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Los menores, las víctimas más indefensas

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 Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **

En la columna de la pasada semana hablábamos de la media sanción del proyecto de ley que establece el Régimen de Protección a las Víctimas de Delitos. En ésta, seguimos con la cuestión referida a una especialísima categoría de ellas: los menores, como destinatarios de la violencia de parte de su círculo familiar íntimo.
La muerte de Rodrigo en manos de su madre, hace un par de semanas vuelve a ser un llamado de atención, de un problema cotidiano, la violencia contra los menores. El niño de tres años fue hallado sin vida en un baño, junto a su madre. Había, en forma previa, todo género de actuaciones judiciales que no lo resguardaron de ese fatal desenlace.
En la investigación del hecho, caratulado inicialmente como “muerte de etiología dudosa”, una línea de pesquisa apunta a que fue la madre quien causó la situación, encerrándose en una habitación para prender una estufa de querosén y bloquear inclusive la oxigenación. La policía ya descartó que hubiera sucedido por accidente.
Si bien, como señala la Unicef, el número de casos que termina en muerte de menores es reducido en proporción al grado de violencia que éstos padecen, éste es un tema preocupante ya que en muchos casos siquiera deja huellas visibles; sin embargo, el daño que produce es incalculable.

Es más, en muchos casos dicha violencia permanece oculta, ya que -en ocasiones- los niños y las niñas se sienten incapaces de denunciar estos actos por temor a la reacción de su agresor. Incluso, como señala Unicef, “puede ocurrir también que ni los niños y niñas ni el agresor vean nada malo o inusual en estas prácticas, o que ni siquiera piensen que estos actos violentos constituyen violencia, y los consideren más bien como castigos justificados y necesarios. Puede que el niño maltratado se sienta avergonzado o culpable, pensando que se trata de un castigo merecido. Esto es a menudo la causa de que el niño se muestre reticente a hablar de ello”.
Recientemente salió un informe de la Senaf que indica que en la Ciudad de Córdoba, y el gran Córdoba, la cantidad de denuncias de maltrato infantil asciende a 6000 (fuente La Voz del Interior del 17.11.16), las que provienen de la línea 102, de hospitales, de unidades judiciales y de escuelas, etcétera.
Y, si bien no todos los casos presentan la misma gravedad, de acuerdo con el informe de Unicef, “la violencia puede tener consecuencias graves para el desarrollo del niño. En casos extremos resulta en lesiones graves o incluso muerte.
No obstante, también puede afectar a la salud del niño, a su capacidad de aprendizaje o incluso a su voluntad de ir a la escuela. La violencia puede ser causa de que el niño huya de su hogar, exponiéndole así a más peligros. Asimismo la violencia destruye la autoestima de los niños y niñas y puede imposibilitarles para ser unos buenos padres en el futuro. Los niños y niñas que padecen violencia son más proclives de adultos a la depresión y al suicidio”.

Evidentemente, determinar el origen remoto de la violencia en general y para con los niños en particular es una tarea difícil, en la que no hay acuerdo y que excede nuestro objetivo, no obstante podemos decir que en lo que se coincide es en que la causa inmediata de ella es la falta de responsabilidad de los adultos, quienes no se hacen cargo de sus deberes, y descargan en los menores, sus frustraciones y problemas.
Lamentablemente deben ocurrir casos como éste para que el tema tome estado público y nos preocupemos de él. “A Rodrigo lo mató el sistema”, expresó con toda congoja la abuela del niño. Tras su separación, los padres de Rodrigo venían lidiando con un conflicto judicial por la situación del niño con denuncias cruzadas entre ambos progenitores.
Tristemente, muchos de nosotros miramos para otro lado cuando nos enteramos de niños víctimas de actos violentos, sin contar con la negligencia de algunos actores sociales que, formando parte de las instituciones encargadas de afrontar este problema, toman estas cuestiones como “una más”, cuando no debe ser así. Sin embargo, destacamos que cada vez se toma más conciencia del problema y que los particulares estamos cada vez más atentos y que las instituciones están llenas de empleados y funcionarios comprometidos en impedir y/o tratar estos casos.
El tema da para mucho y prometemos seguir tratándolo aquí, ya que creemos que debe ser un compromiso social el erradicar la violencia en todos sus aspectos y particularmente la que tiene como víctimas a los menores.

* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. ** Abogado. Magister en Derecho y Argumentación Jurídica.

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