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La incertidumbre hace crecer el consumo de libros de autoayuda

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Una investigación de la UNC detalla que casi un cuarto de los lectores argentinos lee este tipo de literatura, que es utilizada como terapia para el tratamiento de dolencias y “como guía para la vida”

“Casi un cuarto de los lectores en Argentina consume libros de autoayuda, caracterizados por fomentar la individualidad y ofrecer recetas o un conjunto de pasos repetibles y generalizables para alcanzar una solución de los problemas personales. La incertidumbre y la sensación de fragilidad que generan los cambios en la sociedad contemporánea, entre los principales factores que explican el creciente interés por este tipo de textos”, informó ayer la agencia de noticias científicas UNCiencia, de la Universidad Nacional de Córdoba.
Según las estadísticas de la Cámara Argentina del Libro, la categoría “astrología, esoterismo y autoayuda” representa alrededor del tres por ciento del total de libros editados en Argentina, al menos durante los últimos cinco años. Y la Encuesta Nacional de Consumos Culturales del Sistema de Información Cultural de Argentina, del año 2013, refleja que 23 por ciento de los lectores consume ese tipo de textos.
Para Vanina Papalini, directora del Programa de Investigación Transformaciones Culturales Contemporáneas del Centro de Investigaciones sobre Sociedad y Cultura (Conicet-UNC), los libros de autoayuda pueden ser considerados “biblioterapia”, es decir, una terapia que utiliza los libros como herramienta fundamental en el tratamiento de las dolencias, y como guía para la vida.

Las biblioterapias tienen su propia historia y función dentro de la medicina. Sin embargo, la que se enmarca en la categoría de autoayuda asume ciertas particularidades, como fomentar la individualización atribuyendo los distintos males (su origen y desenlace) al ámbito personal.
Para el estudio, Papalini trabajó con un corpus amplio de libros. Sus autores son en general de origen anglosajón – estadounidenses en su mayoría-, pero también hay algunos escritores locales y otros de origen francés.
Entre los consultados se encuentran best sellers como Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus (John Gray), Los seis pilares del éxito (Stephen Covey), libros de Pilar Sordo y el clásico Cómo ganar amigos e influir en las personas (Dale Carnegie), texto de 1936 que sigue reeditándose y fue utilizado como prototipo de la autoayuda en sus orígenes. Para la investigadora, la literatura de autoayuda puede también ser entendida como una “técnica”, un “mecanismo de adaptación” a las exigencias de la época.
“Los libros de autoayuda tienen una función clara en relación a la subjetividad. Poseen una orientación bien instrumental, ya que deben ofrecer solución a un problema. En general, terminan ofreciéndola con una especie de prescripción o un conjunto de recetas o pasos, que son la forma sintética en la que se alcanza el objetivo. Nos ofrecen un procedimiento regulado, repetible, generalizable”, resume Papalini.
Precisamente, esta última característica (“generalizable”) es la que marca la principal diferencia con el campo de la psicología (con el cual la autoayuda tiene una relación de amor/odio), porque esta disciplina toma cada caso en su contexto y en su singularidad. Otros elementos que distancian ambos campos son la velocidad de la solución ofrecida y la posibilidad de gestionarla de modo individual.

Claves
La investigadora encuentra una clave importante para entender el fenómeno en las características de la época. Se remonta a la década del 80 –punto de corte de la contemporaneidad– para anclar el origen de este cambio societal, que va, según explica, desde la «retracción del Estado, en cuanto a la protección que ofrece, a esa inseguridad existencial que empieza a aparecer con las nuevas formas de contratación laboral”.
Continúa Papalini: “De esos cambios vamos tomando nota a través de ciertos síntomas. Uno es la sensación de incertidumbre que tienen los sujetos. En América Latina, esto tiene como telón de fondo la crisis, que es un estado permanente. Entonces, más demandado y en un contexto de mayor fragilidad, el sujeto la pasa peor. Tiene muchas más chances de sufrir. Y es ahí donde el libro se vuelve una herramienta para ayudar a resolver, o una muleta para andar un poco mejor, pero no necesariamente alcanza”, completa.

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