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Otras miradas en mediación: la previa

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 Por Roxana Bustos *

¿Cuándo comienza una mediación? ¿Cuando se remitió la causa al Centro Judicial de Mediación (CJM) o cuando el director del proceso, el mediador, convoca a las partes a la reunión en sala? Nosotros ,”los barandilleros” (los empleados del CJM que nos encargamos de recibir y atender al público), podemos afirmar que no es en esos momentos mencionados. Con todo el respeto y cariño que me merecen nuestros profesionales, puedo tomarme la licencia de afirmarlo tras el desfile interminable de historias de vida que he visto pasar: desde un papá o una mamá muy interesado/a en poder ver a su hijo o solicitar alimentos para su criatura, hasta las nuevas parejas con la intención de frustrar el procedimiento de mediación mucho antes de que el mediador tome contacto con las partes…
Lo anterior es una muestra de lo que se puede ver en barandilla. Nosotros, los barandilleros, los observadores de múltiples escenas de silencios y rostros compungidos y -¿por qué no?- de llantos, los que tenemos el primer contacto con el ser humano que nos tiene que relatar brevemente su situación -aclarándole que es absolutamente confidencial- para saber si somos competentes, ya que es moneda común que la gratuidad de las etapas prejurisdiccionales muchas veces seduzca a varios a comenzar -como dicen ellos- “el trámite”.

Ese ser humano lleno de expectativas no puede evitar que su carga emocional lo obligue prácticamente a contarnos gran parte de su vida y frecuentemente somos nosotros quienes lo alentamos a que espere una segunda audiencia, a que confíe en el saber de los mediadores y en su tenacidad, a que espere que tras una llamada telefónica pueda abrirse el diálogo. Esa persona está tan cerrada que muchas veces el susto no le permite venir.
Somos nosotros –los de la previa- los que recibimos los llamados telefónicos de gente asustada que pregunta: ¿por qué tengo que ir? ¿qué sucede? No puedo pedir permiso en mi trabajo. No tengo idea de por qué me llaman, me llevo bien con la madre o me llevo mal, no quiero, no tengo obligación…
Abrirse a la mediación no es un tema sencillo: hemos encontrado muchas trabas en nuestros propios colegas abogados, quienes antes de realizar el sorteo en las causas judicializadas nos han dicho sin más: “Vamos a desistir”. Somos nosotros -los de la previa- los que también con nuestro granito de arena tratamos de derribar esa barrera, por ejemplo, en el sorteo, al solicitarle que proponga un mediador de nuestro listado, ofreciéndole especialistas en las diversas materias: Familia, Civil, Penal, profesionales con los cuales contamos. Y, así, dialogando, con nuestra escucha activa a flor de piel y también –¿por qué no?- de colega a colega, ¡les sembramos la duda de si realmente vale la pena perderse esta oportunidad!
Miles de historias de las que vemos en barandilla podrían contarse, desde grandes actores desmayándose -y no tienen nada-, mujeres embarazadas pariendo -que no tienen bebés-. Interminables situaciones con las parejas nuevas que se consideran casi superhéroes y que no pueden estar solas, niños correteando mientras nosotros hablamos con mediadores. Nuestro contacto directo con ellos y la franqueza para decirles en dos palabras la situación existente, hasta muchas veces solicitar la ayuda policial.

La continua colaboración entre nosotros debido a las situaciones de violencia -que son cada vez más- y las restricciones, son temas que han hecho que este Equipo de Mediación sea no sólo cumplidor estricto del procedimiento sino también un colaborador constante; y esto se produce gracias a la percepción de la persona como “un ser humano”.
De todo lo teórico, de la división de pretensiones, intereses, conflictos, la diferencia que hace la mediación es que este equipo completo entre mediadores, autoridades, empleados, siempre dispuestos a superarse, a hacer algo mejor, a decir, a protestar, convierte a este CJM en una entidad que crece permanentemente, que está en continua evolución, que se enriquece notablemente de sus componentes y de sus participantes
No sólo los mediadores sino nosotros -los de la previa- también recibimos Capacitación en Mediación, lo que parecería ilógico si se piensa que no vamos a mediar, que solamente hacemos el control de la legalidad del procedimiento, que tenemos otra tarea. Nada más alejado de la realidad: la mediación comienza en la previa, sin desmerecer la tarea titánica de los mediadores, quienes soportan la terrible carga emocional, los llantos, las desesperaciones, los que batallan en las salas.
Y los que batallamos fuera de la sala, a los que nos traen un “hubo acuerdo” con una sonrisa o un “sin acuerdo” con tristeza, todos nosotros nos sentimos parte. ¡Pero esto ya es otra historia y hoy la protagonista es la previa!

* Abogada

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