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Las mejores empresas para el mundo

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La Empresa B combina el lucro con la solución a problemas sociales y ambientales, aspirando a ser la mejor compañía para el mundo y no sólo del mundo. Una tendencia que crece en el país.

Virginia Pittaro, directora Ejecutiva en la Argentina de Sistema B.

Pensadas con una lógica muy distinta de la del clásico modelo de emprender sólo para ganar dinero, las denominadas empresas B, surgidas en Estados Unidos, están cambiando la forma en que se entienden las compañías, ya que ponen el foco y misión en generar beneficios sociales y ambientales y cuentan con una certificación que garantiza el cumplimiento de dichos estándares. Se trata de una revolución que comienza a ganar terreno.
Nacen en Estados Unidos en el año 2007, gracias a un movimiento de empresarios que consideraban la empresa comercial un medio para resolver problemas sociales y ambientales y no un fin. Así, las empresas B son un modelo de organización que integra el propósito de alcanzar ganancias con la obtención de soluciones sociales y ambientales.

Como ellas se definen, buscan ser las mejores empresas para el mundo y no del mundo. Sin renunciar a ser eficientes y buscar tener utilidades, no se olvidan que su primordial objetivo es el bien común.
Estas empresas operan bajo altos estándares sociales, ambientales y de transparencia, obligándose a tomar decisiones no sólo enfocadas en sus accionistas o inversores sino en todo su público de interés, como clientes, trabajadores, proveedores, comunidades, el medio ambiente, etcétera.
Son empresas que utilizan la fuerza del mercado para dar soluciones estructurales a los desequilibrios sociales y ambientales.

Realidad en la región
En Latinoamérica, el movimiento de las empresas B se expande día a día por Argentina, Chile, Colombia, Uruguay, Brasil. Ya son aproximadamente 150 las certificadas como empresas B (unas 30 en Argentina).
La forma de ser «B» en Latinoamérica es mediante la obtención de una certificación, que es emitida por B-Lab, ONG de EEUU que certifica las empresas B mediante la interacción de Sistema B, ONG latinoamericana creada como vínculo entre las empresas del continente y B-Lab. Las empresas son certificadas utilizando como herramienta la Evaluación de Impacto B (B Impact Assessment) desarrollada por B-Lab.

No existe en Latinoamérica legislación alguna que regule este tipo de sociedades especiales por el momento, con lo cual, al obtener la certificación, las empresas deberán modificar sus estatutos sociales o bien realizar acuerdos societarios, como reglamentos o acuerdos de accionistas, aplicando ciertas modificaciones, en la medida en que sus legislaciones se lo permitan.
Los cambios esenciales radican en la incorporación de metas o compromisos sociales y ambientales a sus objetos sociales y la modificación de las facultades de los directores/gerentes/administradores de la sociedad, para que puedan realizar todo lo necesario en pos de conseguir los objetivos antes planteados.

Interés creciente
«En la Argentina, efectivamente, se nota un gran interés no solamente de las empresas que deciden empezar a transitar este desafío, sino también el hecho de comunicar y dar a conocer esta oportunidad para que el mundo se entere que existe», dice a Buenas Prácticas Virginia Pittaro, directora ejecutiva de Sistema B en la Argentina.
Sucede que, según la especialista, hay muchas empresas -grandes o pequeñas- que están armadas y funcionan con una lógica social y ambiental, pero no saben cómo formalizarla y también desconocen que existen otros empresarios con las mismas motivaciones.
«Creo que todavía hay mucho por dar a conocer y comunicar; es importante que se sepa que existe esta forma de hacer negocios», continúa Pittaro, quien agrega que el interés creciente por esta temática no sólo está en las grandes empresas más tradicionales que ven en esto una tendencia de negocio y quieren transitar este camino, sino también (y principalmente) en las startups comandadas por jóvenes que no conciben otra forma de emprender y hacer negocios que no sea con conciencia social y ambiental.

Desafíos por delante
Esta nueva forma de hacer negocios es un largo camino que recién está comenzando. Y como lo que se inicia, tiene desafíos por resolver.
En palabras de Pittaro, existe una «cuestión cultural que está relacionada con el cambio de paradigma en cuanto al modo de hacer los negocios; se trata de redefinir el sentido del éxito y esto rige tanto para las empresas como para las personas». Concretamente, en torno a los desafíos pendientes, la especialista asegura: «Una vez que los dueños de las empresas internalizan la intención y el propósito final de las empresas B, es importante que sean capaces de trasladar todo ese contenido a sus empleados para que cada uno de ellos se sienta empoderado y puedan aplicar este nuevo paradigma en el rol que les toque».
Emprender en Argentina es en sí mismo, para la directiva de Sistema B, otro gran desafío. Entonces, cuestiones relacionadas con lo social o lo ambiental pasan a ser en muchos casos exigencias extras que no son fáciles de cumplir. En este contexto, otro reto tiene que ver con el entorno en el que las empresas están insertas. Es decir, de qué manera se generan incentivos favorables para todas aquellas que piensan en una forma de negocio sustentable.
Por último, Pittaro hace referencia a la importancia de que las personas que están al frente de las empresas puedan tener acceso a información relacionada con este sistema de manera clara.

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