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La primera ley universitaria

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La legislación que surgió de una protesta. El movimiento de 1871 daría las bases de una nueva normativa superior. 

Por Luis R. Carranza Torres

El año de 1872 no era un buen tiempo para la universidad porteña. Arrastraba del año anterior la protesta de sus estudiantes, causada por el suicido de un alumno de Derecho, Roberto Sánchez, luego de ser “bochado” por un tribunal al rendir Derecho Romano.

Se pedía la renuncia de los profesores involucrados y cambios en el modo de rendir las materias, se denunciaban “amiguismos” a la hora de tomar los exámenes y la existencia de clases “de apoyo” pagas -a la par de las que se impartían en la universidad, por parte de ciertos docentes-. Esto último no tendría nada de malo si no fuera por el hecho de que los alumnos eran los mismos.

Es por ello que de parte de los estudiantes se hablaba de venalidad, favoritismos y hasta negocios a la hora de ser examinados. El gobierno de la provincia de Buenos Aires, del cual por entonces dependía la alta casa de estudios, respondía reclamando, antes que nada, el acatamiento a las autoridades constituidas.

El gobierno convocó al doctor Juan María Gutiérrez, rector de la universidad, a dar explicaciones. Nadie ponía en duda sus antecedentes académicos ni los logros de su gestión. Su obra Noticias históricas sobre el origen y desarrollo de la Enseñanza Superior en Buenos Aires, aparecida en 1868, era de los pocos textos autóctonos que analizaban cómo debía ser una universidad. Había logrado que destacados profesores europeos vinieran a enseñar a ésta, e impulsó -junto a Hermann Burmeister- el estudio de las ciencias naturales en Argentina.

Pero la crisis estudiantil lo había tomado de sorpresa y al borde de la jubilación. El ministro de Gobierno, Antonio Malaver, sentó la postura oficial a su respecto, expresando que el gobernador “ha podido apreciar que los vínculos de consideración y de respeto que debieran ligar a los jóvenes con sus profesores, han sido en esta ocasión relajados, solicitándose en un movimiento irreflexivo y tumultuoso, soluciones que sólo deben procurarse por los medios que las leyes y el Reglamento de la Universidad autorizan (…). Por otra parte, el señor gobernador piensa que V.S. debe hacer saber a los catedráticos que no les es lícito dar lecciones o repasos a los alumnos matriculados en la Universidad, sea en otros colegios o en sus propias casas, recibiendo por ello un estipendio o compensación. Si el catedrático, en bien de sus alumnos, quiere aumentar el tiempo de sus lecciones, aunque sea fuera de la Universidad, debe hacerlo gratuitamente, porque la enseñanza de esos alumnos le es retribuida ya por el Estado”. Había en tales palabras un indisimulado aire de reproche.

Y en tanto, los alumnos levantados en protesta fundaban el primer centro de estudiantes de nuestro país y un órgano de prensa, a propuesta de Estanislao Zeballos, uno de los líderes del movimiento. Ambos fueron bautizados como «13 de Diciembre», por la fecha en que principió la protesta.

Tanto estudiantes como gobierno coincidían en la necesidad de un cambio, por vía legal, del modo en que se manejaba la universidad. En 1873, la Convención Constituyente reunida para dictar la Constitución de la Provincia de Buenos Aires acordó la organización de la universidad en facultades (arts. 33 y 207).

Con base en la norma constitucional, el 26 de marzo de 1974 se dictó el decreto orgánico de la universidad, de cuyo texto habían participado Juan María Gutiérrez, Pedro Goyena y José María Moreno. En su artículo 6 se disponía que “la Universidad se compone de las siguientes facultades: Humanidades y Filosofía, Ciencias Médicas, Derecho y Ciencias Sociales, Matemáticas y Ciencias Físico-Matemáticas”.

Es así que en ese año el Departamento de Jurisprudencia, donde había ocurrido el examen que lo precipitó todo, se transforma en Facultad de Derecho y se modifica el plan de estudios. Cuatro años después mudaría su sede de la “manzana de la luces” a una nueva y moderna sede en la calle Moreno al 350, donde permanecería por década. En la actualidad funciona allí el Museo Etnográfico «Juan B. Ambrosetti», dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras.

Al retirarse del sillón rectoral el doctor Gutiérrez, otro jurista lo sucede en el cargo: Vicente Fidel López, de inequívocas simpatías con el movimiento del 13 de Diciembre. Se cerraba así la crisis estudiantil que dio origen a la Universidad de Buenos Aires tal como hoy la conocemos.

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