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La muy dura problemática de nuestro comercio internacional

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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El escenario de la economía internacional sufre un serio deterioro desde mediados de 2008 que, si bien es más reciente en nuestro caso, crea serias dificultades y causa un casi automático descenso en la tasa de crecimiento

Por Salvador Treber – Exclusivo para Comercio y Justicia

El escenario de la economía internacional sufre un serio deterioro desde mediados de 2008 que, si bien es más reciente en nuestro caso, crea serias dificultades y causa un casi automático descenso en la tasa de crecimiento.
Uno de los indicadores más elocuentes de la economía mundial se descubre con claridad siguiendo las alternativas y tendencias que asume en cada caso el comercio internacional. Para tener una idea de lo que se está transitando, basta con referir que en el período 2000/07 dicha actividad en el planeta crecía anualmente a una tasa de alrededor de 6,5% anual, y que para 2011/16 se ha reducido a sólo 2,5%. A esa vertical caída se debe agregar para el año 2016 una serie de hechos que amenaza conmover las relaciones económicas preexistentes. Se acumulan simultáneamente la decisión de autoexclusión por parte del Reino Unido de la Unión Europea (brexit) y las reiteradas declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien anuncia que establecerá un giro proteccionista para reducir la relación comercial con el resto del mundo.
En cuanto a nuestro país, en el transcurso del año pasado el total de exportaciones cayó a US$ 57.737 millones, monto que, respecto a los US$75.963 millones que totalizaron en 2013, pone en evidencia una caída de nada menos que 24%. El retroceso es más grave que el que surge de los números pues la merma no afecta los volúmenes de los embarques agroindustriales sino muy especialmente a los provenientes de nuestra actividad de transformación industrial interna, que no utiliza materia prima originada en la explotación agraria. De esa forma, queda expuesto que no sólo se reduce la fuente de divisas sino que afectan esencialmente todo lo que no sea agroindustria, ya que ésta pasa a cubrir 2/3 de las exportaciones, convirtiéndola en un mero complemento de ella. Los números son patéticos pues en 2013 las ventas industriales al exterior aportaban 54,7% del total y en sólo tres años cayeron 37,8%.
La actividad minera local generó divisas por US$14.665 millones mientras que la agroindustria hizo lo propio en la suma de US$23.339 millones, rubros éstos que sumados explican nada menos que 66,2% del total embarcado al exterior en 2016. Dentro de esas actividades aparecen la soja y sus derivados como los productos unitariamente más vendidos a otros países, por un total de US$18.553; mientras las restantes oleaginosas sumaron a esa cifra US$793 millones y los demás cereales (maíz, trigo, cebada, arroz y sorgo), en conjunto, generaron otros US$7.211 millones. Debe subrayarse que lo exportado en toneladas fue notoriamente superior pero las respectivas cotizaciones cayeron significativamente.

Evolución en la cotización de bienes commodities
Las condiciones que afronta la economía nacional en los últimos años reflejan como uno de los aspectos más importantes, aunque negativos, la vertical baja operada en la cotización de dichos bienes en el mercado internacional. En efecto, tomando como índice 100 los valores correspondientes al año 2010, si se siguen las posteriores cotizaciones anuales de los agrícolas, se verifica que en el transcurso de un año (2011) habían subido 19,8%, marcando el punto más elevado, pues desde 2012 comienza un continuado retroceso que, hasta 2016, los coloca en el muy preocupante 80,3 (-19.54). En general, los granos que figuraban con 138,2 en 2011 descendieron a nada menos que 82,0 en 2016 (-40,67).
Tal situación constituye un lamentable récord pues el volumen en toneladas de los exportados por Argentina, muy lejos de bajar, crecieron considerablemente (19,4%), pero su precio unitario, como ya se señaló, cayó estrepitosamente. Algo parecido sucedió, incluso en forma acentuada, con el rubro “fertilizantes”, que del índice 142,6 se precipitó a 74,3 (-47,9). Resulta obvio que estos aspectos perjudicaron la economía argentina y, lamentablemente, han acelerado la concentración en los mayores productores y acopiadores, quienes tienen los menores costos.
Junto a ese proceso, hay que tener en cuenta que el número de productores se redujo en 5.483 sólo en el año 2016, mientras los que moran en la cúspide sectorial han acumulado mucho mayores ganancias, siendo principalísimos beneficiarios de la eliminación y/o reducción de los derechos de exportación resuelta por la entonces flamante administración nacional en su primeros días de gestión. Se hace imprescindible subrayar que esto sucede respecto al sector más favorecido en esta coyuntura plurianual y, por lo tanto, no debe sorprender que la mitad de todos los titulares que registren ingresos por todo concepto perciban mensualmente cifras inferiores a $8.000, tal como lo ha informado el Indec.
En la actualidad prima un estado de gran incertidumbre respecto a la continuidad de las relaciones con Estados Unidos y el giro que tomará su política externa, pese a la invitación que Trump formuló a Macri para que lo visite en Washington entre abril y junio próximos, porque es totalmente impredecible y cambiante. No menos compleja es la situación de lo desconcertante en sus posturas en cuanto a la Unión Europea, donde está muy demorada la recuperación de la crisis iniciada en 2008, que ha recibido un golpe que todavía no se puede medir en sus consecuencias con la autoexclusión del Reino Unido.
A ello se suma el clima de duro enfrentamientos a que dan lugar las próximas elecciones en Francia y Alemania, ya que ciertos sectores que han conquistado bastante adhesiones y propugnan liquidar el área común, trasmitiendo inseguridad e incertidumbre porque se sienten debilitados y temen al evidente por “lo que vendrá”, al que suman el notorio fortalecimiento relativo de Rusia que concreta mayores y favorables relaciones con China.
Es lógico que estimular el comercio exterior frente a ese panorama resulta una tarea muy poco prometedora, pero actualmente no hay otra alternativa pues el mercado interno está muy deprimido y Brasil, el habitual gran socio, ha iniciado un tercer año consecutivo de elevada recesión. La antes supuesta complementación automotriz se ha desplazado en beneficio de ellos en una relación de 3,5 a 1 que, obviamente, los favorece ampliamente.

La posible expansión de las relaciones en otras áreas
En primer lugar, es casi un imperativo mejorar al máximo la relación con los demás países de América Latina, lo cual pasa a ser una prioridad absoluta. Cabe señalar que ello requiere gran prudencia pues en la mayoría de ellos existen situaciones harto difíciles que no facilitan nuevas gestiones de esa índole. Los analistas coinciden en señalar que en el transcurso de 2017 tales actividades se expondrán a una muy seria prueba, ya que el logro de mayores vínculos comerciales dentro de un área que en 2016 globalmente ha cerrado el año con una merma del -1,4%, no es nada fácil. La posición dubitativa y pesimista de Flacso al respecto no ayuda en la búsqueda de coincidencias y hace casi ilusoria la idea de maximización de la relación comercial.
Una actual incógnita que podría fructificar si es bien manejada es la de buscar el equilibrio y ampliación del intercambio con China; además de tratar de facilitar el ingreso de las corrientes de inversión y financiamiento de ese origen que la actual administración argentina no ha conducido muy adecuadamente. Quizá el mayor obstáculo sea el paralelo esfuerzo de la diplomacia argentina para consolidar lazos con Estados Unidos. Tampoco se debe olvidar que la economía del gigante asiático está transitando un período de ralentización que puede generar un impacto adicional. Resulta obvio que se deben eliminar obstáculos ficticios a la prosecución de las inversiones y obras localizadas en la Patagonia.

Los problemas actuales y perspectivas futuras
De acuerdo con lo referido, la característica del mundo actual incluye una pesada carga de incertidumbre que señorea en casi todo el planeta. La idea de reactivar el Mercosur que parecen haber asumido Brasil y Argentina en ese contexto no será nada fácil y, en atención a ello, la diplomacia de nuestro país se esfuerza por tender cabos hacia Washington, haciendo gala de que han comprendido lo que está sucediendo en el mercado internacional y juzgan que no hay que perder tiempo; razones por las cuales, casi simultáneamente, se concretaron el encuentro de Brasilia y el inminente en Estados Unidos a nivel máximo.
Flacso emitió una visión casi apocalíptica al sostener en su Informe  que “Hay un desgranamiento del orden mundial muy fuerte por lo que jugar con una sola carta es poco sabio”, y específicamente respecto de nuestro país sugirió “no huir del barco que es el Mercosur. Si bien no está sólido, es importante, desde ahí ser pragmáticos hacia el exterior”. Así se explica que Argentina y Chile, en forma conjunta, organicen una convocatoria a todo los cancilleres tanto del Mercosur como de la Alianza del Pacífico, inicialmente fijada a realizarse en el próximo mes de abril. Obviamente no es una solución a nada pero permitirá generalizar el análisis y buscar entre todos por lo menos paliativos circunstanciales.
La apertura concretada en materia de importaciones es harto inconveniente en este momento en que todos pretenden vender y nadie compra si puede evitarlo. Seguramente obedece a convicciones políticas de los funcionarios argentinos, quienes no reparan en las limitaciones que está imponiendo la conflictiva situación general. Coyunturalmente se presenta una oportunidad excepcional respecto de México, país al que el presidente estadounidense Trump le aplicó un derecho adicional a sus importaciones de ese origen que ocasionan un encarecimiento de los productos adquiridos.
Como ello incluye las compras de maíz y soja, que en 2016 ascendieron a casi 13 millones de toneladas, es obvio que el país afectado ha buscado en Brasil y Argentina la posibilidad de sustituir a quien ha sido históricamente su proveedor habitual. En los años precedentes ya hicieron pequeñas adquisiciones y se mostraron satisfechos con la calidad de ambos productos. Su secretario de Agricultura confirmó el interés al respecto de su misión, a cuyo efecto aclaró que “No es un viaje de apertura de relaciones comerciales y de buena voluntad, es un viaje para concretar compras”y enfatizó que “Tenemos mucho interés en que nuestros productores vean la oportunidad de importar granos desde la Argentina”.
En tiempos tan difíciles como los actuales, en que la baja que venimos sufriendo en las exportaciones ha generado un lógico estado de enorme inquietud e incertidumbre, la nueva perspectiva que ha surgido imprevistamente en este momento tan crítico ratifica que se debe estar más alerta y dispuestos más que nunca a atender con toda diligencia a las demandas de cualquier naturaleza que, como la referida precedentemente, opera como una verdadera bendición.

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