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Abrir la visión a las desigualdades, la tarea de los jueces al abordar violencia de género

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Doctora en Derecho, Leticia Bonifaz Alfonzo está en Córdoba se reunió con magistrados, estudiantes de de Abogacía y agentes públicos. Advirtió de las dificultades de la justicia para visibilizar la existencia del problema e incorporar la perspectiva de género al sentenciar

La directora General de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos de la Corte Suprema de Justicia de México, Leticia Bonifaz Alfonzo, advirtió ayer en Córdoba de la ausencia de perspectiva de género en los procesos judiciales y realzó además la importancia de que fiscales y jueces compensen las desigualdades estructurales e identifiquen estereotipos airragados culturalmente sobre la mujer.
Bonifaz, doctora en Derecho, ha influido en su país en el sentido de que se incorporen procedimientos para que, a la hora de dictaminar, los jueces tengan una mirada con perspectiva de género. Invitada por el Ministerio de Justicia de la Provincia, se reunió ayer con jueces y estudiantes de derecho y hoy brindará una capacitación a agentes públicos y del Servicio Penitenciario provincial.
“Es muy importante que en el ámbito de la justicia se sepa que hay un proceso de cambio cultural, que va siendo muy lento. Entonces, los operadores judiciales actuales tienen que identificar que existe un tema de violencia que hay que atender y que muchas veces éste deriva de los roles y los estereotipos con los que se juzga a las mujeres”, dijo a Comercio y Justicia.

“Los operadores judiciales -agregó- han considerado que la justicia es ciega, que se tiene que poner una venda en los ojos, pero es justamente eso lo que ha provocado la ausencia de una perspectiva de género”.

– ¿Con qué herramientas puede contar un juez para adquirir esa perspectiva de género que tal vez no obtuvo en su formación universitaria?
-En la formación tradicional de los abogados no había estado presentes ni el tema de derechos humanos, y menos el tema de perspectiva de género, porque son relativamente nuevos y porque muchas veces se consideraba que esta “tabla rasa” de igualdad era la válida, porque con ese esquema crecimos, con ese esquema nos formamos. Entonces, cuando en la vida diaria te vas enfrentando a desigualdades estructurales y vas viendo que es necesario un cambio en la visión, pues los jueces no tienen esa visión en automático y entonces hay que acercarles las herramientas, incluso desde aquellas que identifiquen algo que es invisible, porque muchas veces este trato diferenciado pareciera no ser visible para todos.

– ¿Qué mensaje vino a dejarles a los jueces cordobeses?
– Primero escuchar qué es lo que está sucediendo aquí en esta materia, mostrarles las herramientas y contarles que hemos trabajado no sólo a nivel de protocolos sino a nivel de capacitación y de cómo, finalmente, romper posiciones que parecieran muy difíciles de cambiar porque vienen desde siempre como una cuestión muy asumida.

– Además de protocolos en materia de violencia de género, ¿qué otras herramientas les han servido a los jueces mexicanos en este tema?
– En el momento en que la Suprema Corte fija un criterio y ese criterio se vuelve obligatorio y da una pauta de interpretación, eso facilita la tarea de los jueces, sin dudas, porque en lugar de estar analizando muchas posibilidades de solución en cada caso concreto, en la medida en que la Corte va estabilizando el criterio de interpretación se va haciendo mucho más sencillo.

– Según su experiencia, ¿cuáles son los operadores judiciales claves para consiguir resultados positivos en la lucha contra la violencia hacia las mujeres?
– El avance que tuvo México fue casi un tema obligado a raíz de la sentencia “Campo Algodonero”, emitida por la Corte Interamericana por la muerte de muchas mujeres en Ciudad Juárez. A partir de allí, fue como una forma de cimbrar la justicia mexicana, y sobre todo de ver que muchas mujeres ni siquiera van a tener el acceso a la justicia porque se quedan sin denuncia. Si la mujer llega con toda la esperanza de que su caso va a ser analizado en profundidad y, en la primera de cambio, desde el trato de las policías o en el momento de enfrentar al fiscal o después con los jueces, el tema no sólo no avanza sino que a veces se vuelve a victimizar, entonces algo está fallando. En México se analizó esta parte del proceso, qué tareas tienen que hacer policías, fiscales y jueces para tratar de compensar las desigualdades estructurales e identificar los estereotipos.

Muchas veces, desde que llega la mujer a denunciar, no se empieza con la presunción de inocencia sino por la culpabilidad: se les pregunta cómo iba vestida, qué fue lo que provocó, qué fue lo que dijo, dónde tuvo un comportamiento que generó la violencia en el hombre, es decir, la mujer como culpable de haber generado la violencia en el hombre por una serie de actitudes. Analizamos desde la identificación de esas cuestiones hasta el tema de la violencia económica. Es evidente que el acceso a la justicia muchas veces no se da por la falta de recursos económicos. El hecho de que las defensorías públicas atienden más a mujeres que a hombres habla de que son las mujeres las que más requieren de un apoyo institucional del Estado.

¿Hay más violencia de género o hay más conocimiento público de los casos?

– Considero que siempre hubo violencia y que ahora estamos ante nuevos fenómenos de violencia. La violencia ancestral tenía que ver con una sumisión de la mujer, quien a veces no tenía derecho ni a opinar ni a decidir y, al ser una dependienta económica, prácticamente quedaba en una situación de subordinación. En la medida en que la mujer avanza en cuanto a posibilidades de tener sus propios recursos económicos y la posibilidad de argumentar y decir lo que no le gusta, lo que quisiera ser, tener su propio proyecto de vida, muchas veces esto genera enojo que se traduce en golpes o en otro tipo de violencia. Es decir, la violencia que pudieran haber sufrido las abuelas y las bisabuelas es diferente a la que puedan estar sufriendo personas de nuestra generación o de generaciones de más abajo: los roles cambiaron y en función de esos roles también se generan nuevos tipos de violencia.

¿Qué mensaje les deja a los alumnos de Derecho?

– Apunto a la toma de conciencia y que puedan ver que muchos factores que hay que tomar en cuenta están muchas veces invisibilizados, sobre todo porque las nuevas generaciones piensan que el problema ya está resuelto.
Los alumnos ven en sus compañeras un tema de igualdad que puede ser que en las universidades sí se dé pero que, en las primeras de cambio, en el trabajo, cuando empiezan a formar familias, los temas se vuelven a producir.

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