequeños peces que nadan en los cursos de agua, junto a tarariras, anguilas, palometas y pirañas. Al caer la noche, resalta en el ambiente la actividad de los anfibios, entre ellos, los hilidos y el gran sapo buey.
El clima de la región es subtropical. En verano, las temperaturas oscilan entre 20 a 28 y 30 grados, y en invierno (junio-septiembre), de 10 a 25 grados.

Sumergidos en la naturaleza
Por tierra o por aire se puede arribar al corazón de los humedales y alojarse en una estancia sumergida en plena sabana y vivir una experiencia única en contacto con la naturaleza en todo su esplendor.
La Estancia San Alonso, ubicada en la isla que lleva el mismo nombre y que emerge a orillas de la Laguna Paraná, ofrece un programa completo de actividades para disfrutar de los esteros en su máxima expresión, como cabalgatas, navegación, pesca y caminatas a través de un portal hecho de bosques nativos. También, brinda al huésped la posibilidad de embarcarse en un bote que lleva al visitante por la laguna Paraná hasta el Río Carambola, donde es posible pescar Dorados de hasta diez kilogramos. Entre las actividades más deslumbrantes del predio, se destaca un viaje en avioneta de 20 minutos sobre las Cataratas del Iguazú.

San Alonso comprende 56.000 hectáreas y fue históricamente manejada como una estancia de producción ganadera extensiva hasta 1996.
Otra opción es instalarse en la Reserva Rincón del Socorro, una antigua estancia dedicada al eco turismo que comprende 12.000 hectáreas, y está localizada en las márgenes de los famosos humedales.
Se trata de un excelente lugar para observar aves, realizar caminatas y cabalgatas acompañado de los guías nativos quienes se ocupan de enseñar algunas palabras en guaraní.
Entre las actividades recomendadas, se destacan los recorridos en lancha que comienzan a 35 kilómetros al noreste del casco y surcan los increíbles paisajes que conforman los Esteros del Iberá.

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