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La difícil pero imprescindible creación de nuevos puestos laborales

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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En la actualidad, la población económicamente activa argentina asciende a 19.846 miles, de los cuales 6.646,7 miles revistan como asalariados debidamente inscriptos como tales en el sector privado y otros 3.139,5 miles lo hacen en alguna de las tres jurisdicciones del sector público; de las cuales la más numerosa es la integrada por las 23 provincias y la ciudad Autónoma de Buenos Aires. A su vez, los autónomos y/o monotributistas suman otros 2.319,9 miles, es decir 12.106,1 miles que constituyen el sector laboral perfectamente identificable que cumplimenta integralmente las normas vigentes a ese efecto.
Adicionalmente se estima que otros 2.946,5 miles son identificados como “en negro” pero integran una franja de la “fuerza de trabajo” como asalariados y se calcula que no menos de 82,1% de los empresarios los emplean tratando de bajar sus costos y acrecer el margen ganancial. A todos los antes referidos se deben sumar 4.793 miles que no asumen los roles precedentes y son especialmente empresarios y profesionales, obviamente sin relación de dependencia. Por su parte, los desocupados que buscan trabajo, sin lograrlo, ascienden en este momento a 1.650 miles.
Esta conformación es muy semejante desde principios de 2015 y también enfrentan semejantes dificultades para concretar una actividad continuada, ya que los asalariados “en blanco” que revistan en el sector privado son el núcleo más numeroso y al inicio de dicho año ascendían a 6.197 miles y para mediados de 2017 seguía sin variantes significativas pues llegaban a 6.183,4 miles. Debe tenerse en cuenta que el mero crecimiento vegetativo de la población, automáticamente, suma alrededor de otros 400 mil jóvenes cada año que procuran incorporarse a la actividad general.
Si bien siempre hay una relación de causa-efecto entre el índice de crecimiento del producto nacional bruto y el nivel de ocupación, es evidente que en los últimos años ésta tiende a disminuir ante el avance a paso acelerado de la mecanización, automatización y robotización que -sin duda alguna- desplazarán la mano de obra humana ocupada en cantidad creciente. Los especialistas en la materia sostienen que si el objetivo es mejorar el estándar de vida de la población, ese proceso debe venir acompañado de una mayor calificación y la correlativa disminución de horas diarias de trabajo, sin que ello suponga merma alguna en los salarios. De esa meta ideal todavía se está bastante lejos…

Evolución del empleo en la coyuntura
Desde las esferas oficiales se anuncia en forma reiterada que desde mitad de año se verifica una firme tendencia a una reactivación de la economía y se insiste en que ya no se trata sólo de “brotes verdes” sino que esa tendencia se ha generalizado y el presente año terminaría con un crecimiento de tres por ciento. Si ello sucediera sería muy bien venido, pero los analistas más respetados son particularmente prudentes y se abstienen de formular pronósticos para los cuales no encuentran suficiente sustento. Por ello advierten de que en lo inmediato no deberá esperarse una notoria suba de la ocupación y que, de corroborarse esa tendencia, irá de menor a mayor hasta llegar a lo que antes era habitual, aunque recién a fines de 2018.
Según las constancias oficiales, en el ínterin de un año al termino de junio pasado, con diferencias entre las diversas actividades, la media de crecimiento fue de apenas 0,5%, que no alcanza siquiera a absorber la nueva camada de jóvenes que pretendieron incorporarse a una actividad y, menos aún, “en blanco”. El área que se ha mostrado más dinámica es la de la construcción (siete por ciento de la ocupación “en blanco”), en la que se detecta un incremento de 7,7% en el nivel de ocupación y una explicable intensificación generada por la obra pública que en los tiempos más recientes ha sido su principal fuerza impulsora.

Sin ocultar los motivos, se ha explicado en las esferas oficiales que este año son 81 mil las unidades de vivienda que están en ejecución, de las cuales 49 mil habían sido comenzadas el año anterior y se aceleró el lento ritmo que registraban por obvias razones preelectorales. Aun así, significan poco pues para cubrir el déficit total deberían construirse no menos de 120 mil unidades anuales ya que el déficit se eleva a 1.345 miles de unidades. Al respecto, el titular del ministerio señaló: “Este año vamos terminar unas 26 mil unidades, en comparación con las 13 mil del año pasado; destinadas a titulares con ingresos de hasta dos salarios mínimos mediante un subsidio acorde con la capacidad de pago y serán distribuidas a aquellos hogares que no pueden acceder a una vivienda a través del mercado formal”.
Pero un escenario muy diverso es el de la actividad industrial (concentra un quinto del total de asalariados), en la que se verifica lo contrario pues hubo en el mismo lapso una caída de -2,8%. Es cierto que en la segunda mitad del presente año hay cierta reversión de esa tendencia, aunque hay mayor rigidez para introducir incorporaciones de cierta relevancia hasta que los signos de reactivación se generalicen e incluso apelar cuando sea necesario a ampliar la jornada laboral mediante horas extras. En el Ministerio de Trabajo han señalado que disponen de “un análisis de largo plazo que permite establecer una extensión de la elasticidad de cada punto de crecimiento debe significar un incremento del empleo de 0,7%”.
Si tal cosa se verifica efectivamente durante el segundo semestre y fuera real el ritmo de expansión anunciado, en el lapso de un año, hasta mediados de 2018; se incorporarían necesariamente unos 130 mil nuevos asalariados “en blanco” y casi otros tantos “en negro”. La mayor cantidad de analistas prefiere abstenerse por el momento de dar precisiones de cómo se terminará 2017 pero admiten al unísono que durante el bienio 2018/19 es razonable esperar se verifique un crecimiento anual de tres por ciento. No obstante, si esto se convierte en realidad, no se reduciría la tasa de desocupación dado que la nueva demanda apenas cubriría en número a los nuevos que acrecerán sucesivamente el mercado de trabajo.

Las diversas hipótesis de especialistas
En el Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas), dependiente de la Universidad Nacional de La Plata, han realizado una estimación especial e hipotética sobre la base de que durante cuatro años consecutivos se mantenga un ritmo de crecimiento de cuatro por ciento anual y concluyen que en esa alternativa el incremento del empleo sería de apenas dos por ciento, aunque al comienzo de un ciclo semejante se daría una mayor dinámica. Un inconveniente circunstancial para ser más preciso está vinculado al efecto todavía no verificado ni evaluado de la más reciente incorporación de maquinaria y metodologías actualizadas sobre la influencia respecto a la nueva demanda y participación del trabajo asalariado.
Además, se advierte que a principios de este siglo -cuando se desató la peor crisis de los últimos 70 años- la dinámica con que enfrentaron la emergencia las pymes fue intuitivamente elegida con relativa certeza y el resultado superior debido a que desde entonces no habían avanzado tecnológicamente por temor a ser sorprendido con un fuerte endeudamiento. El titular de Cedes señala: “Ahora el sector medio del empresariado no se decide a pensarse a sí mismo formando parte de la estrategia de crecimiento” y como justificación objetan el que consideran “desmesurado aumento de las tarifas de servicios” por parte del Gobierno.
Tal planteo que traslada responsabilidades en el ministerio fue respondido de inmediato, sosteniendo que los empresarios pretenden encontrar todo hecho y no admiten que tengan que “ver el peso del costo de las tarifas en cada caso pero en los últimos años se había perdido eficiencia energética y hay mucho por mejorar aunque, de hecho, hoy se ve que la actividad y el uso de energía decrece y eso se llama eficiencia energética”. No en vano subrayan su disposición para emprender sendas reformas o el objeto de reducir el costo de la relaciones laborales, concretar una reforma tributaria que permita bajar los costos impositivos y, asimismo, recortar el nivel actual de las jubilaciones y pensiones temas. Que se han convertido en virtual tabú y a han hecho cundir mucha alarma.

Los proyectos, según su origen
Las mencionadas circunstancias y los puntos de confrontación han sido admitidos y en el Gobierno pretenden satisfacer plenamente a los grandes empresarios pero -si se busca cumplimentar todo tal como se detalló- evidentemente esos objetivos se concretarían a expensas de los salarios y ello seguramente las organizaciones obreras lo resistirán en salvaguarda de lo que consideran “indiscutibles e intocables” conquistas a las que adjudican el carácter de “derechos adquiridos”. En función de tal problemática se pretende imponer un nuevo giro que, aunque parcialmente, ya se viene adoptando por medio de los más recientes acuerdos con el sector privado para acelerar la explotación del yacimiento de gas y petróleo en el área de Vaca Muerta (Neuquén) que originalmente se había subdividido territorialmente en 30 partes de 3,33% cada una para evitar todo tipo de concentración y poder frenar eventuales abusos.
En otros aspectos, el titular de la cartera laboral anticipó que se pondrá en marcha un régimen especial para impulsar entre los jóvenes la promoción del primer empleo al propio tiempo que por todos los medios se intentará reducir al mínimo lo que se estima la actual abusiva tendencia a la judicialización de los conflictos laborales y en coincidencia con poner sin demora en plena vigencia el nuevo régimen de indemnización de accidentes de trabajo. Todo lo referido se considera en los ámbitos empresariales y es compartido por los funcionarios públicos nacionales de esta área apuntando, según arguyen, a “reducir costos”.

Estas modificaciones ya rigen en Brasil, donde además se ha retrocedido varias décadas retornando al vetusto sistema de acuerdos por empresa que volverían a sustituir a los convenios colectivos. El debilitamiento de la parte asalariada pretende “bajar costos” y ello preanuncia que sobrevendrán sendos conflictos pues las organizaciones gremiales argentinas son más sólidas que las de Brasil, por lo que seguramente defenderán a capa y espada el esquema vigente.
De todas maneras, esa probable confrontación en un escenario tanto nacional como internacional de bajo crecimiento económico, no resultaría el más adecuado y se convertiría en un factor negativo decisivo que impediría enfrentar con éxito una pronta reactivación generalizada de la gran mayoría de las actividades que todavía no consiguieron resurgir.

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