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Los “buscadores de evidencias” en los casos de abuso sexual

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Atienden a mujeres y niños víctimas de delitos sexuales. Cuando son citados a juicio, lo hacen en calidad de testigos. A veces sus informes son determinantes para que el juez decida.

Desde la esfera judical ya admitieron la escalada de denuncias de abuso sexual infantil y el dato puede cotejarse con la actividad que cada día recibe la Unidad Judicial de la Mujer (UJM), dependiente de la Policía Judicial de Córdoba. Allí trabaja Silvia Gamboa, una de las siete médicas quien, junto con otras tantas psicólogas, conforman un equipo profesional para recibir a mujeres y niños víctimas de delitos sexuales.

“La tarea nuestra es buscar; somos buscadores de evidencias”, se autodefine la galena que trabaja desde que se puso en funcionamiento el área de Medicina de la UJM, hace cinco años, tras la muerte del violador serial. Paralelamente, aclara que de las médicas originales sólo quedan tres; el resto fue cambiando en el camino.

Ocurre que el trabajo no es para cualquier persona y varias terminan con carpeta psiquiátrica. Para conocer un poco más la tarea profesional que realizan, que incluye elaboración de informes médicos con valor probatorio, la posibilidad de ser citadas en calidad de testigos durante un juicio y la responsabilidad de informar a fiscales y jueces con exámenes que suelen ser decisivos a la hora de sentenciar, Comercio y Justicia dialogó con Gamboa, tras su disertación en la  «Segunda Jornada de abuso y maltrato infantil», evento organizado por la Cátedra de Anatomía Patológica A  de la Facultad de Odontología de la UNC y por la Secretaría de Extensión .

“Hasta ayer (por el jueves pasado), este año llevamos hechos 690 exámenes físicos y ginecológicos, de los cuales 400 a menores de 16 años. Esa gente no es toda la que denuncia, denuncian mucho más”, graficó la especialista.

Haciendo una síntesis del rol que desempeñan cuando llega una persona presuntamente abusada, explicó que la supuesta víctima es recibida por una médica y una psicóloga  -que actúan en distintos momentos-. “En general, si son niños, primero interviene la psicóloga, después se hace la denuncia y de ésta surge lo que quieren del Área de Medicina, que en general es el examen físico general, ginecológico-anal, lo que se desprenda de la situación”, explicó. A posteriori el caso llega a Fiscalía,que muchas veces las cita y pide ampliación del informe. Y cuando ya tiene lugar el juicio, son convocadas en calidad de testigos.

“En la vida hay que jugarse”

“En juicio, el estrés que vivimos es terrible. Es mucha responsabilidad porque a veces el examen médico está resolviendo que una persona vaya o no presa, porque nosotros tenemos que informar al juez para que decida. A veces no es tan claro, porque es un delito sin testigos, no hay evidencia clara (por ejemplo) si la mujer tenía relaciones sexuales con su pareja y de pronto ha sido abusada con profilácticos. Hasta bolsitas de nylon se ponen para no dejar semen”, detalló.

Pero más allá del estrés de la situación, esta médica, que ya ha sido convocada en varios procesos, cree que “en la vida hay que jugarse” y lo dice en referencia a elaborar informes médicos lo más completos posible, en lugar de versiones escuetas e inespecíficas.

En este aspecto, Gamboa señala como logro la modificación del formulario sobre el que trabajan para protocolizar,  incorporando aspectos que antes no figuraban. “Empezamos a poner en ellos todo lo que son indicadores de abuso; por ejemplo, cambios de conducta”, ilustró.

La profesional también destaca que cuando la víctima se encuentra con el médico puede estar hasta una, dos o tres horas porque se “presta para conversar”. A diferencia del psicólogo,  quien durante la entrevista no puede preguntarle “si le pusieron tal o cual cosa” en su área genital o en la boca porque está siendo filmado, el médico, en cambio, mediante la anamnesis (interrogatorio que tiene como objetivo reunir el máximo de información de parte de un paciente) puede reunir más datos.

“En medicina tenés que preguntarle qué te hizo, cómo te lo hizo, por dónde te lo hizo, cuándo te lo hizo. Por eso, con el médico se abren más. El psicólogo tiene que tener mucha más habilidad para preguntarle al niño. El médico está también atado, pero depende qué postura se tenga frente a la situación”, dice Gamboa, quien a la hora de abordar a un niño fue entrenada para hablarle según la edad. “No le puedo dar información; por ejemplo, no le puedo decir ‘pene’ porque tengo que evaluar qué sabe y qué no”. Tras cinco años de atender víctimas a las que tiene que asistir en medio de una crisis o hasta internar por los desgarros sufridos en ataques sexuales, Gamboa devela una meta personal. “Yo tengo un objetivo más allá de la tarea pericial y es que esa persona después salga ordenada, porque lo que viene es un ‘quilombo’, se le cambió la vida.

Entonces, es necesario que  alguien que diga: ‘Lo prioritario es esto, usted va a salir de acá, no tenga  miedo por esto, por esto y por aquello”, dijo con referencia a evacuar dudas y guiar en tratamientos por enfermedades de transmisión sexual o tema embarazo.

“La idea es realizar no sólo un trabajo pericial y probatorio, que es para lo que teóricamente estamos, sino que cuando salgan, lo hagan más ordenados. Hasta te dan un abrazo”, concluyó, emocionada.

Lo habitual es el abuso intrafamiliar, del padre o padrastro

“Lo habitual en el abuso sexual infantil son casos intrafamiliares, padre biológico y, en segundo lugar, padrastro, luego viene repartido entre tíos, vecinos y abuelos”, alerta Silvia Gamboa sobre este flagelo con el que convive cada día por su profesión.

Si bien distingue que en los casos de abuso intrafamiliar suelen no encontrarse lesiones -debido a que los agresores encuentran más oportunidades y tiempo- también observó casos de lesiones graves, como el de una chica que tuvo que terminar internada por el ataque de su abuelo.

Lesiones
Las lesiones genitales sufridas por niños “son mucho más severas por una cuestión anatómica”. “Ahora, si hablamos de las lesiones que encontramos en ancianas, también son muy importantes porque los tejidos son muy friables (es decir, se desmenuzan fácilmente). En niños es mucho más el abuso anal que vía vaginal, porque es más fácil y por una cuestión de desarrollo físico. El abuso oral es una rutina, más de lo que cuentan”, detalló.

Finalmente, graficó que vivió una situación en la que tuvo que volver a un juicio para aclarar cosas a los jueces porque el testimonio del médico era decisivo. “En los juicios en que me ha tocado participar han quedado todos condenados a muchos años -no lo que desearía, que sería para siempre- pero sí a lo habitual, que son 14, 15, 17 años”, concluyó.

Teléfonos útiles

Por consultas y denuncias de abuso sexual infantil, comunicarse con:
– Unidad Judicial de la Mujer y el Niño: teléfonos 4331484-85.
– Programa de Atención de Abuso y Maltrato Infantil: teléfono 4586437,  en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad.
– Tribunales I: teléfonos  4217021-24. Pedir con Juzgado de Menores.

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