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Lo que se dice y no se dice en el marketing electoral

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Estamos a una semana de las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) creadas en 2009 por las modificaciones que la ley nacional N° 26571 produjo en la Ley Orgánica de los Partidos Políticos Nº 23298.

Dos son las cuestiones que tal elección nacional define: qué partidos puede presentar candidatos a las elecciones nacionales, debiendo para ello obtener al menos 1,5% de los votos válidamente emitidos en el distrito de que se trate para la respectiva categoría de candidatos; y en segundo término se determina la lista que representará a cada partido político. Es, por tanto, una mezcla de interna abierta del partido como un proceso de selección de ellos con vistas a la ulterior campaña electoral. Ninguna de ambas cuestiones es menor, a los efectos de la calidad democrática e institucional del país.

Ya en el último tramo de esta campaña, la realidad política propagandística presenta aristas sumamente interesantes para analizar.

No nos proponemos hacer un análisis exhaustivo de ellas sino que sólo daremos algunas pinceladas de ciertas particularidades que se van destacando. Una de las más interesantes sea tal vez la importancia que ha adquirido el marketing político a la hora de instalar un candidato en la opinión del electorado.

En una reunión de amigos letrados, en un bar ubicado en las inmediaciones de Tribunales I, uno de los asistentes, administrativista el hombre, lanzó una pregunta que causó debate: ¿qué pasaría si la normativa de derecho del consumidor respecto de la publicidad errónea o engañosa se aplicara a la propaganda electoral? La conclusión es que más de uno, sin distinción de banderías, tendría que bajar spots publicitarios.

Pero ello es sólo una parte del asunto. El marketing político implica más que la mera publicidad. Se trata de un método para hacer buenas campañas políticas o, dicho de otra forma, diseñar una estrategia de campaña a partir del conocimiento del candidato, del electorado, de los adversarios del postulante y en la elección misma, para lo que se vale de encuestas, estudios de opinión, etcétera. El marketing político procura unificar el mensaje del candidato, por ello el eslogan de campaña debe identificarse con la imagen del candidato.

Más allá de dicho concepto, la aparición del marketing político ha generado la discusión acerca de que con él las campañas se transforman en huecas o vacías de contenidos, siendo más cosméticas o basadas en la apariencia que en contenidos, ideas o respeto por la tradición de los partidos.

Sin querer realizar una afirmación absoluta al respecto, ya que existen excepciones, actualmente no pocos candidatos definen sus posturas escuchando más a sus asesores de imagen y atendiendo a como dan las encuestas, que por procurar mantener una idea en el tiempo que sea válida, más allá de que permita seducir a los votantes hasta el día de la elección del caso.

Un ejemplo de lo que decimos es la pérdida de la relevancia que tienen las plataformas de los partidos; prácticamente nadie conoce los planes de gobierno pero sí los slogans de campaña que reiteradamente se hacen públicos por los medios. Tal vez por ello es que los electores independientes encuentran cierta desorientación respecto a quién votar. Y no hay encuesta que valga, a la hora de predecir su comportamiento.

El marketing político, como herramienta que es, no es bueno ni malo. Dependerá -en todo caso- de los fines para los que se lo utilice. Pero intentar convertirlo en un fin por sí mismo habla de la banalización de la política, reducida a su mínima expresión: el arte de ganar una elección. Se puede ser electo por la mera acumulación de eslóganes. Ha pasado en varias oportunidades de nuestra historia. Pero luego, para gobernar, se necesitan no sólo buenas ideas sino una relación firme con el electorado. Un invisible lazo de confianza que resista la adversidad y los momentos duros que todo gobierno tiene. Y eso, como decía Napoleón, no se conquista sino llegando a lo profundo del espíritu de las personas.

* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. ** Abogado, magister en Derecho y Argumentación Jurídica

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